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« Previous Page Table of Contents Next Page »que el hombre es naturalmente bueno y de que las instifuciones son el origen de la corrupción y de la maldad humanas. Juan Jacobo Rousseau describe el estado natural del hombre oomo un idílico paraíso, en el cual el individuo, siendo un ser que se bastaba u sí mismo, libre y autónomo, vivía una vida perfecta de perfecta bondad.
Al aSUlTIir que las instituciones son malas y que la maldad humana es un producto de ellas, quedaba despejado el camino para proponer toda clase de re– fonuas y cambios en la sociedad. El conservador cree, sin embargo, que las instituciones son un reflejo del hombre, y que el perfeccionamiento de la natura– leza humana es lento y difícil. "Desde 1793 hasta nuestros días -dice Francis G. Wilson- la filosofía revolucionaria ha proclamado la rebelión contra las instituciones. El pensamiento conservador, en cambio, bajo la dirección de Burke, ha creído que esa rebelión contra las instituciones va en detrimento del hombre mismo, porque destruye el soporíe fundamental de iodo progreso". (31.
Creer que el hombre está confaminado por el pe– cado no significa, sin embargo, considerarlo natural– lnente malo, tal como lo suponía el individualismo ,:>esiznista de Tomás Hobbes. Hobbes creyó que el hombre era intrínsecamente malo, cual bestia salvaje,
y que el estado natural de la especie hun1.ana era la guena de todos contra todos.
Para el Conservatismo el hombre no es natural– menie bueno, ni naturalmente malo, sino que es un ser débil y desfalleciente. Es decir, que frecuentemen– te ve, gracias a su inteligencia, lo que debetía hacer; pero su voluntad es débil y desfallece ante la presen– cia del deber. Esta concepción cristiana y realista del hombre, marcado con una culpa primitiva, rige toda la vida institucional del Conservatismo. De dicha con– cepción deriva, asimismo, el Conservatismo su efica– cia y su sentido de perennidad, pues el éxito de toda empresa política está íntimamente ligado a su cono– cimiento de la naturaleza del hombre.
3. REC01\lClLl11C!ON DE L1l LlBERT11D
Y LA. AUTORIDAD
El concepto moderno de libertad tuvo su origen en una poderosa reacción conira el absolutismo y el despotismo ilustrado de los siglos XVII y XVIII, ejer. cidos por un Estado policial y paternalista. Dicha t'eacción, que alcanzó su punto culminante en la Re– volución Francesa, siguió un ímp"l.'llso pendular y se situó en el extremo opuesto: del absolutismo monár· quico se pasó al absolutismo de la voluntad popular. Tales manifestaciones exageradas de liberalisrn.o individualista tendían a despreciar al Estado y a re· ducir el número de sus actiV"idades, dentro de la famo– sa teoría del "Laissez-faire, laissez passer". Esa clase de liberalismo, en un plano de aversión al "Estado. desarrollaba la idea de que el poder político y la au– toridad eran casi intrínsecamente malos, y de que el [JUeblo, los individuos libres y autónomos, eran na– turalmente bUenos.
Surgió entonces un concepto naturalista de la li– bertad: la libertad no fue considerada con10 un me– dio, sino como un fin en sí. La libre competencia y
la libre contratación convirtieron la vida en un campo de 1\.1.cha, donde la liberiacL !avoreció solamente a 10D
fuertes y poderosos. El afán inmoderado de' lucro pre· paró el advenimiento de un capitalismo hipertrofíado, monopolizador e imperialista.
Una nU:eva reacción no Se dejó esperar, y surgió el marxismo como una crítica primero y corno una protesta después, contra las injusticias de una civili– zación burguesa y capitalista Las clases dominadas se empezaron a sen±ir esclavas del salario y en 105 pe– queños industriales y calupesinos se fue alimentando un odio irracional contra el misterioso poder del di. nero, dirigido por una plutocracia explotadora. En luga1 de la esperada sociedad de hombres libres e iguales. surgió una sociedad de clases con intereses contrapuestos, en la que la teoría socialista pide, en nombre de la libertad y de la igualdad, la expropia– ción de los expropiadores. Y en otro movimiento del péndulo político se pasa de la hipertrofia de la libar– tad a la hipertrofia de la autoridad, esta vez bajo la dictadura de 10$ amos comunistas.
Frente a ese' rnaremagnuln de encontradas ideas e intereses dispares, la prudencia política del Consar· V"afísmo aspira a reconciliar la autoridad con la liber– tad, propugnando un equilibrio enfre el liberalismo individualista y los autoritarios métodos del socialis– mo marxista.
Quintin Hoggs, escrifor inglés contemporáneo nos habla de esa tarea reconciliadora: "Los conservadores -dice- creen en la libertad y la variedad de la evo· lución bajo el imperio de la ley. La ley no es enemi· ga de la libertad ni de la autoridad, sino que las reconcilia a ambas. La leyes un medio de quifsr a la libertad sus tendencias anárquicas, y de remover de
la liberlad sus impulsos de capricho. La ley debe ser pública, la ley debe ser de aplicación general, la ley debe ser razonable; la ley debe ser constitucional. mente promulgada después de una libre discusión, imparcialtnente administrada, iricorruptamente ejecu– tada. Dadas esas características no puede haber con– flielo entre la libertad y la autoridad". (4)
4 V11LOR SOCIAL DI: LOS PRINCIPIOS
RELIGIOSOS
El Conservafismo considera que el hombre esfá sometido a la soberanía de Dios, no sólo en el recinto de su 'V"ida privada, sino también en su vida social. Tiene por consiguiente el hombre la obligación de rendir culto a Dios, tanto en su carácter individual como en los grupos sociales donde su existencia se desenvuelve. En efecto, si creemoS que la Verdad ha oido revelada por Dios al hombre, no hay razón para suponer que esta Verdad rija solamente un limitado sedor de la existencia humana. El hOInbre no tiene compartimientos en su vida que puedan aislarse de Dios. "Sabemos -dice Edmund Burke- y esfamos orgullosos de ello, que el hombre es, por su cOllsfitu ción, un animal religioso. Sabemos, y, lo que es lne'
jor, sentimos íntimamente que la Religión es la base de la sociedad civil y la fuente de fodo bien y de todo consaelo". (51
Siendo el Estado el grupo social por excelencia, se desprende que la obligación estafal de reconocer ~
acepla¡- la Religión es considerablemente mayor qUI
la que tienen otras sociedades. ESfo no significa, giro
embargo, que el Estado va a imponer, por la ley ¡
la fuerza, una religión detenuinada. Este procedi
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