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DE LA EJECUCION DE
WILLlAM WAlKER
12 DE SEPTIEMBRE DE 1860; TRUJILLO, HONDURAS
LAS VERSIONES DE SU MUERTE
"Son varias y diferentes las versiones publicadas sobre la muerle de Walker. Según un relato, el jefe
~ilibustero pronunció una alocución declarando que ;noría en el seno de la Iglesia Católica y Romana, que había hecho mal en hacer la guerra a los hondureños y pedía le perdonasen, que sus hombres no tenían culpa alguna, y que estaba dispuesto a morir.
(Hal'pel"s Weekly, IV, página 647). Otra versión dice que habló en español (Willt Wa1ker in Nicaragua, por James Carson Jamison}, y otra znás aun que un sacer– dote habló en su nombre. Pero la verdad es que no habló a nadie más que al sacerdote que le dió los auxilios espirituales. El extenso relato publicado por Jamison -que dice éste se lo dió un tal Walier Stan– ley, soldado de la úliizna expedición del filibustero, cincuenta años después del suceso- es erróneo y lle– va, a conclusiones falsas. La versión que juzgo verídi– c;a es la de dos oficiales de Walker, el Mayor Dolan y el Capitán West, aparecida en el New York Herald del 4 de octubre de 1860, es decir apenas llegados a los Estados Unidos y cuando aun estaban los aconteci– mientos fresco!! en su meInoria. Esto, adeznás, lo co– rroboran otros dos informantes contemporáneos, William S. EUon, Ingeniero del Panazná Railway, que
casualmente se encontraba en Trujillo el día de la ejecución y declaró haber sido testigo presencial, y un filibustero deserlor de apellido Scheffe, cuyas declara– ciones son casi idénticas a las de Dolan y W esto Véase el New Orleans Delia, con fecha 5 de octubre de 1860.
(Lo anterior es una nota de la obra de William. O. Scroggs, titulada "Filibusters and Financien!", New York, 1916).
EVOCACION
"Se dice que Walker pasó los úllim.os seis días de su vida zneditando y haciendo oración. Se podrá has– ta dudar de la sinceridad de su devoción, pero ~cóm.o
no apiadarse de él viéndole buscar ese consuelo en sus úlliznos mom.enfos? Sabe Dios lo que pensaría znien– tras esperaba al pelofón de znalos tiradores hondure– ños que lo fusilarían.
"~Recordaría acaso el entusiasta recibim.iento de León? ¿O la torna de posesión de la Presidencia en Granada?
"¿Pensarla en la altura a que había llegado en sólo cinco años? ~O no vería znás que los fantasmas de todos los hom.bI'("¡ que había znandado matar revuel– tos allí en los rincones de su calabozo, junto con las sabandijas, m.irándole con la gran lástima con que los muerlos zniran a los vivos?
"Un pelotón de soldados znorenos y descalzos le
llevaron de la prisión a un terrenito despejado de la orilla del mar. Salió caminando con firzneza, hacien– do resonar sus pasos en el corredor enladrillado. Lle~
vaba en la mano un crucifijo, y en
VOl'; inaudible para otros dijo algo al sacerdote que lo acoznpañaba.
"Dispararon sin puntería sus viejos fusiles de chis– pa y no le mataron en el acto. Un oficial se acercó mirando nerviosaznente al caído, y sin m.irar le dispa– ró en la cara un firo. La bala desgarró la m.andíbula de aquel hombre que jam.ás sonrió en su vida defor– mándole el rostro en una m.ueca de payaso".
(Párrafos de la obra "The Filibuster", por Lauren– ce Green, Nueva York, 19371. I
Traducciones de Luciano Cuadra I
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