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« Previous Page Table of Contents Next Page »ca, asentada sobre la única realidad posible: las con– diciones de la producción económica. El Conserva– tismo, en cambio, afirma que muchos factores, entre ellos los económicos, contribuyen al desarrollo histó– rico, pero considera totalmente falso que sea la eco– nomía el facior determinante de la Historia. Para el Conservaiismo el quehacer histórico del hombre está determinado por ideas, por valores, por creencias.
6. UN ORDEN SOCIAL CRISTIANO
El hombre es un ser constitutivamente social, es decir, ha sido creado para vivir en sociedad y sólo en ella puede realizar plenamente su destino. La so– cia\:lilidad es una exigencia ineludible de la naturale– za humana. No puede, pues, el hombre proclamar su autonomía frente a la sociedad porque no es él quien ha elegido el fin supremo que se impone a su conciencia y actividad de hombre, ni el medio indis– pensable para obienerlo: la vida social.
El orden social, tal corno lo concibe el Consar– vatismo, siguiendo las enseñanzas cristianas, no di– manE!. ni de la libertad desbordada del liberalismo individualista, ni del abuso tiránico del poder estatal en que desemboca el marxismo, sino del cumplimien– to de los deberes mútuos del individuo para con la sociedad y de la sociedad para con el individuo. El orden social cristiano, meta del Q,onservatis– mo, es, pues, un quehacer, una realización, que se obtiene mediante el cumplimiento de esos deberes mútuos entre el hombre y la sociedad. "El orden humano -escribe Maritain- no se encuentra hecho en las cosas y en la naturaleza, es un orden de liber· tad, no hay que constatarlo y recibIrlo solamente, sino también hacerlo". (91
Para lograr ese deseado equilibrio entre el indi– viduo y la sociedad, fundamento del orden social, el Conservatismo contemporáneo acepia cordialmente to· das las reformas sociales que lleven el sello de la justicia cristiana. El Conservatismo no es el defensor de un orden social estático, preñado de injusticias irritantes, sino que mantiene el actual orden social en lo que tiene de fundamental y necesario, abriendo el camino a las reformas justas, dentro de lo accide.n– tal y contingente.
Esa armonía social que persigue el Conservatis– mo descansa sobre dos principios básicos:
Il-La doble función, individual y social, de la propiedad privada.
El reconocimiento del derecho de propiedad pri– vada es uno de los cimientos del orden social, ya que constituye una garantía de la autonomía y de la dig– nidad de la persona humanal es condición necesaria del estímulo al trabajo y representa el medio más adecuado para asegurar la paz social e incrementar la producción nacional. La institución de la propiedad tiene un doble carácter: privado, en cuanto sirve para satisfacer las necesidades del individuo y de su fami– lia, público, porque viviendo el individuo en socie– dad, los bienes -destinados por Dios a todo el género humano- son para la utilidad común y tienen un fin o carácter social, aunque de hecho pertenezcan a los individuos. El Conservatismo, pueS, defiende de una manera fil'me la propiedad privada, y al mismo tiempo la mantiene para un fin social, atemperando
!lU uso y conciliándolo con el Bien Com.ún.
II-La al'monía del Capital y del Trabajo. Las relaciones entre el Capital y el Trabajo son el eje central do;¡l grave problema conocido con el nombre de "cuestión social", Tanto el capital como el frabajo son faefores indispensables del proceso productivo, ya que el Uno sin el otro son compl~ta
Inenie ineficaces. Es necesario, pues, que ambos· fac– tores se coordinen entre sí y se adapten el uno al afro, de modo que se equilibren y produzcan la armonía en los fines de la sociedad.
El Papa Pío XI, en la Encíclica "Cuadragésimo Anno", condena tanto las pretensiones injustas del ca– pital, corno las pretensiones injustas del trabajo. "Es completamente falso -dice- atribuir sólo al capital o sólo al trabajo lo que ha resultado de la eficaz coo– peración de ambos, y es totalmente injusto que el uno o el otro, desconociendo la eficacia de la otra parte, se alce con todo el fruto". Y agrega más .ade– lante: "Dése, pues, a cada cual la parte de bienes que le corresponde, y hágase que la distribución de los creados vuelva a conformarse con las normas del Bien Común y de la Justicia Social". (lO!.
En esos mandaios, luminosos y justicieros, del Papa Pío XI, se inspiran las soluciones que presenta el Conservatismo al arduo problema de la cuestión social.
EPILOGO
La Política, la au!éniica y elevada política, es una de las carreras :más duras y difíciles que puede esco– ger el hombre, y la que exige un número mayor de cualidades y aptitudes, a veces al parecer incompa– tibles. En efecto, el político tiene que juntar, a una gran capacidad de acción, una gran capacidad de in– tuición. No es posible organizar nada, ni menos el complejo sistema estatal, sino se tiene de antemano la visión de un orden previo, al que se habrán de ajustar los aefos.
Sí el Partido Conservador de Nicaragua quiere desarrollar una política' noble y fecunda, capaz de arrastrar la fuerza poderosa de las nuevas gen~raoio
nes, tiene, irremediablemente, que ajustar su~' ¡'l.ctua– ciones a los principios de un Conservatismo áuténti–
00: debe armonizar el ideal y la realidad punzante de la vida.
El Conservatismo en Nicaragua ha vivido una existencia movida e interesante, actuando con vigor y nobleza. en las situaciones difíciles de la política nacional. Ha evüado el escollo del doctrinarismo, de la uiopía de los políticos de gabinete¡ pero la mayor parte de las veces no ha sabido evitar el oiro escollo: el empirismo huero, la acción ayuna de sentido y de pensamiento. "En Política -dice Leopoldo Eulogio Palacios- no sólo es necesario saber atisbar las opor– tunidades, sino tener algo eternamente valioso que realizar en ellas". 111)
En el terreno de las actuaciones políiicas el Con– servatismo debe realizar una poderosa síntesis: la armonía de los principios con la realidad cot~diana de la vida. El Conservatismo no es un sistema rígido y estático, sino flexible y dinámico; está dotado de un
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contenido realista que le permite adaptarse con faci" lidad a las circunstancias históricas donde le sea sec ñalado desenvolverse. Pero en medio de los azares y
circunstancias no debe olvidar nunca lo que consfi<
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