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« Previous Page Table of Contents Next Page »LA ENSEÑANZA LAICA
AGUSTINA URTECHO DE MARTINEZ
En siglos pasados el objetivo principal de la en– señam:a era de orden reigioso. Con el Renacimien– to éste objetivo se transforma, y la enseñanza se ins– pira principalmente por afanes de cultura.
La formación moral e intelectual caracteriza, todavía la finalidad de la enseñanza durante el siglo XIX; pero en el último cuarto de siglo, se marca la tendencia de destruir la moral tradicional fundada sobre la religión y el dogma.
La ley escolar belga de 1879, y en Francia la ley Ferry de 1882 acogen el principio de neutralidad religiosa en la escuela, que después evolLlciona hasta convertirse en la escuela laica.
De este modo el carácter religioso y cultural que tenía la enseñanza, ha sido reemplazado, por un nue– vo carácter que se trata de darles, que se le ha dado ya, al considerarlo como instrumento de una política, de una determinada doctrina o tendencia social. El fin de este proceso para nadie podrá ser ines– perado. Se ha desarrollado, como consecuencia lógi– ca de \:In principio desdichado, cuyos efectos morta– les no se podrán evitar, sino a costa de una reacción enérgica.
Se trata del principio de la autonomía humana frente ,a toda primacía de lo espiritual, en otros tér– minos del racionalismo.
Rechazar a Dios es llamar a la anarquía. Pla– tón decía que el sofista que liberta a los espíritus da la ley de la verdad, es cómplice de la demagogia, que arranca a los individuos de la ley Social.
El primer sujeto de derechos en la enseñanza es el niño, el hombre de mañana y la escllela ha de tener por objeto su formación siguiendo el plan de su destino personal, y la sociedad, antes de ser una con– cepción teórica, debe tomar en cuenta que mediante ella se amodelan los hombres llamados a constituirla. El hombre es compuesto de materia y de espíritu, de cuerpo y alma. El niño, grande por su eminente dignidad a la cual se ofrece una vocación divina, tie· ne facultad para reclamar, ante todo de la enseñan– za fas disciplinas de su propia formación: intelectual, moral y. espiritual.
La formación espiritual, se refiere necesariamen– te a las facultades espirituales del hombr~. Estas fa– cultades son del entendimiento, cuyo fin natural es la verdad y la voluntad, cuyo fin natural es el bien mo– ral.
De allí, que educar al hombre, sea ante todo llenar su inteligencia de la verdad, para que su vo– luntad se desenvuelva en el campo del bien humano. Es necesario dar a Jo voluntad un conocimiento práctico del bien, que consiste en inclinarlo a la ver– dad. La educación especulativa debe acompañarse de la educación práctica, y en este punto consiste la formación de hábitos de virtud. La escuela debería ser un sahtuario.
Frente a lo afirmación de aquellos que preten-
den considerar al niño como una cosa de la cual pue– de disponer el Estado a los fines de su Constitución o su conservación, se oponen los derechos personabs y primordiales del niño y Jos derechos de sus padres. Los padres de familia tienen la obligación, im– puesta por la ley natural de educar a sus hijos. Tie. nen consiguientemente, derecho natural al uso de los medios necesarios para lograrlo. Si el Estado, abusan– do del poder trata de imponerle a sus hijos, una falo educación, tienen los padres de familia el derecho natural de defender a sus hijos.
Paro lo formación integral del niño, aún simpla. mente humana, se necesita lo formadón religiosa. Sin ello lo mente del niño no puede resolver los problemas humanos más fundamentales; no encontrar normas seguras paro su vida moral. Como católico tiene d~·
recho a la escuela oficial católico.
La inmensa mayoría de los niños nicaragüenses se encuentran imposibilitados de acudir a las escuelas particulares. Es justo que se mire por esos niños po– bres a fin de que encuentren en las escuelas oficia– les, las mismas ventajas que los niños acomodados en– cuentran en las escuelas particulares. Hay que des– vanecer el sofisma de que el Gobierno es el que paga las escuelas oficiales y que por ello tiene derecho a imponer en ellas determinadas tendencioso Todos los nicaragüenses pagamos un impuesto escotar.
El laicismo o neutralización escolar es imposiblJ. En efecto, el maestro no es autómata, tiene por con– siguiente convicciones que necesariamente informan su actuación pedagógica.
Casi todas las ciencias tiene puntos íntimamente relacionados con la doctrina religiosa. Por lo mismo, esos puntos de contacto, o se exponen en conformi– dad con la verdad revelada, o no. En uno en otro ca– so la escuela no es neutral.
La exclusión de Dios, y en general, de las verda. des religiosas del campo de la enseñanza, constitu– ye una velada negación de las mismas.
Triste experiencia tenemos en nuestra Patrio, con el pavoroso aumento de la criminalidad, resultado fu– nesto de largos años de loicismo.
La enseñanza laica niega la verdad que en el hogar le han enseñado al niño yeso negación traicio– na SUs derechos.
La escuela laica ha fracasado.
¿Qué les falta a esas mujeres jóvenes modernas? ¿Qué les falta a esos hombres que no saben cum-plir con sus deberes ciudadanos?
Les falta la enseñanza del almo y del corazón. Les falta la enseñanza de lo moral religiosa. Les falta la enseñanza del deber, de fa virtud.
La escuela laica es la escuela sin Dios. De ahí su enorme fracaso.
En la moral, sin Dios, aprende el niño a sustituir el deber por el antojo, la razón por el instinto y el
fin
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