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« Previous Page Table of Contents Next Page »imprenta, nos fuelon comunicados oralmente por el DI
Serbio A Gómez; y "El Naranjito" y "MI Párvulo Felipi– to" por Enrique Fernández Morales Del último epitafio conocíamos oha variante más breve y concisa:
'fe fuiste Felipito dejando a tu madI e yerta
y al gran bruto de tu padre mÍlando hacia la huerta.
Si don Bias fue genuino mucho más lo fue Bruno Mongalo, descubierto y acogido por el grupo de Van– guardia en 1930 Ambos poetas jugaron con el idioma produciendo, como por arte de magia, poemitas ógiles
y graciosos, sobre todo Mongalo
Entre los tipos interesantes que formaron nues– tro grupo -escribe Pablo Antonio Cuadra- no quie– ro dejar de citar a Bruno Mongalo, el herrero-poeta. Después de muchas invitaciones accedió llegar a una tel tulia nuestra, pero como Joaquín reía sin cesal y
como {"ra frecuente que alg uien propusiera proyectos terribles -demolición de edificios, asesinatos de per– sonalidades, complots perfectos, etcétera- se negó a volver diciendo que él {"ra un poeta serio Nosotros volvimos muchas veces a su taller a arrancarle sus últimos velSOS y nunca faltó su firma en nuestros manifiestos (aunque nos enviaba protestas incan– descentes reafirmando su seliedad). Su poesía era malavillosa, como un Aduanero Rosscau, escribiendo".
(14)
De ella plesentamos su célebre UGurrión" y "Bio– grafía", que sirvió de epígrafe a Joaquín Pasos en su "Oda a Bruno Mongalo" donde le decía:
PI esidente de los pingüinos _ número inconsciente de los hallazgos, pepenedor de ti mismo. Enorme.
Parece que Mongalo no era tan de la calle puesto que participaba, de vez en cuando, en las sentencias condenatorias, humorísticas e inquisitoriales de los jóve– nes de vanguardia, en las que una vez, por lo menos, olvidó su seriedad En el número 3B de Vanguardia, por ejemplo, aparece un "Juicio de Bruno Mongalo" en– tre las colaboraciones destinadas a censurar y poner en ridículo la novela Entre Dos Filos. La nota de Mongalo decía:
• Este instructivo tratado de aritmética razona– da, de confitería práctica, de escritura al dictado, de economía doméstica, de urbanidad y aseo, de inglés en veinte lecciones, de pp.llida mOl s, de cacería con cerbatana, de la guerra contra los insectos, de modas pasadas de moda, de laxantes, de la enfermedad del sueño producida por la mosca tzé, tzé, tec, cet, tce, etc. , me ha conmovido y me ha hecho llorar 40 días
y cuarenta noches, después de los cuales envié un cuervo, pero como no regresara, envié una paloma que trajo en el pico un fiJo. Luego mandé por el otro filo, foli, lofi, lifo, ofil, ilof, foil,loif, oili, floi, fHo. tal es la suerte de los clásicos (15).
De Pancho Hermoso, el último poeta calleiero de Granada, hemos recogido casi todos sus poemas y dis– cursos Aquí solamente escogemos algunos diciendo que, ante todo, es un personaje popular a quien dedicaremos nuestra atención algún día
En ~tras regiones de Nicaragua la poesía callejera se cultiVO tanto como en Granada. Luis Alberto Cabra– les me contaba hace años de un poeta callejero de Chi– nandega apodado por la gente, en tono de burla, Rubén Dorio. El me comunicó la cuarteta, "Los Bejucos de Ve-
ranera" seleccionada en la antología, que es bastante apreciable dentro de su línea
En Boaco existía, a principios de siglo, el Padre Juan Cerna cuyo poema dialogado que transcribimos re~
fleia la picardía que lo caracterizaba La sotana no le impedía componer epigramas chispeantes y jocosos Ju– lián N Guerrero en su monografía sobre Boaeo le de– dica algunas páginas y rescata cuatro de sus composi– ciones entre ellas la ya citada y la siguiente también en forma de diálogo,
-Vengo, señor don Antonio, disimule Ud. la falta, a pedirle en matrimonio a su hija la niña Marta.
-Mi hija, señor don Laguna, de mi hermano muerto el tres, ha heredado una fortuna
-y Ud. con cuál cuenta, pués? -Pues con esa, sin duda alguna! (16)
Masaya, según Enrique Peña Hernández, tuvo su poeta callejero, Cándido López, alias Valentino, paya–
50, actol y tenorio Su poema más conocido "Ojos Cu– lebrinos" ha sido publicado varias veces por el mismo Peña Hernández quien se ha interesado por su pintores· ca y simpática figura (17)
Entre los poetas populares de Managua cabe ano– tar a Casimiro Guerrero, pescador, curandero y versero que escribía las coplas del Gigante; a José de Jesús Ló– pez -Chú Piura- bohemio y tío del Presidente Zelaya, autor de versos satíricos aconsonantados contra los que se interponían en su paso; a la Catalina Montes, poeti– sa de los limpiabotas, que conversaba en versos con lo que lograba vender con éxito sus golosinas en las pla~
zas y calles; y a Chico Vallejos, vecino del barrio de San Sebastián, que escribía las coplas de "Los Diablitos"
y la de los coloquios que se representaban en la sierra de Santo Domingo (1 B)
El primero de los nombrados escribió en 1876, con motivo del Aluvión, unos versos calcados en los nove– narios de entonces, en acción de gracias y de súplica a San Sebastián; el segundo recibió un premio de 25
pesos del Presidente Fernando Guzmán por los versos que le dedicó a la muerte de su esposa (191; de la Ca– talina Montes reproducimos la contestación que les daba a los chavalos cuando le preguntaban: Catalina ¿o cómo los caramelos?
-Pues mi almá, a vos te los daré a dos;
y si de estos querés; te los daré a tres;
y si a comprar no vas no molestés más .
De ella nos ha dejado este estupendo boceto don Gratus Halftermeyer,
En las esquinas, en los mercados, el lugar más típico de la ciudad, veíase a la Catalina rodeada de pilluelos, mendigos y gente anónima Alguno le to– caba y la poetisa comenzaba a contar su historia pri. mera de amor en frases rimadas. De paso llegó a mis oídos la última estrofa, llena de despecho e iro– nía:
y el falaz que me burló ya no existe en esta tierra: lo mataron en la guerra y de esto me alegro yo porque ya me las pagó. (2(),)
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