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« Previous Page Table of Contents Next Page »~ pronosHc6 una, seis u ocho días antes el almirante Colón en su cuarto viaje 115011 hallándose frente a la i¡¡la de Sto. Domingo, a donde no lo dejó entrar el go– bernador Nicolás Ovando, por evitar encuentros con Bobadilla y Roldan sus enemigos, pero Colón le acon– sejó no dejase salir la flota de treinta y un navíos que estában para dar la vela para Sevilla, por que ame– na:zaba .una gran tormenta. Ovando lo despreció, y
los pilofos y capitanes de la flota lo riyeron. Pero a
poco de haber salido la flota, sobrevino la formenfa y
el mar se puso furioso, cual nunca lo habían visto aquellos marineros, en los afros que habían navegado. perecieron veinf~ buques con toda la gente que en ellos iba, sin escapar uno solo, y perecieron cien mil
pesos oro pertenecientes a la real hacienda, y otros cien mil de particulares, cada peso de aquellos valía dos de los nuestros, y por lo que hace al valor estima– tivO del comercio de aquel tiempo, dice Herrera, que representaba mas caudal que dos millones del suyo. En aquella flota se perdió el grano de oro tan celebra– do que se encontró en las minas de Sfo. Domingo, que era del tamélño de una torta de Alcéllá, y pesaba
3.600 casfellanos que son 36 libras. Perecieron Boba– dilla y Roldan enemigos envidiosos de Colón, cuya memoria dura en exceeración de la posteridad. Colón
pudo preveer la tormenta por las señales que notaba en el mar y por la muliitud de toñinas (delfines 1 y
lobos marinos que viviendo en el fondo del mar hu– yen a la superficie, cuando esfe padece algún tras– torno...
Concluyo ~sfa Memoria sobre el origen del fuego volcánico, apropiándome las palabras con que se es– plicó el Sr. Guillermo Bowles en Su viaje por España, cuando descubrió que los guijarros y piedras rodadas que se hallan por diversas partes de la tierra a dife– fenfes aliuras, eran obra del mar y trabajo de las olas.
"Y miro esfa observación, dice, como el mas estimable descubrimiento que he hecho en mi vida, por que es como una llave que abre la puerta de la verdadera ieórica física de la tierra".
Tomado de la REVISTA DE LA ACADEMIA DE GEO– GRAFIA E HISTORIA DE NICARAGUA, tomo IX, núm. 1, Managua, abril de 1947, donde aparece íntegra, junto con otros trabajos del Licenciado don Miguel Larreynaga. Por lo extenso de la Memoria, nos hemos permitido l'educirla a lo más esen– cial, para dar a nuestros lectores una idea de la teoría del prócer sabio.
1843
DON JaSE BENITO ROSALES
Dice don Jerónimo Pére:z: "Abro mi GALERIA solamente a vosotros¡ no a los viejos, porque cono– cieron a los originales, no a los jóvenes extraños, porque hay :muchos librepensadores que tomarían el cuadro por el reverso, lo invertirían para exa:minar– le y lo arrojarían al suelo... ~Quién es éste viejo tan feo?"
"Es un viejo tan feo como hermoso. es el Licen– ciado DON IJOSEI BENITO ROSALES".
"El polvo de los años desfigura tal vel': sus fac– ciones, pero vedle apenas. Hene las piernas delga– das, el abdómen y el pecho abultados, los brazos cortos, las manos finas, encarnadas, la mandíbula inferior caria, el cutis :muy áspero, un tanto rojo, la nariz ancha y baja, los ojos están borrados, la fren– fe convexa y la cabe:za calva, y cubierta con un gorro de hilo blanco y nácar. Hablaba con dificul– *ad y su voz ronca y fastidiosa no le permitía discu– tir con un esfudiante en la Universidad, y menos con un tinterillo en el foro".
"Pero esa voz esta:mpada en el papel en prosa e en verso, ¡qué afluente, qué fluida, qué sonora!
"Y ese hombre, que en la puerta de su casa ha– bría parecido a un pagano el viejo Carón, si le hu– biese visto en el interior, habría creído que el ate– niense Isócrates, había renacido en Granada. Allí recorría en medio de su discípulos la diagonal de su sala dictando sin interrupción a dos escribientes, que llevaban :materias disfinfas en sus respectivas mesas. Si de improviso le hablaba un visitante, des– pués de despedirle, no pedía la palabra, sino que continuaba su redacción, como si no le hubiesen perturbado. Una imprenfa en el interior publicaba
S?S obras. las famosas Reglas del Derecho, los Dic–
Clo~arios de. Jurisprudencia y un sinnúmero de opusculos y de papeles suelios sobre toda :materia".
"Su reputación de jurisconsulio y de literaio no quedaba en Granada, su patria, sino que se extendía especialmente a Guatemala, donde adquirió sus títu– los, y hasta México, donde fue conocido personal– mente".
"Era conservador, y su pluma aterraba a los liberales en un periódico que publicaba en su im– prenta. Ignoramos si la terquedad de aquél partido
o la debilidad de Rosales le hicieron cambiar de bando¡ fue Ministro de la Administración Pérez, y emigró a Cosia Rica, poco antes de la invasión de Malespín y pronunciamiento de los nicaragüenses. Cuando supo el triunfo de éstos entonó su bellísimo canio:
Ya del pueblo las huestes invíctas Se coronan de gloria inmortal...
cuya continuación no recuerdo, y que fue leído y celebrado por sus mismos enemigos. Habiendo vuel– to a Nicaragua figuró en el bando liberal, que le eligió Senador, y aún tuvo en depósito la Presiden– cia de la República. El gran participio que fuvo en la revolución de 118148 le causó una prisión larga y aflictiva porque creyó que le condenarían a muer– ie, le defendió valienfe:mente su discípulo y amigo, mi inolvidable maesfro Licenciado José María Estra– da. Rosales enfermo y miserable, vino a esfa ciu– dad, (Masayal en tal "estado, que no podia despa– char la más pequeña causa, y yo iba diariamente, siendo bachiller, a ayudarle en su despacho para que ganase los honorarios, cuyo recuerdo lo hago con gran dulzura. Se fue después a Granada, y pa– sado algún tiempo recibí de Estrada el siguiente aviso.
"Querido Pérez: El Prócer de la Jurisprudencia, el Poeta del Oriente, el Cisne del Gran Lago se halla
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