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BRUJULA PARA LEER

EL DESAGUADERO DE LA MAR. DULCE

El libro "El desagüadero de .la M~, Dulce", de Eduardo Pérez Valle, es. uno del .lipo,?e El <;'o~el'na­

dor de Nicaragua", que hace va.nos a~os .~SCn~lO,C~r­

los Molina ArgÜello, libro de ~nveshgaclOn hlstonca y de fijación de hechos en su fíem~o Y lugar, exa~o¡

libro de estudioso que quema energlas con a~an Clen– fifico¡ de trabajo metódico, orientado excluslv~ente

al conocimiento de la verdad para que nunca mas sea llamado a engaño.

"El Gobernador de Nicaragua", ~esconocido .casi de nuestras élites, de nuestros p'~ofeslon~l~s y ';1nlver– sitarios, describe la conformaC1~m.admIDlstrahv~, ~l

status jurídico y el siste::na eCOn?mlCO de la provlDc:m de Nicaragua en los pnm~ros hen:Pos de. la colonl?-. Su aufor -admirado Y bIen quendo amlgo;-- habla hundido ojos e inteligencia en la fuente mejor escla– recedora de aquellas cosas y de aquellos hechos, el Archivo de Indias de Sevilla, en el que trabaja ahora de nuevo desde hace tres o cuatro años, para algo segurame;"te más hondo y más definitivo.

"El DesagÜadero de la Mar Dulce" profundiza en la Geografía de Nicaragua para basar en ella sus fija– ciones históricas, rectificando en mucho la historia del descublimiento de la hasta entonces mis1eriosa y, des– pués por siglos, dispufada rufa nicaragüense hacia el Atlántico.

Eduardo Pérez Valle es un capacitado profesor de Geografía, Historia y Dibujo y un escritor sobrio, men– to más el detalle científico que a las galas del lengua– je. "Tanteamos -dice modestarnente- la introduc– ción a los deficientes métodos tradicionales de los estudios históricos en nuesira patria, de elementos de carácter más científico, extraídos principalmente de la Geografía, que poco a poco ha ido abandonando su vieja índole de ciencia puramente descriptiva, y ayu– dada eficazmente por poderosos auxiliares, ha deriva– do ,fuertemente hacia el campo de las ciencias exac– tas .

Esto, en el prólogo. El libro propiamente dicho comienza con un bosquejo de 10 que se supone fue Nicaragua en la Era Terciaria.

Luego entra el aufor en la materia, aportando da– tos que revelan sus conocimientos geográficos cimen– tados en el estudio diredo del escenario de su historia. Dice, por ejemplo,

"El desnivel de la corriente (del río San Juan 1 va– ría desde unos 15 milímerios por kilómetros en Agua Muerta, hasta casi 3,5 metros por kilómetro en el rau– dal de El Castillo; y la velocidad, de :menos de 0,30

metros por segundo hasta :más de 3,60".

Así de acucioso es Pérez Valle en la demarcación de su geografía.

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S El DesagÜadero no lo buscan los españoles por el an Juan en los comienzos de la colonia. Van por el

NG°rt~, hacia las Segovias, hacia Honduras, hacia Cabo raClas a Dios.

"Es cosa notable -dice el aufor en el capítulo VI de la 3' parte de su libro- que en casi todos los do– cumentos de la época del descubrimiento y conquista

de América exista una :marcada tendencia a conside– rar el Norte geográfico bastante desviado hacia el Este en relación con la posición que hoy ocupa. Quizá este hecho tenga sus orígenes en el fenómeno conocido

c~n:o varia,!ión o declinación secular del polo mag– netico, en VIrtud del cual este punto cambia de lugar constantelnente sobre la superficie terrestre, originan– do los consiguientes cambios de la dirección de la

bz;új~la,~n relación con el Nade geográfico o el astro– nomlCO .

Esios datos los trascribimos tornados al azar con la sola intención de destacar el cuidado que Pérez Valle se ha tornado para hacer definitivamente vale– deras sus conclusiones sopre la gran aventura.

Su objetividad en 10 histórico corre parejas, natu– :;ahnenie, co~ s,:! objetividad en lo geográfico. No le Interesa depnmlr la gran obra de la conquista espa– ñola en este que constituye uno de sus episodios apa– si?n!'intes, ni hacer creer que los españoles que la es– cnbleron eran ángeles. No hay aquí pasión ninguna co:mo no sea la que siente el aufor por la investiga~

ción que intenta llevar a feliz término.

Si al tratar de fijar un hecho cualquiera encuen– tra indios cruelmente sacrificados, no los aparta de su marco, pero tampoco pone trazos negros donde todo está limpio. Un hombre de su conformación intelec– iual no puede hacer aspavienios ante las durezas ine– vitables de toda obra conquistadora.

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En las dos primeras partes de la obra están con– tenidas las iniciales tentativas de descubrimiento y conquista del Desagüadero: y en la tercera, todo el bregar pri:mero de Machuca y después el de Calero y Machuca, hasta la coronación de sus empeños.

Se conoce allí algo de las ansias y trabajos del Padre Las Casas, las ubicaciones de poblados indíge– nas, nombrados por los cronistas españoles, y ahora desaparecidos, corno Pocozol, Voto, Tori y Suene. y

la del río, entonces lla:mado Yari y ahora Punta Gorda que los conquistadores creían que era el Coco. '

Allí había ido Machuca por orden de Calero, vién– dose obligado a regresar con sus compañeros sobrevi– vientes a Granada, mientras su jefe, que había hallado ya la desembocadura del San Juan en el Atlántico subía por el mar hacia el Norte para esperarlos inúfil~

mente en las costas de la laguna de Bluefields.

Transcribimos, como para subrayar esta nota con palabras del autor cotnentado en ella, un párrafo de su epílogo. Se refiere a las confusiones que han exis– tido de antaño en el campo de los estudios históricos,

. 'La raíz de este :mal -dice- está en el uso y abu– so que se hace de una geografía elemental y fácíl, que sólo conoce los macro-accidentes y se olvida de mo– destos detalles, donde quizá está la clave de importan– tes problemas. Y por aira parte en la acepiación del contenido de ciertos documentos como verdades que repugnan toda crítica, siendo así que tales fuentes casi siempre fueron escritas obedeciendo a consignas y de– formando a veces fuertemen1e la: verdad, que el estu– dioso, con su buen juicio, está obligado a restaurar".

"'OSE FRANCISCO BORGEN

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