Page 52 - RC_1960_08_N1

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comefi el error de querer violenfar mi vida de Colegial empeñando mi memoria al aprender las lecciones muchas veceS sin tener completa comprensión de ellas, sin embargo, las repefía con bastante facilidad sin omitir, a veces, ni una coma.

A este respecto recuerdo que más tarde ,me relacioné con los esfudianfes Miguel Cua– dra Pasos y Joaquín Barberena Díaz que estu– diaban juntos y quienes me admitieron en su compañía para estudiar algunas materias que llevábarnos, siendo el joven Cuadra el mejor memorisia de los fres. El joven Barberena te– nía más dificulfad para aprender que nosotros. De esta rni vida de Colegio nació rni arnis– tad con el joven Bartolo Mariínez que tarnbién era estudiante del Colegio. Con motivo de uña elección de Directiva para una Sociedad Lite– raria de las que suelen forrnarse en los Cole– gios, un grupo de estudiantes presentó la candidatura del que fue rnás tarde General José María Moncada para Presidente de esa Directiva y otros, encabezados por Bartolo Marfínez, presentaron la mía. Durante la elec– ción hubieron dificultades y pleitos y después que se me eligió, Moneada se separó para for– mar un Ateneo aparte. Recuerdo que enfon– ces Bartolo llegó hasta los puños apoyando mi elección, hecho que me vinculó con él para el resio de mi vida.

Otra anécdota que fuve en el Colegio fue que en un viaje que Rarnón Rostrán hizo por Cornalapa, nos conocimos cuando aún yo vivía allá. Debido a ese conocimienio previo, cuando lo volví a encontrar en el Colegio corno estu– diante más adelantado que yo, procuré hacer– lo mi rnentor en la clase de Aritrnética Razo– nada, pero como siempre fracasaba en mis lecciones, a pesar de las insirucciones del men– ior, el rnaesiro José Trinidad Cajina rne tenía siernpre en la "huesera".

La clase de Aritmética Razonada, por ser rnuy nurnerosa, se dividía en dos secciones. La primera recibía la clase de 8 a 9 a.m. y la otra de 9 a 10 a.rn. Quiso la casualidad que Ros– irán asistiera a la primera tanda y yo a la se– gunda. lJn día que esiaba desocupado me fuí a la oira clase donde estaba Rostrán y fue grande mi sorpresa al verlo ocupando un pues– to en la "huesera" de su clase, que era la úlfi– n:

a banca a la que el profesor no le prestaba nIngUna atención. En ese día tocaba una lec– ción interesante" y me propuse escuchar atenta– menie y fijarme en las preguntas y repregun– tas del Profesor que eran el fuerte del Maesfro Cajina. Así es que cuando en mi clase se des– a;-rolló la misma lección, yo ya tenía experien– CIa adquirida en la clase de Rosirán y cuando alguno de los estudiantes considerado como bueno era requerido por Cajinifa y fallaba, yo me ofrecía para contesfar. Al principio no me hacía caso alguno pero al fin cayó en la cuen– ta y me llamó a coniestar, sorprendiéndose no poco por mis acertadas respuesias y él me ob– servaba de pies a cabeza, asornbrado.

Su padre, Don Salvador Chamorro, recién llegado de Europa.

Para ferminar con este capítulo de mi vi– da de Colegial, recuerdo que antes de rni exa– men de Bachillera±o fuí por dos meses Profesor de historia de la Primera Sección de rni clase. De la segunda lo era Miguel Cuadra Pasos. Arnbos merecimos felicitaciones de los exami– nadores y del Profesorado. Así es corno mu– chos títulos o nofas de los exámenes de his±o– ria llevan mi firma como profesor.

Me parece que me Bachilleré en Ciencias y Le±ras y como Ingeniero Topógrafo en 1889

en ese rnismo Colegio.

Durante mi permanencia en el Colegio de Granada pasaba los Domingos y días de asueto en la Biblioteca de los Chamorro am– pliando mis conocimientos y leyendo libros de historia. Las Guerras Púnicas, las Guerras Mé– dicas, Alejandro Magno, Aníbal, etc., me a±raín sobrernanera. Los historiadores César Can±ú y

Lafuen±e rne eran familiares. Durante ese tiempo Alejandro Zavala era mi amigo más íntimo por su carácter campechano y bro– meador y Juan Paulino Rodriguez me iraió siernpre con especial estirna.

No fue sino hasta el 28 de Abril de 1893

que empecé a dirigir rnis actividades en otra esfera que no fuera la de vigilar la buena rnarcha de las propiedades de café de mi pa– pá: "La Luz", "Corinto" y "Sanio Dorningo". Pero en la noche de ese rnisrno día, 28, esian-

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