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« Previous Page Table of Contents Next Page »interrumpida por Comisiones que llegaban del ejército derrotado, para evitar que las fuerzas triunfantes, o sean las del Gral. Zelaya, entra– ran a la ciudad. Pero ninguna de esas comi– siones iuvieron éxifo ante el Comando Su– premo y la orden dada antes para mí, fue manfenida, por lo que seguí adelante hasta ocupar Subtiaba, sin haber choque alguno. Pocas horas después fuí ordenado salir para el puerto de "El Realejo", en donde según datos que feníamos, salieron a embarcarse los jefes de la Revolución. En esta persecusión llegué hasta la hacienda "Corcuera" de don Fernan– do Sánchez, y ahí obtuve datos ciertos de que ese mismo día se habían embarcado dichos je–
fes para el puerto de "La Unión", El Salvador.
Antes de terminar esfe capítulo, quiero de– jar constancia de que en Subtiaba conocí, por vez pr:i:rnera, al Presbítero Ramón Ignacio Ma– fus, enionces Cura del Templo de aquel barrio, sacerdote con quien conservé más farde, esfre– cha y muy gratas relaciones.
Tres o cuairo días después de haber en– trado a León (la ciudad) el Gral. Zelaya, como Comandante Gral. del Ejército, principió a la desmovilización de las fropas que· hubo que armar para hacerle frenie a la Revolución que acababa de terminar. Esta desInovilización comenzó por las fuerzas comandadas por jefes militares conservadores, fales como el Gral. Ig– nacio Paiz, Coroneles Filiber±o Castro, Jonás Alvarez y ofros varios; por supuesto que tanl– bién mis fuerzas entraron en ese número; pero en León no supe que mi reconcenf:ración a Managua, era para desmovilizarlas; así que para mí fue una sorpresa que cuando llegamos frente al Palacio Nacional y del Jefe Militar de ese edificio, me dijo éste: "Pare su iropa; la hace entrar al edificio y que pongan sus armas arrimadas a la pared, y vengan maña~
na para liquidarlos".
El siguiente día fueron liquidadas mis fuer– zas, de igual manera como ya habían sido li~
quidadas las oiras; y a mí se me nombró "Jefe Día", con el grado de Teniente Coronel; lo cual me impresionó por el ascenso que se había hecho, sobre todo cuando me presenté al Gral. Zelaya a pedirle sus órdenes.
En el cumplimiento de mis funciones de Jefe Día, me acoInpañó el joven Alfredo Galle– gos que como yo, era conservador y opositor al Gobierno del Gral. Zelaya; recorrimos iodos los puestos militares de la población y nos de– dicamos fambién a visitar a nuestras aInis±a– des personales. Es±ando en funciones de Jefe Día, pedí mi baja, y se me concedió en el acto, como que ya se me estaba esperando con ella, y se me enfregó con el Despacho de TENIENTE CORONEL a mi favor.
Ya convertido en ciudadano civil, volví a Matagalpa a reanudar mis trabajos de agricul– tura y a formar una hadenda de café que lla– mé "El Picacho", La vida que allí pasaba era
la misIna que la anterior, cuando llegué la vez priInera, es decir que Ine Inantenía cinco días en el trabajo y dos en la población, yeso ge– neralmenfe hacían los ofros granadinos que se encontraban allá, en las Inismas condiciones mías. En este esfado de cOInunidad de anligos y paisanos. Ine encontré con don Luis Vega, que ya vivía ahí y con él y en reunión de ami– gos depadíamos sobre varios femas, mientras nos diveriíamos a la vez jugando "poker" En esa forma don Luis y yo, feníamos oportuni– dad de hablar sobre asuntos politicos, sin des– per±ar sospecha alguna, así llegaInos hasfa lograr que don Luis se convidiera en el alma de una conspiración, basada en el pronuncia– miento militar que llevarían a efecto los acan– tonados en el Cuaríel llaInado "La Momo±om– loo", en Managua.
Entonces sucedió un episodio digno de anoiar, con resultados fafales para nosoiros: la noche ep. que iba a realizarse el pronuncia– Iniento, nos encontrábamos reunidos jugando una partida de "poker": El Jefe Político, el Direcfor de Policía, don Luis, yo y dos personas más aficionadas a ese deporte. Nosotros espe– rábamos un telegrama que debía llegarnos de Managua, avisándonos que ya había estallado el movimiento aquí, para nosotros apretaI allá capturando a las ciiadas autoridades con quienes estábamos reunidosl pero en cambie de llegarnos a nosotros el aviso esperado, lE llegó un telegrama al Jefe Político poniéndo1c al fanfo de fodo, procediendo ésfe a captural a don Luis. El Director de Policía no hizo na· da. Sin embargo de la capfura, el Jefe Politice se portó muy caballerosaInen±e al extremo que se echó el telegraIna a la bolsa y con:tinuamof jugando durante un término prudencial enire quince minutos o nledia hora Inás. En segui– da, don Francisco Uriarie, que así se llaInabe el Jefe Politico, le dijo a don Luis: "Vámonos y para que no se alarme tu señora. andá a dar· Init a fu casa, y fe presentás a mí a las seis de la mañana, Inañana".
A las seis de la mañana antes citada, e: Coronel Uriarie pasó por Ini casa invitándomE para que fuéramos a bañarnos al río y pasá ramos sacando al señor Vega, para que des pués del baño, ya pasara don Luis a guarda] prisión, como efectivamente se hizo; pero lai consideraciones del Cnel. Uriaie no cesaron a11 sino que ±UVO la deferencia de que invitáramo: aInigos para que jugáramos con don Luis, par tidas de "poker".
Ya que he referido la anterior anécdoh noble del Cnel. Uriar±e, voy a relatar otro suce so que ocutrió entre los Jefes Políticos dI Jinotega y Mafagalpa y la Colonia granadim que había ido COInO promotora en el cultive del café a los Departamentos del Norte, y qw vivía entre Jinofega y Mafagalpa, guardandc amistosas relaciones que se traslucían en visi fas que se hacían los unos a los otros.
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