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SERMON DEL CANONIGO JOSE MARIA CASTILLA
Llámase naClOD inde:pendiente aquella que ha sa·
cudida la coyunda que la sujetaba a otra nación La Améiica. esta hermosa por~ión del mundo. h,:tbía 5i~·
do conquistada por la Espana. una de las naCIones de Europa América, en la infancia de la religión y de
la civilización, no había podido cuidar 'de su libertad; no había reparado lo m,ultiplicados recursos, en los abundosos ríos de felicidad que corren en su geno, para constituirla en un poder y en una grandeza ca–
paces de arrastrar la admiración de las otras tres
partes del globo. .
América joven. enrique~ida de conocimientos, ob.
serva en silencio la marcha de la naturaleza .Ve, en
primer lugar, la monstruosidad de ser regida una par–
te del mundo por una pequeña porción de otra; ve los retrasos que sufre en esto la felicidad de sus pueblos; mira olvidada la educación de sus hijos; ve entorpe· cerse sus recursos, por los millares de leguas que la separan de su metrópoli; y' desatendidos los talento!, el mérito y la virtud, que no ~dían herir la vista d-:l trono a tan larga distancia; mU'a su co:f;.tler~io combI– nado con los intereses de aquell+\ metropob; sus ma– nufacturas y su labranza mezquinas y casi insignifi– cantes. Observa después. que los hijos agradecidos a sus padres. no dejan de serlo. no los ofenden, cuando tocando en la perfecoión de suS talentos y de sus fa· cultades, se unen a una esposa y entran a componer una nueva familia. .
De aquí es qUe no puede imputarse a la América, al suave y sensible carácter de sus habitantes. la neo gra marcha de ingratitud, por querer separarse de la España Es ya joven: conoce sus intereses: no se le oculta el camino de la inmortalidad: desea ser libre y oomponeruna familia distinta de la de su metrópoli: imita en ést() a la . misma E~paña, que quebrantó el yugo de los romanos. después de haberse apropiado su legislación y sus costumbres.
Apoyada en estos principios dictados por la na.· turaleza, la. América por último sacudió su manto, puso su flecha en su arco, sus hijos despertaron del letargo en qUE' yacían Libertad~. pronunció Caracas; libertad! repitió México, y el eco 'resonó libertad en Guatemala. La ilustración ha. protegido este grito, y la sana filosofía. derramando sus luces por la América, ha hecho de la independencia el único blanco de sus deseos.
1;)ios nos la concedió por último, en un deliquio de: su amor· nos la ha concedido sin el subido precio a que la han comprado tanto otras naciones La Amé~
rica del Norte sacrificó a su independencia gran par· te de sus habitantes; México ha sostenido por muchos años una guerra destructora; y Venezuela, para ser libre. vio regados s.us templos con la sangre de sus hijos
Guatemala ha visto nacer su libertad, sin que su
r cuna fuese manchada con una gota de sangre; se ha hecho libre, sin que hayan entristecido sus oídos la– mentos de víctimas; y pronunció su independencia, sin los descalabros de los combates El carro de la guerra no ha surcado sus campos; el incendio no ha tocado sus hogares; la devastaclón y la muerte no han
SOl prendido nuestro sueño tranquilo La encantadora paz blandiendo su oliva sobre nuestras cabezas. la pacífica razón hablando, y el amOr fraternal encade~
~ando lo~ corazones del americano y europeo, nos di. Jeron: SOIS' libres Todos lo hemos visto.
La ambición, la injusticia y el artificio pueden prO' curar algún suceso; pero es transitorio y sus conseM
cuencias funestas. Caminando bajo estos principios l"'xpelimentaréis que vuestra felicidad es un negoci~
fácil y seguro. Si los abandonáis, veréis renacer conM
t~nuamente unos de ptros los obstáculos No os apar~
teis de la virt~d, que ~s la base de tollo gobierno. Sin ella, la anarqUla, el peor de los males. vendrá a cavar los cimientos de nuestro edificio social, y la tea de la
d~scordia vendrá a interrumpir la dulce paz que res~
puamos.
La Unión es tan inseparable de aquellos que de– sean formar un buen gobierno. como lo es el calor del fuego. La religión cristiana. que ha unido a todos los hombres con los vínculos de la caridad, hasta hacer de todos ellos un solo pueblo. que no permite ofrenda
alg~na sobre sus altares de quien no se haya recon.. ciliado con su enemlgo; que no se limita a prevenir perdón de éste. sbtoque qúiere que se le ame como al bienhechor; esta religión, digo, no tendrá las ma.
yore~ conveniencias para cimep.tarnos. por su obserM vanci,a en un gobierno estable y sabio?
Las revoluciones de los antiguos pueblos y las de los modernos se han estrellado en los escollos de la contradicción. por haber perdido de vista la virtud. La 'Grecia, modelo, de las buenas leyes y de la civjli~
zación.. fue despedazada por las divisiones intestinas La cuIta FraIlcia en nuestros días. que dio leccianes de filosofía y pulió las costumbres de casi todl)s 1GB
pueblos, se hizo libre; pero se dividió en partidos. y fue devorada y bañanada en la sangre de sus hijos por Robespierre y Marat.. Roma. en tiempo de los em. peradores de Oriente, llegó a gustar, por momentos. de 10lJ gratos frutos de la paz. Ved uno de los hechos que la alteraron.
Estos son mis sentimientos; amado pueblo.; Os he abierto mi corazón Este discurso no es obra de la meditación; es' sí, de amor. de la gratitud hacia vo– sotrC)s, del entusiasmo· por nuestra independencia. del
d~seo ardiente de que no se fmstre nuestra empresa. Os he querido. probar la justicia de la independen– cia que hemos jurado. por la necesidad de formar en nuestro mismo seno un gobierno cubierto de ojos. que observe nuestras necesidades, conozca nuestras costumbres, nuestra localidad y hasta nuestras preocu– paciones; y qUe abrazando todos estos Gbjetos. pueda darnos unas leyes que nos hagan felices. Be querido asimismo hacer estable la justa libertad de que hemos adquirido, apuntando ligeramente los medios más efi.. caces para conseguirlo. y los escollos en que podría– mos naufragar.
Hasta aquí he visto con placer entre vosobos las más lisonjeras disposiciones para perpetuar nuestr~
felioidad; he sido testigo de vuestra fraternidad. Fe· liz unión que enlazó nuestros corazones, hasta formar de ellos una alta pirámide que he IIevado ~uestros
votos al cielo! y el Supremo Protector de la hbertad... echando una mirada de predilección sobre este pueblo que le adora, ha dado el lleno a sus sanos deseos Me faltan palabras pára elogiar dignamente la confor– midad de sentimientos que reina entre los habitantes de Guatemala; pero no quiero pasar en silencio el di–
cho de uno de los que vulgarmente se llaman lanas. 4'Estamos tan unidos con los españoles, gritó, que to– dos formamos un torzal". Ved si sé puede expresar de un modo más breve y más enérgico la conformidad de nuestras voluntades. Si seguimos así; si cada día se fortifica más y m~s nuestra amistad, qUe bell,~ pers· pectiva ofrece nuestra futura suerte!; Si quere1s que se prolongue este dichoso estado: si queréis que nueS
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