Page 20 - RC_1960_08_N1

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tuve BU xmslon principal. el vela.r po~ ~o~ p~í~cipi~s

uni'l7ersales e im:nuiables de nuestra C1Vlhz;:"clon cns– tí'ana desde el carrlpo de la política. Pe a~l la peren– nidad del ideal conservador. El Coriservahsrrlo p.ued~

sufrir eclipses, pero renace siempre, porque su ÍlnaI1– dad principal es la defensa de unoS valores que están más allá de 10 particular y contingente.

Aplicando a la Política expresiones del lenguaje de la Culiunl., podría decirse que el Conservatismo re– presenta el equilibrio de lo "c::lásíco", por ser una sín-

tesis conceptual de arrrtonias. Así corno el liberalisrrlo viene a ser lo "romántico" entendido COrrlO afirrrtación exagerada de la auionorrlia del individuo en su fun– ción creadora.

De todos los sistema polüic::os, el Conservatismo es el más humano, el más clásico, porque ha sabido süuar al homhre dentro de sus verdaderos límües: el hombre desfalleciente, ni totalmente bueno, como el Angel, ni totalmente malo, como la Bestia.

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Política - pág. 6 . •

A Program for Conser,,:atlves, p~g. 80

The Case for Conservatlsm - pago 16 Citado en' ' 'The Consel'vative Tradition" –

R. J. White - pág. 5.9 Textos Políticos - pago 119

The State in Catholic Thought, pág. 457

NOTAS:

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Ensayos, Tomo 1, pág. 40 ob. cit. pág. 6

Religión y Cultura, pág. 82

La Doctrina Social de la Iglesia - Ruttcn – págs. 272 y 274

La Prudencia Política, pág. 10

HACE 40 AÑOS

DE UN DISCURSO DEL EX-PRESIDENTE DIEGO MANUEL CHAMaRRa

y en verdad es imposible comprender cómo po– dría permanecer rota en pedazos una agrupación de ten gloriosas tradiciones, como el partido Conserva– dor de Nicaragua, cuyo origen se confunde con el de la independencia de la patria y que fiene por funda– dores a los grandes próceres de nuestra emancipación política, a quienes acabáis de levantar un monurrlento digno de ellos y de vosotros, un partido que después de haher vencido, el año 23 en cruenta lucha a las huestes imperialistas y salvado la República, puede presentarse lihrando en el Confinente americano, an– tes que Lincoln, las primeras batallas por la libertad de los esclavos en los inmortales c:arrlpos de San Jacinto y Jocote y en las calles de Rivas el 29 de junio de 1855, en donde cayó peleando por la gran causa lo más florido de la juvenf\.1,d. o mejor dicho, de la adolescencia rivense, que cuenta entre sus próceres un hombre corno J;osé Dolores Estrada, ante cuya ve– nerada memoria se inclinan los bandos opuestos pro– clamándolo PADRE DE LA PATRIA, corno José María Estrada que suelta apenas con el último aliento de su vida, la bandera nacional al caer asesinado en los campos de SomotO

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como Nicasio del Castillo, casi desconocido de la presente generación, pero que, en rrledio de la derrota y de las más grandes vicisitudes nacionales, valeroso y magnánimo, mantuvo en alto esa gloriosa bandera, que' anfes enarbolaron Frutos Chamarra y José María Estrada, un partido que regis– tra en sus filas los esclarecidos nombres de Fernando Guzmán; de Tomás Martinez, de los dos Cuadras, de lo,s viejos Chamarras, de Joaquín Zavala, de Adán Cardenas, de Roberto Sacasa, de José ArgÜello Arce,

de Gabriel Lacayo, de Herrnenegildo Zepeda, de Eva– risto Carazo, de Anselmo H. Rivas, de Tomás Ayón, de Emilio Benard y de cien más representativos de la heroicidad, virtudes y culiura de nuestro bando, que ha llevado a cabo en lo moral y material los más grandes progresos, restaurando en la República el or– den soc::ial, político y económico, fundando la escuela gratuita y obligatoria, c::onstruyendo los telégrafos y ferrocarriles y creando y sosteniendo contra las ase– chanzas de la anarquía y del despotismo ese régimen de orden, de libertad y de justicia de los treinta años que ha hecho época en nuestra historia, _un partído de tradiciones tan puras tiene razón de existir y debe vivir y vivirá para que la Nación no perezca y realice sus gloriosos destinos. Pero debe vivir y vivirá por la unión de los descendientes de aquellos ilustres pa– tricios, si el homenaje que les tribuiamos no es el de una estéril adrrliración y hacernos el propósito firrrte de no dejar perecer s'-1, obra y antes bien de conser– varla e ilusfrarla con nuevos y memorables hechos dignos· de n~esíros gloriosos antepasados.

De esía manera y no de otra, podremos conquis– tar el derecho de entonar un hosanna a sus grandes merecimientos y virtudes. Así y sólo así, en la unión y confraternidad conservadora, podremos levar:;liar en alto los antiguos pendones del partido Conservador, esos pendones de la vieja libertad de los treinta años, que no conoció la generación presente, pero que son los mismos de la lipertad nueva que hemos fundado sobre el pavés de la tiranía, así como la nueva mo– neda de hoy no es más que la vieja, honrada y limpia moneda de los ireinta años, .

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