Page 62 - RC_1960_08_N1

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de él haciendo menc~on honrosa y meritoria de por la parte que desempeñé en ella. Después de un ligero descanso continuamos la marcha para Momotombo, pero por órdenes de la Jefatura del Ejército nos detuvimos en la hacienda "California", lugar !io muy dislan– te del puerto lacustre de Momotombo. Aquí fuí ordenado a tomar la línea de defensa en una extensión como de mil varas de dicho puerto. Allí distribuí los trer;icienios hombres que se habían incorporado a mis fuerzas, ama– rré mi hamaca de dos árboles y quedé insta– lado. Al siguiente o dos días después de nues– ±ra estadía allí nos anunciaron la llegada de Zelaya, en calidad de inspección y me orde– naronsalir con cincuenta hombres a encon– trarlo y explorar el camino para su pasada.-

En esta operación ocurrió una contigen– cia: yendo nosotros por un qamino para salir a un llariete, nos hicieron fuego del exíremo contrario; inmediatamente contestarnos con descargas más activas y ma:rchando siempre sobre los ofensores, quienes al ver nuestra ac– ti±ud se declararon en fuga y corrimos tras ellos. En mi carrera oí una voz que sajía de entre los árboles, que decía: "Emiliano. Emi– liana", a este requerimiento me detuve y des– cubrí a un señor de saco y chaleco, con un sombrero de esos que llaman "bombin". Era el Doctor Desiderio Manzanares, Subsecretario de Fomento, quien me dijo: "Somos los mis– mos, el Gral. Zelaya nos mandó de avanzadi– lla". Le expliqué a mis fuerzas lo ocurrido, les dí ánimo con lo que quedaron completamente tranquilos, seguros todos de que por ese lado no había peligro. Por supuesto, desde ese mo– mento mi preocupación fue muy grande por lo que podría pensar Zelaya de mi acíi±ud, dado mi carácter de adversario político; y por ello me detuve hasta que llegó el Gral. Nicasio Vásquez, a quien le manifesté mi preocupa– ción, dándole seguridades que de mi parte no hubo mala intención. Vásquez le dió fe a mis palabras y quedó plenamente satisfecho. El Gral. Zelaya llegó con varios personajes de Ma– nagua y con el Gral. Terencio Sierra, militar hondureño de gran valía y que más tarde fue– ra Presidente de su Patria. Llegado yo nueva– mente a "California" ordené a mis soldados ocupar los puestos que tenían antes de la ins– pección y yo también ocupé el mío.

Cuando le sirvieron el almuerzo al Gral. Zelaya y su comitiva, mandó a invitar a algu– nos de los militares de las fuerzas del Gral. Nicasio Vásquez, ya mí este Gral. en persona me invitó, pero yo me excusé porque la línea de ~efensa que tenía a mi cargo era grande y tenua ser sorprendido en cualquier momento y no asistí al banquete. En las primeras horas de la noche volvió el Gral. Vásquez e insistió ex:: invitarme, de parte del Gral. Zelaya, me

d~Jo, para que asistiera a la comida que le da– ban esa noche; y entonces me pareció mejor ser franco con Vásquez para evitar que el Gral. Zelaya sufriera una equivocación respecto de

mi conducía, diciéndole a Vásquez: "Agrade~­

ca al Gral. Zelaya su generosa invitación. peto no quiero que mi presencia lo haga pensar que yo desisío de mi oposición franca y firme a su Gobierno. Hágame favor de decírse,lo

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as~ .

Pasó la noche con tiros esporádicos de una y aira paríe; pero al amanecer observa– rnos que los tiros del lado de Momotombo eran desperdigados y fuí ordenado para levantar el campo y marchar sobre Momotombo, para donde salí y corno a media legua de andar me encontré con tres o cuairo hombres y me in– formaron que las fuerzas enemigas que esta– ban en Momotombo habían abandonado la Plaza y salido con dir~cción a "La Paz Centro". Detuve a estos hombres y envié un COrreo al Gral. Vásquez informándole de lo ocUrrido. Poco después llegó el Gral. VtJ.squez aGo~pa­

ñado del Gral. Zelaya, del Gral. Terendo Sie– rra y de algunos otros militares de alía jerar– quía. El Gral. Zelaya personalmente interrogó a los hombres detenidos por mí, confirmándo– le éstos la desocupación de las fuerzas del Gral. Chavarría, después de lo cuai me dijo el Gral. Zelaya: "Continúe su marcha a Momo– tambo, llevándose a los hombres X si es men– tira lo que ellos han dicho, fus~lelos". Con gran safisfación de mi parte encontramos que efectivamente la Plaza había sido abandona– da por el enemigo, corno a las cinco de la. ma– ñana lo que nuevamenie mandé avisar al Gral. Vásquez y éste a su vez al Gral. Zelaya, llegan– do enseguida todo el grueso del ejército. Ins– peccionando estáhamos las formidables trin–

cheras que en ese puedo habían hecho los Generales Godoy y Chavarría, cuando llegaron a avisar que el Gral. Paiz estaba atacando La

Paz Centro y le estaban ofreciendo mucha re– sistencia, por lo que pedía auxilio. Entonces el Gral. Zelaya, dirigiéndose a mí, me dijo: "Quiere Ud. ir a auxiliar al Gral.?" y con mi contestación de que lo haría con mucho agra– do, me agregó: "Esa mula en que Ud. anda se la voy a cambiar por el caballo que anda mi cuñado Luis Cousin". El caballo que me ofre– cía era muy hermoso, color tordillo; pero la mula mía era muy buena y de mi propiedad y le dije al Gral.. Zelaya: "Le agradezco mu– cho, pero esta mula si no la matan, deseo con– servarla" y me despedí, saliendo para La Paz Centro.

Al llegar a La Paz Centro encontraInOS que ya el Gral Paiz había logrado desalojar al enemigo y éste Se retiraba a foda prisa a la ciudad de León., Informado el Comandante General de fal suceso, dispuso que el ejército hicierl¡! alto en La Paz Centro, para reunirse ahí con los ejércitos del Norte y el del Cen:tro, hechq lo cual, se dispuso que ya con l:iU nueva orgap.ización la vanguardia la tornara las fuer– zas gel Gral. Juan Pablo :A.eyes; y las de ese Cueipo, me dieron la vanguardia a mí para Inarchar sobre León.

Mi marcha "a la ciudad, muchas veces fue

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