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SEIS PRINCIPIOS CONSERVADORES

RAFAEL PANIAGUA RIVAS

"Toda oivilización, dice el sooiólogo brasileño Tristán de Aihayde, se forma por la conciencia nítida de sus principios y de SUB destinos, y deoae por el alejaIniento de ellos". 111. Si en lugar de oonside– rar la ,civilización como un todo, fijaInos la atención en una de sus fases principales, la vida política. la afirInación tOIna -si ello es posible- ¡naY9 r . veraci– dad. Es indudable que una de las causas del despres– tigio y decaimiento de la política, en Nicaragua ~omo

en todas partes, es su carencia de preocupaclones ideológicas.

Un análisis de los principios conservadores no es una vana y fútil discusión académica. Es una discu– sión vital. Existen unas ideas Y un estilo de vida conservadores. Esas ideas y ese estilo están profun– daInente arraigados en nuestra comunidad nacional. FOrInan parte esencial del modo de ser de la gran Inayoría de los nicaragüenses, en una u otra agrupa· ción política. Nada más oportuno, entonces, que es– tudiar con deteniIniento esa Inodalidad tan importante de nuestro ser naoional.

1. PRlMACIA DEL ORDEN MORAL

El concepto conservador de Orden es un concepto trascendente, es decir, va más allá de lo polífico y económico para engarzarse en el mundo moral y re– ligioso. Para el Conservatismo, todas las formas de existencia social están fundadas en el orden teleológi– co de un universo creado por Dios, ya que foda co– munidad o sociedad está desfinada a realizar un bien específico. Este bien específico exige la cooperación solidaria de una multitud de personas, y es por ello un Bien Común.

Al meditar sobre la solución más acertada de un problema cualquiera, sea éste político, social o econó– Inico, el conservador debe preguntarse. aArtnoniza esta solución con los fines del hombre? Porque el po– der y la auforidad del Estado esfán justificados úni– camente en cuanto sirven para realizar ese orden teleológico, ese orden de valores y de fines. Esto i¡lx– plica por· qué todas las teorías político-biológicl¡l.s, todas las teorías positivas que prescinden de la moral, son absolufamente ineficaces. Al negar el orden de los valores y de los fines, que es el fundamento más iInportante de una sociedad, le están cerrando a la naturaleza humana el único camino de su perfeccio– nanlÍento. Palacios, carreteras asfaltadas. aviones estratoféricos, las conquistas todas de una civilizaciÓn mecanicista, no tendrán valor realmente humano si no se busca, en primer té~ino, la perfección Inoral de la personal si el hOInbre que vive en esos palacios, transita por esas carreteras o vuela en esos aviones, continúa siendo un bárbaro. . . El Conservatismo insiste, pUI?S, en la existencia de un orden moral, que brinda se:i:lfido a nuestra vid,l;l y

fundamento legífimo al poder, y oonsidera que la iíbre ,realización de valores del orden moral es el móvil de la naturaleza htl:niana y la condición de su perfeccio-

naIniento. El hombre es espectador d~l orden físico, pero es agente del orden moral. Esos valores morales tienen que ser objetivos y permanentes. Objetivos, es decir, que posean realidad fuera de la mente huma– na, para que el hombre pueda considerarlos corno norma de su conducía. Permanentes, para que pue– dan llenar las aspiraciones humanas hacia un Bien Absoluto.

Para el pensamiento conservador, el orden Inoral es el fundamento de la continuidad histórica de toda civilización. Ha habido, ciertamente, discípulos de Maquiavelo dentro del Conservatismo, defensores de la "razón de Estado" y de los poderes dictatoriales, pero deben considerarse corno una dolorosa excep– ción. Esa clase de Conservatismo es una enfermedad que sólo se desarrolla en épocas de vaciedad moral y espiritual. La fradición conservadora auténtica ha sostenido que el Gobierno debe ser la salvaguardia del Bien Común y de los sagrados derechos del hom– bre, no a. través de vanas fórm.uas doctrinarias, sino en función de la eminenfe dignidad de la persona hu– mana.

2. EL HOMBRE, UN SER DESFALLECIENTE

Todo orden de ideas y creencias lleva sobre– entendido un cierto concepto del hombre y de su des– tino. El Conservafismo, sisfema de creencias políticas, está firmem.ente ligado a una concepci6n general del hombre y de la vida social.

Basado en las enseñanzas cristianas, el Conser– vatismo considera al hombre m.anchado por una culpa primitiva y a la naturaleza humana c·omo débil y des– falleciente, por ser una mezcla de elementos raciona– les e irracionales. A consecuencia del pecado original el hombre es tentado por el egoísmo, la perfidia y todas las otras pasiones desbordadas, que tienden a destruir la solidaridad humana. "El pensador conser– vador -dice Russell Kirk- sabe que las señales exte– riores de desorden, personal o social, a menudo no son más que síntomas de una asoladora enfermedad interna, que no se puede curar con paños tibios o ungüentos. Y se inclina a buscar las causas reales de nuestras perturbaciones en el corazón del hombre, en nuestras antiguas inclinaciones hacia el pecado, en una soledad del espíritu que evoca a los demonios, en raíces hisfóricas retorcidas bajo el suelo reseco de la existencia moderna, en venerables iJ;npulsos de la naturaleza humana que, una vez frustrados, convier– fen nuestra vida en) una muerte lenta y prolonga– da". 12)

El Conservatismo, que es la política lo que el cla– sicismo en la cultura, ha venido a reafirmar la anti– gua y clásica doctrina de que el hombre está conta– minado por el pecado, pero que puede alcanzar cierlo grado de perfección con la ayuda de la Divinidad y de su propia razón.

En la era moderna, cupo a los I1urninistas 1siglo XVII 1 ser los primeros en propagar la creencia de

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