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destruirles en su propia esencia funcional, antes bien, afirmándoles en su propio ser y en su propio valer. Describiendo a la ciudad medioeval Lewis Munford nos dice: "Generalmente, dentro del centro de la ciu– dad, janto por razones prácticas de reunión, "como por razones siznbólicas", se elevaba la iglesia princi– pal o catedraL.". Es que en la Catedral estaba repre– sentada la ciudad. O, para mejor decirlo con el mismo Munford, en la Catedral se representaba y se vivía, con toda la intensidad de su realismo, el propio drazna de la propia vida medioeval.

La Edad Media, -hemos dicho ya-, produce y vive ese doble senfido de unidad y diversidad. Por esto último se reconoce y Se afirma en la sociedad toda una serie de actividades vocacionales o funcio– nales y toda una serie de estados o grupos sociales. Por la unidad, todos estas grupas sociales y funciona– les se jerarquizan e integran en un solo cuerpo. Bajo este sentido, profundamente religioso de la vida, se– ñores y siervos, artesanos, oradores y defensores reco– nocen sus diferencias funcionales, pero afirman su igualdad ética y znetafísica en la integración definiti– va y fatal de un solo cuerpo. Nada expresaba esfo con mayor exactitud que la Catedral. Albedo Durera, que describe una grandiosa solemnidad de Nuesfra Señora de la Ascensión en Amberes, a comienzos del siglo XVI, hace notar c6mo "iodos los ofil'lios y clases de la ciudad estaban reunidos luciendo sus mejores vestidos. Y tanto las clases y las corporaciones osten– taban sus signos, "gracias a los cuales se les podía reconocer". Ahí estaban los orfebres, los pintores, los albañiles, los bordadores, los escuIfores, los ebanistas, los carpinteros, los marineros, los pescadores ..... etc., efe... Toda una larga lisfa de los grupos sociales y

funcionales ahí congregados e integrando un solo cuerpo. Lo más hnpodante es que esta presencia de los grupos sociales en la Catedral no se realiza co– rno simple formaliszno, sino que es toda una actitud afirmativa de lo que realmente se es. Una auténtica y verdadera profesión de fe en una verdad que, más que creída, se vive infegralmente. La Catedral fiene así un carácter verdaderamente comunal, No es un simple lugar de cita, ni un simple lugar de espectácu–

lo al que sólo se llega a mirar. Ella es todo un am– biente de comunión, en el que iodos los presentes son reales y verdaderos actores de un mismo drama. La ciudad entera se siente vivir en la Catedral. Por eso se la quiere/ y por eso, -corno muy bien decía el Marqués de Lozoya en una conferencia que iuvimos el gusto de escucharle en Buenos Aires-, el pueblo fado pone el orgullo y el prestigio de su dudad en la Cafedral.

Este sentido "catedralicio" de la ciudad, -si así puede llamarse, supervivió por mucho tiempo en Es– paña, de donde pasó a nuestros pueblos de América. Dentro de ial sentido no es de extrañarse que en la Catedral se recoja y se cultiven el arie y la ciencia. en todas sus manifestaciones, desde las más elevadas hasta las más inferiores. Pintores, músicos, escultores, poetas, escribanos, matemáticos, etc... todos hacen su vida alrededor de la Catedral, El mismo featro Se desarrolla y se hace, en los auto-sacramentales y en

los misferios, frente al pórtico central de la Cafedral y bajo símbolos religiosos.

Es así, pues, cómo en un principio encon±ramos

a la Universidad vinculada direcfarí\Emte a la Cate· dral. Las primeras corporaciones de eiltudiantes y doc– fores, -de las cuales saldt.ía Inás farde la Universi· dad-, se forman denfro del seno del claustro y a su sombra crecen y se desarrollan. Los esiudios profanos están dentro de los propios estudios eclesiásticos y regulados por las autoridades religiosas.

Teología y Estilo Gótico

Si la Catedral representa, -como hemos dicho--, a la comunidad medioeval, nada ha expresado mejor en la Catedral a ese sentido de vida significado por ella, que el estilo arqui±ectural gótico. En las grandes catedrales góficas, las naves parecen abrirse para abrazar en su seno a la ciudad eniera, mientras el ansia vertical de sus torres, cada vez más agudas hacia el cielo, parecen reducir a unidad El. :lodo el pue· blo. El gótico no es sólo un estilo arquiteC±ónico, sino que es, en realidad, el propio estilo de vida medioeval. Este estilo se manifiesta fambién en el ambiente de lo

puram~nfe q~,enfífico con la "Teología", La Teología es en la Edad Media una especie de "ciencia surnma" / de principio y fin de toda forzna de pensamienfo, y aún de toda acci6n. La perfección del saber la repre– senia el "teólogo". El teólogo lleva en sí al filósofo, al científico, al jurista, al artista, al político... Pero no para pretender saber de fado, sino para realizar cada parte del saber, -señalada por la propia vaca· ción personal-, en función de un Todo. Es por esto que, en los comienzos de la Universidad, la docencia sólo la ejerce el te601go. Sólo en la Catedral existe la cátedra.

Las Corp0ll'aciones y la UniveI'sidad

Así COrrtO la Caiedral represenfa el signo de uni– dad/ esa función del Todo en que se reali:l:a la Edad Media, la Corporaci6n expresa, --dentro del concepto profesional o de trabajo-, el sentido de lo vario y lo diverso. La vida profesional se desarrolla siempre dentro del Gremio o de la Corporación. Pero el riimc de esta diversificación no es el de un desi1).fegrars6 dE la sociedad, sino todo lo contrario: un recio y vigo roso integrarse. El concepfo orgánico de, la sociedad medioeval hace de cada Insiitución Social un "órga no". Esfo quiere decir, que en cada insti±ución se re conoce una integración primaria y básica del organis mo o cuerpo social. En lo intimo de cada Corporaciót hay también unidad y diversidad. Por eso i;lU nombro

gener~l y característico es el de "universitas". No insistiremos en la naturaleza de lps gremio medioevales, pero haremos resaliar, sí, entre sus ca racierísficas principales, la de representar a un detel minado grupo profesional, y. sobre todo, la de regu lar, con plena auionomía de fuero o privilegio, fod lo concerniente a la formaci6n y ejercicio de una dE terminada profesi6n o aptitud vocadonal, De esie el píritu, emineniemente corporativo, empezó a broie la Universidad, ial como vive en nuestros días. LE "universifas magistrorum et scholarum" o "CorpOI'1 ciones de maestros y estudiantes", adscritas a las Cl tedrales, son su primera afirmación. A medida q\: estas Corporaciones sé engrandecen, con el del3arrol; de los esiudios profesionales, los rrtismos Obispos los mismos Cabildos Eclesiásticos piden la separacié de cierta clase de estudios de 106 propiamente sagr.

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