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lo:l:ita Chamarra de Cos:l:igliolo, caSa que por compra pasó a poder de don Marcos Urbina, excelen:l:e conservador y de los hombres del Consejo de ese Par:l:ido. El Gral. Zavala acep~

tó ir en la Comisión con don Anselmo Hilario Rivas, para ob:l:ener de don Marcos la en:l:rega de las armas que la Junta de Gobierno que se disolvió en Granada después del :l:riunfo de la contrarrevolución del 11 de Julio de 1893, há– bía dejado ocul±as en la citada casa de la fa– milia Zavala Chamorro. Pero el Sr. Urbina ase– guró a nuestros comisionados que él, anfes de ocupar la casa, la había recons:l:ruído y que podía asegurarles sin temor alguno de equivo– carse que allí no había un solo rifle.

Con aquel andar carac:l:erís:l:ico de don An– selmo volvió a nues:l:ro escondite para infor– marnos del resul±ado de su misión y para dar– nos la opinión del Gral. Zavala, que conside– raba que debíamos de desis:l:ir del levan:l:a– mien:l:o en Granada, porque si fracasábamos, las fuerzas del Gobierno delGral. Zelaya arrá– saría el comercio y aun a la ciudad misma. Antes de que hablara ninguno de los que allí es:l:ábamos le dije a don Anselmo: "El Sr. Za– vala no quiere el movimiento en Granada pa~

ra no exponer a la ciudad? Pues, bien den:l:r'o de ocho días tendrá el movimiento en Chon±a– les y las consecuencias serán las mismas para Granada y su comercio, no ol;>s:l:an:l:e la fuerza. que le quita a la revolución el que no sea eq esta ciudad su iniciación". Todos acogieron con agrado mi promesa; y don Anselmo. se re– ±iró con su franca sonrisa, al mismo :l:iempo deséandOIne mucho éxito y p.;idiendome que no olvidara que "el Pa:l:rio:l:ismo es la vir:l:ud más noble del ciudadano". Ido don Anselmo, quedaron todavía don Alber:l:o Chamorro Que– sada y don Martín Benard, quienes frecuen:l:e– men:l:e llegaban a ver a mi :l:ío Alejandro. Uno

y otro eran elementos de rnucho valor para el movimiento revolucionario que, con don Mar– tín tenía abier:l:as las cajas de hierro de los ca– pitalistas y con don Alber~o además de dispo– nía de un gran impulsor, sujeto de muchos re– cursos inteleduales, y hombre muy desprendi– do económicamente cuando se :l:rataba de la Gausa de su Par:l:ido. Con pena expliqué a es– íos amigos que lo que haMa dicho a don An– selmo respec:l:o al levantam.ien±o de Chon±ales era mas bien un impromptu mío I pero que era muy factible poderlo realizar, según me ha" bía dado cuenta por el estado de ánimo de todos los chontaleños, pero que para llevarlo a cabo necesitaba que mi tío Alejandro rne diera unos :l:reinta rifles que él tenía realmen– fe en Granada y los cuales mandaría a llevar con mi hermano Evaristo Enríquez. Recibida la promesa de m.i fío Alejandro para que con– tara con esas armas, quedarnos convenidos que a las siete dé la noche saldría para Chon– :l:ales y efectivamen:l:e a esas horas me despe– dí y me fuí a pie al caserío de LbS Cocos en la costa del Lago. Allí busqué un botero cono– cido mío para qu,e me llevara a palanca has:l:a

" ... bajo un frondoso árbol de chilamate qUe alli

había y que aun existe ... "

la Hacienda "La Estrella' de don Benicio Gue· rrero, donde- había dejado mi bestía. Llegado a "La Estrella" fuí recibido por el propio don Benicio que se encontraba en dicha hacienda

y quien mandó prepararme un buen desayu– no y que buscaran mi bestia y me la alistaran. Una vez desayunado y ya con la bestia lista, me despedí del señor Guerrero, le dí las gra– cias por sus atenciones y tomé el camino para Cornalapa, caminando corno siernpre lo hacía, a trechos por el camino real y a veces por ve– redas, hasta llegar a la población para ver a rni esposa y disponer el levantamiento del De– partamento.

Pe Cornalapa resolví enviar un correo ex– preso a la ciudad de Juigalpa para que se ci– tara a los señores Virgilio Molina R., Arsenio Cruz, Adolfo Cruz, Manuel J. Morales, Rafael Suárez, Licenciado Juan Eligio Obando, Co– ronel José Dolores Pérez Mairena y don Wen– ceslao Dcón a fin de que se reunieran conmi– go en un punto de una quebrada seca, por la hacienda Santa Juana, bajo un frondoso árbol de chilamaie que allí había y que aun existe.

Una vez reunidos allí, les informé del ob– jetivo de mi llamada, del fracaso del movi– miento que debía iniciarse en Granada y so– bre todo de rni enérgica declaración a la co– rnisión conservadora de que antes de ocho días esfaríamos levantados en armas en Chon– tales. Mis compañeros le dieron decidida aprobación a mis ideas y nos dedicarnos in– mediatamente a elaborar un plan para reali– zarlas. Esíe plan requería naturahnente mi iraslado a Juigalpa el día fijado para iniciarlo y se convino en que Rafael Suárez, buen cono– cedor de iodos aquellos lugares, sería la per– sona que llegaría por mí a Cornalapa. Ya al ponerse el sol nos despedirnos y Rafael me acornpañó hasfa rni casa. Corno era hombre activo, que siempre trabaj6 con grandísimo in:l:erés por el buen éxito de esÍe movimiento, envié a su regreso las últimas instrucciones

p-a~9- los Malinas y Manuel J. Morales, que eran los que hacían de cabecillas del grupo. El día señalado llegó Rafael Suárez a Coma-

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