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« Previous Page Table of Contents Next Page »In conquista brufal de una naCIon por otra, sino la incorporación, por el amor y la razón, de un pueblo a la verdad. Esto significa que, el nuevo sentido cris– tiano de la Cultura y de la Historia, -al pretender la incorporación de un pueblo a la Verdad y a la Fe-, parle de un hecho fundam.ental, que no es otro m.ás que el del reconocimiento y conservación de ese pue– blo corno tal, con todo su esiílo particular y propio. Esto es lo original del Cristianismo, y lo que lo ha hecho permanente y uni:Í7etsal. El Cristianism.o no des– truye jamás las virludes priInitivas y originarias de los pueblos, sino que, al contrario, las taIna como abo– no para su propio renacer. El ritmo de su difusión es un rítzno de ahondamiento. El Cristianismo no "cae" nunca desde arriba, sino que se ahonda dentro del torrente de' la propia vida de los pueblos, y por este j:rtismo torrente renace y reflorece sobre todos f9 S
ambientes na<::ionales. El Cristianismo vive siempre renaciendo, y este sentido de consiante renacer ha afirmado esas dos características sustanciales de nues– tra cultura: unidad y diversidad. El ideal cristiano, que pretende la realización de una Comunidad Uni–
versa~ el:'1 Cristo, tiene un sentido cultural de: Partici· pación de lo vario y 10 diverso en una misma Verdad. Todo este nuevo concepto, dinámico y creador del Cristianismo, fue incapaz de comprender una Roma decadente. Pero fue sí capaz de hacer permanecer a la Roma tradicional, heredera y continuadora de Gre– cia. Y, sobre todo, fue este concepto el que supo re– coger de los nuevos pueblos germánicos el vigor y la energía necesarios para la recreación de un nuevo mundo.
Fue así, pues, cómo por ese sentido de la evan· gelización cristiana, por ese su renacer potente dentro de las virtudes primitivas y originarias de los pueblos germánicos, que nació para el mundo y la cultura el siglo XI. "El siglo XI -dice Cristopher Dawson- vió la desaparición del paganismo en el Norte y la in– corporación de toda la Europa occidental al seno de la Cristiandad. y al mismo tiempo, el largo invierno de la Edad Oscura llegó a su fin, y en todas partes, por el occidente se exfendió una nueva vida, despertaron nuevas fuerzas soci~ües y espirituales, la sociedad oc– cidental, emergió de la sombra que sobre ella había proyectado el Oriente y tornó un puesto corno una unidad independiente, junto a las civizilizaciones más antiguas del mundo oriental".
El Espíl'ifu Comunal de la Edad Media
Hemos dicho antes que el Cristianismo supo re– coger de los pueblos germánicos sus virtudes primiti– vas y originarias, para revigorizar con ellas esa síntesis de cultura que ya había empezado a crear Em Roma. Difícil resulta precisar en pocas palabras esas virlu–
de~ ..Pero podernos sí anotar corno sus signos carac– tens±lcos: un ideal "heroico" y en un espíritu "comu– nal" de la vida. Al tornar forma y eX:presión estos caracteres dentro de los elementos éticos y metafísicos del Cristianismo, surgió el tipo medioeva1 del "Caba-llero" t· . .
1 :' cuya ac IVIdad juega siempre entre el héroe y e s~nto¡ y cuya personalidad se desenvuelve y se ~f¡rma siempre dentro de una "comunidad;' u or–
~:nls;:no social: Familia, Gremio, Municipio, Religión. . misma honra personal del Caballero es de un sen– ±ldo eminentemente social o comunal. "El honor era
como savia del organismo, corno sangre del cuerpo social", recuerda García Valdecasas.
Europa y la Universidad
La Edad Media Cristiana es así, pnes, la época de las instituciones sociales. De las "corporaciones", pa– ra decirlo con toda propiedad. "Fuera de la Iglesia, --dice Lewis Munford-, sólo sobrevivió una institu– ción entre las antiguas corporaciones y aun aumentó su importancia, el nombre de esa institución fue ori– ginalmente el término corriente usado para todas las corporaciones en el siglo XII: "universitas". Lo mis– mo que otras formas de la corporació~ de arlésanos, el fin de la universidad consisna en dar una prepa– ración adecuada al ejercicio de una vocación y re– gular las condiciones en las cuales sus miembros llevaban a cabo sus trabajos". En realidad, el tér–
mino de universidad no empieza a usarse hasta el siglo XIV. Pero la Universidad existe ya, con plena realidad, en el siglo XII. Surge como una expresión perfecia de esa Europa, cuya génesis y cuyo desarro– llo hemos recordado anteriormente. Surge corno una manifestación elocuente del espiritu comunal y tras– cendente de la Edad Media. Ningún pueblo de la an– tigüedad conoció el concepto que hoy tenernos de la Universidad. lv1unford parece hallar un antecedente directo en la Biblioteca-Escuela de Alejandría y en las Conferencias Municipales de Roma. Pero es innegable que faltaba a todas éstas ese carácier "voca– cional" o "funcional" y ese sentido inter-regional con que la Edad Media, o más propiamente Europa, produjo a la Universidad. Ese sentido que conserva hasta nuestros días de cOn'\unidad o de corporación para la formacíón y el ejercicio de una vocación o aptitud especulativa al servicio de la Humanidad. Y
al decir esÍo se comprende, no sólo un interés parti– cular del profesional y de su gremio, sino más aún se comprende un sentido social de "servicio", que traspasa, incluso, los limites naCionales. Ya diji– InOS antes que la Edad Media Cristiana de los siglos
XII y XIII es, por excelencia, el período histórico de lo social o comunal, cuyo sentido hondamente cristia– no está definido por el término servicio. Se vive para servir a Dios y al prójimo. Y cuanto más alta es la función de una persona o de un grupo social, mayor es su obligación de servicio. "Nobleza obliga", se recuerda a cada instante a los de mayor elevación social. Y de este concepto, precisaxnente, nació para el mundo la Universidad. Un concepto puramente europeo. Creado por Europa y afirmado por Europa. "Atenas tuvo el ágora, Roma el foro¡ Europa la Uni– versidad". Así precisa sobre el tiempo el profe– sor Miguel Alnado a estas tres instituciones, símbolos de un proceso Cl.utural. Del proceso de nuestra cultu– ra.
Ul/liversidad y Catedral
En sus comienzos la Universidad está ligada di– reciamente a la Catedral. La Catedral es el signo con que se presenta Europa ante la Historia. En ella se define y con ella se expresa la Edad Media. Todo lo que lleva Europa en sí está manifestando en la Cate– dral. Ella es: casa de oración, escuela, taller, V, en ciertas ocasiones, castillo. La Catedral envuelve a to– dos los grupos sociales y los reduce a unidad, sin
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