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EL ESTUDIO

Colegio de Señoritas de Granada

último por el placer pasajero. Fuera de la enseñanza de la Iglesia, no halla– remos nunca ni paz ni tranquilidad.

El catecismo es el libro que encierra más sabiduría en menos páginas. Es como una flor exquisita que contiene la esencia de toda esa selvo de di-vina inspiración qL!e es la Biblia. .

Contaba un misionero, que asistía a un condenado a muerte quien le decía a sus jueces:

"Me fusilan porque he asesinado, y es justo, peró queda suelto y libre quien me quitó el Catecismo de las manos y a Dios del Corazón",

Instruir no es educar, aún cuando la instrucción forma parte y parte muy principal de la educación. Envuelve algo más amplio, más acabada más. perfecto que la simple instrucción, puesto que atiende no solo a la in– teligencia, sino también al alma y al corazón.

La educación para ser completa debe abarcar no s610 el orden inte– lectual y moral, sino también el social.

Templar el olmo paro la vida, es infundide junto con lo ciencia, los nobles sentimientos, es despertar con el deseo de saber el sentido de la res– ponsabilidad, es orientar, en una palabra, la mente hacia la Verdad y la Virtud.

Antiguamente en Nicaragua no habían colegios, eran escuelitas en cosas particulares, de pocos alumnos Allí se les impartía a los niños la en· señanza del Catecismo y de la Moral. Eran gratuitos.

Más tarde un grupo de padres de familia trajo o unas señoritas ame– ricanas. El doctor Horacio Guzmán, Ministro de Nicaragua en Washington fue el encargado de escogerlas. La mayor parte de ellas eran protestantes y así se formó, el primer Colegio de Señoritas de Grahada. La enseñanza ero laica, pero dos personas, las señoritas Guadalupe Leal y Luisa Guindo, se encargaron de enseñar el Catecismo y de vigilar por la moral de las alum– nas. Ese Colegio tenía todos los adelantos modernos de esa época. En él se educaron grandes maestras como doña Josefa Toledo qe Aguerrí, doña