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« Previous Page Table of Contents Next Page »y a los pocos minutos desembarcamos 'junto a la Casa los más calurosos sentimientos ,do gratitud me despedí
del Gobierno . de él, y entré en el bote. .Al momento las banderas A fin de que pudiésemos embarcarnos' a ia hora fueron enarboladas en el asta del gobierno, del fuerte, señalada, el Coronel M'Donald babía dispuesto al al- en el edifi.cio de la corte, y en la goleta oficial, y un muerzo para las dos de la tarde, y, como en los dos cañonazo disparado desde el fuerte. A medida que: yo
días anteriores, habla invitado a una pequeña tertulia cruzaba la bahía hicieron un .saludo de u'eee cañona–
para juntarnos. Tal vez' yo esté equivocado, pero zas; al pasar por e~ fuerte, los soldados presentaron violentaria mis sentimientos si dejara de expresar aquí las armas, ]a gaJeta of~cial bajó y levant.ó su bande– mi reconocimiento por las n~nCÍones del Coronel. Mi ra, Y cuando subí a la cubierta del ,vapor, el capitán. invitación para la Casa del Gobierno era el fruto de can sombrero ~n m~no, díjO~f: que él, tenia instruc–
mi carácter oficial; pero no puedo dejar de lisonjear- clonel? de ponerlo bajo mis órdenes, y de parar donde me que una part~ de la ben~vol~ncia que se me mas- yo quisiera.· ,
tró fué el resultado: del conocimiento personal. El El lector pregu,ntará cómo toleré yo todos estos: Coronel 14'Donald es un soldado de lila guerra de los honores. He visitado m,uchas ciudades, pero esta era
veinte años". hermano de Sir John M'Donald, ayudan- la primera vez que las banderas y los cañones anUll–
te-general de Inglaterra, y primo del Mariscal Mac- Ciaban al mundo que me íba. Yo era noviCio, ·pero donald de Francia. Todos sus parientes y asociados estaba empeñado en conducirme como si" estuviese
son militares ,A los diez y ocho años entró él a Espa... educado para-ello; y, a decir verdad, mi corazón pal– ña como abanderado, único eiltre un. ejército de diez pi41ba y me sentía orgulloso; porque estos eran ho–
mil hombres, de quienes, en menos de seis meses, nll nores tributados a mi patria," y no a mI.
quedaban más que cuatro mil. Después de estar oc- . Para coronar la gloria: de esta escena "de despe– tivamente empeñado en todos los penosos servicios de dida, mi bue.n a.tt1.igo el Capitán Hampton habia carga– la Guerra Peninsular. en Waterloo comandaba un re- do sus dos cañones de a cuatro, y cuando el "vapor co– gimiento, y sobre el campo de batalla recibió la orden menzó a navegar 'él disparó uno pero el otro no dió de 'Compafiero de la Orden Militar del Bafio del Rey fuego. El capitán del vapor te;Ja a bordo un peque– de Inglaterra y la de Caballero de la Orden de Santa lío fusil, con el cual hubiera correspondido a todas sus
Ana del" Emp~rador de n~sla. AJ;>undante en reeuer- cortesías; peI"o, según me (.lijó, ~on grande af1~cción,
dos de una larga vida militar, personalmente conoce- no tenía pólvora..
dor del carácter público y privado de los' más dislln- El bote de 'vapor donde nos embarcamos era el guidos militares de, la época, :;u conversación era como ~ últitno resto ~e un capital invertido en negocios de leer una página de historia. Perten~ce a una raza, que una gran SOCIedad Centro Americana de AgriCúitul'a,
est~ '4csapareciendo" velozmente, y ct?n quien rafa vez for~ada para edificar c.íudades, aumentar el precio de
se:, en~u~ntra un americ~o. l~ .berra,. acomod;m; emIgrantes '.:f mejoras en general. Pero retornemos. La espaciosa ventana elel come- En las ricas plamcIes de la prOVIncia de Vera Paz ha– d.. Qr s.e abr.la en dirección al puerto; el va.pór estaba bian fijado el sitio de la Nueva Liverpool, a la que so– fondeado frente a la Casa del GobIerno, y. el humo lamente le faltaban las casas y los haDitantes para negro, 'el~vándQse en columnas de .su chimenea, nos llegar a ser una ciudad. Sobre la rueda del pote había daba" aviso que ya era tiempo del embarque. Antes: de una placa circular de bronce, en la que, en extraña levantarse, e¡ Coronel M'Donald, como fiel súbdito, yuxtaposición, estaban . las palabras "Vera Faz", "Lon– propuso un b;indis a la salud de la Reina; ordenando don". El capitán era un viejo español, pequeño, cur– en seguid~ llenar los vasos hasta el borde, y ponién... tido y seco, con suficiente cortesía' para un antiguo dose en· pié, dijo: "A la salud de Mr. Van BW'en, Pre- Don. El maqUinista era un inglés,y la trlpulación sidente de 10$ Estados Unidos ll
,
acompañado de calu- estaba compuesta de españoles, mestizos y mulatos, fOSOS y nobles sentimientos y de l~ confianza verda",,:, no especialmente diestros en el manejo" de un bote dera en una fuerte y perpetua amistad entre Inglate- de vapor. '
J;'Ta y América. Yo pensé al momento: "Maldita sea Nuestro único compañero de pasaje era un sa– la mano que int;ente romperla"; y con todo y la falta cerdote católico romano, joven irlandés, que habia de ,costumbre de tener al Presidente y al pueblo sobre permanecido ocho meses en Belize, y ahora se encon'– mis hombros, respondí lo mejor que pud~. Hubo otros tl'aba en viaje pata Guatemala con invitación del pr~
brindis en seguida por la salud y próspero viaje de visor, por el destierro del arzobispo, cabeza de la igle– Mr. Catherwood y de mí mismo, y nos levantamos de sia. El camarote era muy conortable, pero la tarde la mesa. El bote del gobierno estaba a la orilla d~l estaba tan apacible que tomamos el te sobre cubier– prado. El Coront:1 M'Donald me. ~o~ó, d.el brazo, y, tao A las diez de' la noche el ca.pttán 'se me presentó marchando, me diJO qu~ yo IPe dirIgla a un país per- a pedir órdenes. Yo había tenido mis aspiraciones, turbado; que Mr. savage, cónsul americano en Guate- pero' jamás esperaba ser capaz de dictar órdenes al
mala, había, en una previa ocasión, protegido la pro- capitán de un bote de vapor. Sin embargo, otra vez piedad y la vida de los súbditos británicos; y que, si tan serenamente como si hubiese estado bien ense– algún peligro me amenazara, yo deb.ía reunir a todos dado para el caso, le designé los lugares que deseaba los europeos, enarbolar mi bandera, y darle ,aviso a visitar, y. se retiró. Verdaderamente. pensé yo, si €S–
él. Yo sabía ,que. estas no e~an meras palabras de tos son los frutos de los nombramientos oficiales no cortesía, y, dada la condició:Q: del pais a donde iba. es extraño que se puedan encontrar hombres ·incllna– apreciaba el valor de tal amigo tan a la mano. Con dos a aceptarlos.
CAPITULO 2
'CADA UNO POR SI MlSl\IO.-ASTUClA DE LOS VIAJEROS.-PUN:rA GORDA.-UNA VISITA A LOS INDIOS CARIBES.-UNA VIEJA CARIBE.-UN BAU:rIZO.-EL RIO DULCE._HERl'.IOSO pAISAJE.– YZABAL.-RECEPCION DEL PADRE.-UN BARBERO EN ACCION~UNA BANDA DE "INVENCIBLES" .-LOS PARTIDOS EN CENTRO AMERICA.-UN COMPATRIOTA.-UNA TUMBA EN TIERRA EXTRA– Ñ'A.-PREPARATIVOS PARA EL PASO DE "LA MONTAÑA".-UNA CARRETERA SIN MACADAM_ PELIGROS POR EL CAM1NO.~UNA l'.IERIENDA BIEN SAZONADA.-PASAnA LA MQNTAÑA.
Habíamos conseguido un sirviente, un francés-es–
pañol, nacido en Santo Domingo y criado en Omoa, que se llamaba Agustín; joven, y, según pensamos al principio, no muy astuto. Temprano pOf la mafiaoa nos preguntó qué desea'ríamos para el desayuno, Ci-
tanda huevos, pollos, etc. Le dimos las instrucciones y a su debido tiempo nos sentamos para desayunarnos. Durante la comida, algo ocurrió que nos hizo entrar en averiguaciones, y supimos que todo lo que estaba sobre da mesa, salvo el te y el' café, pertenecfa al
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