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Este es el grupo de exilados que reunidos por única vez deliberaban la forma de libertar a Nicaragua de la tiranía de Zelaya: De pies, de izquierda a derecha: Doctor Bernardo Novo, medico cubano¡ don Juan José Zavala¡ General Emiliano Chamorro; don Diego Manuel Chamorro; don Alejandro Cantón; don Pedro Joaquín Chamorro¡ don Agustín Bolaños Chamorro; don Mig'uel Cárdenas; don Al'noldo Solórzano¡ don Clemente Santos. - Sentados, de izquierda a derecha: don Fernando Cha– morro; Lic. don Félix Pérez Pacheco; don Salvador Chamorro; General don Leónidas Plaza, ecuatoriano, más tarde Presidente de la República del Ecuador¡ Doctor Adán Cárdenas; don Enrique Solórzano¡ don Carlos Selva; y don Alejandro Chamarra.

bien y pronto lograrnos llegar a "Charco Muer:l:o" y no hubo necesidad de echar carga al agua, ni de que ninguno de noso:l:ros conti– nuara el viaje entre el agua, asido de la bor– da.

Lo pritnero que supitnos al llegar a "Char– co Muer:l:o" fue que hacía pocas horas habían es:l:ado a buscarnos y a registrar la hacienda unas tropas del Vapor "93". Desde luego que, con es:l:a noticia rni alartna fue grande. Tarn– bién puditnos cons:l:a:l:ar que los trescientos o cua:l:rocientos hornbres que habían prornetido don Pedro Joaquín Chamarra y don Francisco del Castillo, se habían ido a sus respectivas ca– sas después que esos señores habían salido pa– ra Cos:l:a Rica, dejando todo aquello completa– rnen:l:e solitario.

En vis:l:a, pues, de que no había nadie por aquéllos alrededores que nos pudiera infortnar de la genie, resolví ir a la hacienda "Cutirre"

de don Salvador Jiménez, y allí, no encontré tampoco ninguna infortnación. Decidi enton– ces enviar un cornisionado a Granada donde don Salvador Jirnénez para que rne hic::iera el favor de llegar a su hacienda ese rnismo día para que conferenciárarnos. El enviado era un entenado del rnandador de la hacienda, cono– cido del Sr. Jirnénez, pero és:l:e no le dió crédi:l:o al muchacho, ni a una car:l:i±a rnía que con él le había escrito, resultando que se negó a ir y

lo arnenazó con denunciarlo como espia. por lo que el rnuchacho se regresó alartnado. Yo también participé de su alartna, mas insistí en enviarlo donde doña Cartnela Charnorro, espo– sa de don Pedro Rafael Cuadra, quien para entonces había regresado a Granada.

Esta señora era hija de don Pedro Joaquín Charnorro ~que fue Presidente de la Repúbli– ca del año 76 al 80-:- y pertenecía a una de las farnilias rnás distinguidas por su cultura y por

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