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« Previous Page Table of Contents Next Page »pre trat6 con respeto y guardé toda considera– ci6n, hasta el punto de que sus hijos y su es– posa eran amigos míos y aun partidarios. En cambio el oomandante local, que era en aquel entonces don Higinio Somoza, siempre con– tribuyó en todo lo que pudo para que yo no cayera -s la cárcel, o fuera muerto en los mon– tes. tirado por los soldados que me perse– guían. Su bl,len comportamiento para conmi– go jamás 10 he olvidado y guardo por su h\e' maria .u9' recuerdo muy cariñoso.
Mi tí'o don Rosendo Chamarra estEl,ba muy bien enterado de los trabajos politicos que fe– nía emprendidos su primo don Alejandro, así corno lo estaba también yo, que desde Coma– lapa iba frecuentemente de inc6gnito a Gra– nada. a sostener conferenoias con ellos. Otro de mis tíos que tornaba participaci6n muy ac– fiva en esta conspiraci6n era don Alberto Cha– marra, ardiente anti-Zelayista que frecuente– mente ayudaba no s6lo con sus valiosas indi~
caciones sino con sus frecuentes contribucio– nes de fuerte sumas de dinero, y ya que men– ciono a estos importanÍes colaboradores, no puedo dejar de mencionar a don Martín 'Be– nard, progenitor de distinguida familia nica– ragüense, quien con una labor eficaz, hija de su entusiasmo de joven, fue, bien puede de– cirse, junto con los oíros señores mencionados, el alma del movimiento revolucionario. En una de esas conferencias, mi tío Ale· jandro me record6 lo que me había dicho en Cosía Rica sobre que era mejor conspirar en el interior del país que hacerlo fuera de él, y que si no :me parecía así que observara lo que él ya había conseguido, esto es: todas las cla– ves de la Comandancia General con los Co– mandantes Departamentales, entendimientos con algunos Jefes Políticos o Mayores de Pla– za, y además con un armamento en Grana– da, aunque a decir verdad, más tarde se vió que este armamento no existía.
La conspiración siguió su curso y yo Irte mantuve siempre bien infortnado de ella has– ta que un día de Febrero se me 119m6 a Coma· lapa para que llegara a Granada.
Con mi fíó Alejandro pasé conversando varios días y me expuso todos los trabajos que tenía y otros que estaban pendientes. Para es– perar el resultado de esas combinaciones me t1:asladé una noche a la casa de Mama Domin'– ga, es decir a la casa de mi Papá. quien se en– contraba en ese entonces trabajando en Pana–
l~~. Allí eIicontré a don Filadelfó Chamarra, hiJO menor del ex-Presidente don Pedro Joa.,. quín Chamarra, progenitor de la distinguida familia Chamorro-Benard quien estaba oculto en una pieza donde tenía preparado un buen
e~condife, pues en ese tiempo las casas prin– Cipales de Granada rivalizaban en cuanto a cual de ellas tenía un escondite mejor prepa– rado y de más fácil acceso, única manera de
s~varse algunas veces de pasar meses y aun
bnos ~lU la prisi6n. Allí en la pieza que ocupa-a
In¡ tia Filadelfo se preparó mi alojamien-
u ••• Nuestra vida se sucedía con alternativas de tranquilidad
'Y zozobras •.. "
fa y por varios días fuí compañero de hombre tan simpá:l:ico como era mi tío "Lepo".
Cuando volví donde mi tío Alejandro, que ya tenía en mano los datos que había estado esperando, resolvimos proceder a iniciar la re– volución en la ciudad de Granada, para lo cual llamamos a don Ansehno H. Rivas, gran patriota y excelente ciudadano, para que fue– ra a hablar con el Gral. don Joaquín Zavala a fin de que aceptara la misión nuestra de ir juntos donde don Marcos Urbina a solicitarle la entrega del armamento que había quedado oculto en una alacena de la casa solariega de doña Adela Chamarra de Zavala y doña Car-
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