Page 63 - RC_1968_07_N94

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bra; solamente dijo: No me pedirá el Señor cuenta de que no hice la diligencia que me pareció necesa– ria para el bien de mis ovejas. Todos, pues, alababan y ponderaban en México las excelentes prendas que adornaban al P. Fr. Tomás de la Torre; pero más las apreciaban los que más de cerca le conocieron. Con tan buena reputación salió, pues, de México el P. Fr. Tomás de la Torre, dejando, no solamente al santo Obispo, sino también a todos los Religiosos con mucha tristeza y sentimiento de que no se que– dase, porque todos quisieran tenerle allí consigo. Mas antes de llegar a Chiapa cayó enfermo, siéndole for– zoso desde Oaxaca utilizar el caballo que el Obispo de México le había regalado, y que hasta entonces ha– bía servido para llevar a los indios cansados y enfer– mos que en el camino topaban. Como mejor pudo llegó así hasta un lugar llamado Tegüantepec, donde un español honrado le agasajó y regaló muy abundan– temente, compadecido de ver su gran necesidad. Es– forzóse con esto mucho, y tanto, que llegó a Ciudad Real casi sano.

Fué aquí muy bien recibido de todos; y halló en– tre otras novedades que vivían los Religiosos en dis– tinto sitio, por habérseles caído la caSa que en el otro tenían. Era el n\Wvo edificio tan pobre, que no tenía nada que envidiar al primero; yeso que éste lo ha– bían edüicado de nuevo desde sus cimientos. "El nuevo edificio, dice el P. Araya (1), era más a propó– sito para admiración y ejemplo de los que le veían que para abrigo y conveniencia de los que le habita~

ban; y con ser tan pobre, estrecho y humilde, aun le

hab~a parecido al P. Fr. Domingo de Ara, que era de– masIado suntuoso y profano, y aSÍ luego que acabó de tomar la bendición del P. Fr. Tomás, le dijo como excusándose de los excesos: -Padre, esto se ha hecho y s;n duda a mí no se me debe alabanza porque yo no he hecho más que permitir que hiciese~ los Padres lo que ~l~os juzga!?an que conve~ía; cosa que a todos l?s RellgIOsos cayo muy en gracIa, por ver la since– 1'ldad con que se excusaba, como si hubiera permitido notables excesos. Acordábase de esto muchas veces el p. Fr. Tomás de la Torre, y especialmente un día que, estando en la cama con calentura, contó en solo una pared de su celda veinte y siete agujeros, que por cada uno de ellos entraba tanta luz, que le basta– ba para estudiar en la cama".

Diéronle luego cuenta los Religiosos de todo lo acaec;do en su ausencia; y él se la dió de todo 10 tra– tado y resuelto en el Capítulo, que fué de mucho con– tento para los Religiosos, y sirvió para más animarles a seguir trabajando en el servicio de Dios y bien de aq1,lellas almas. . Procuró luego Fr. Tomás de la Torre dar cum~

plimi~~to a ~odo lo dispuest!l por el Capítulo, para lo q:ue dIO las ordem;s. necesarias, así para el mejor go– bIerno de los RehglOsos, como para la conversión y

e~señanza de los ind'os. Y él mismo se anduvo vi– sI!an<:!o todos los conventos con mucho ejemplo y ad– mIraCIón de todos, aprovechando las ideas y venidas para predicar en los distintos poblados por donde pa– saba:] esto con. t!1nto detenimiento que empleó casi dos anos en la VIsIta.

, A p~incip~os del 1550 el P. Fr. Tomás de la Torre fUe elegIdo PlOr del Convento de Santo Domingo de Guatemala, c~yo .cargo comenzó a desempeñar sien– do a la vez VICarIO General de los Religiosos (2) Es i

ando aqy¡í ya, quiso visitar la Verapaz, para c¿nso~

al' y antroa;: con su p~esencia a los Religiosos que e!1. aquella .Ierra ~r.abaJaban; y luego que hizo esta VisIta con gran mento suyo, por los muchos trabajos

que tuvo que sufrir, "7 co.n no pequeño consuelo de sus ~e~manos qUt; ~llí resIdían, determinóse a ir a la

p.r~vmcla . de Ac:,ala, dOlJ-de "hasta entonces ningún re–

lIgIOSO, nI espanol habla entrad!:?", como lo dice el P. Reme.sal; ~~evando !!n su co~pania al P. Fr. Domingo d.e VICO, que sabIa muy bien la lengua de aquella tierra".

"Llegaron los dos, escribe el P. Araya (3), a los pue– blos de A;calá con m~cha adm?-x'ación de los indios de aquella tI~rra; y fue I?ronostIcada su entrada como cosa del CIelo con un sIngular suceso que hubo antes que llegasen. Cuando ellos iban caminando estaban los indios en un solemnísimo sacrificio qué querían hacer al dios principal de aquella tierra sacrificán– dole un hombre, como era costumbre. Tenían ya pre– sente al miserable que había de ser sacrificado' y es– tando ya el sacerdote para echarle el cuchillo y'sacar– le el corazón, dió voces el demonio por la boca del ído– lo, diciendo: -'Tened, tened, no nos sacrifiquéis más que ya vasó nuestro tiempo, y nuestros días se acaba~

ron".

"Admirados con la novedad los indios, soltaron al hombre que querían sacrificar; y lue¡:ro al punto lle. garon los dos Religiosos, con que eonoci~t"Oll los indios que su venida era fin del imperio de sus dj:)~ en aquella provincia. Luego que llegaron, comenzaron a predicarles la fe con mucho espíritu, y los indios les contaron lo que había pasado.

"Estando los dos Padres muy ocupados en tan san– to ministerio, y con el propósito de no salir de aque– lla provincia hásta concluir negocio tan importante, y

dejarla toda convertida, aunque gastasen allí toda su vida, que la daban por bien empleada gastándola en aquello; dos indios de la misma provincia, que se es– taban catequizando para recibir el bautismo, les avi– saron una noche de que algunos indios infieles trata– ban de q..rltarles la vida; y aunque ellos lo tuvieron por cierto, no se inquietaron ni les dió mucho cuida– do, ni por e.so dejaron de proseguir con su santo mi– nisterio, considerando que fuera glorioso empleo per– der la vida temporal por dar a otros la eterna. "No obstante, por si acaso era su vida necesaria por entonces para el bien espiritual de aquella gen– te, dieron cuenta al cacique Don Juan, que por el Rey gobernaba toda aquella provincia. Era éste buen cristiano y celoso de la honra de Dios y de las conve– niencias de los Religiosos, y con mucha brevedad fué a verse con ellos muy acompañado de gente de gue– rra por si acaso fuese necesaria. Comenzó luego a hacer pesquisa acerca de la conjuración que había habido. Negaron los indiciados fuertemente; y a ins– tancia de los Religiosos no pasó adelante. Pero ame– nazóles mucho si hacían algún mal a los Religiosos, y si no les servían con toda reverencia y agrado; y hecho esto, se volvió a su casa, y los Religiosos se que– daron hllciendo fruto, porque los indios acudían a sus sermones y se bautizaban muchos

. "Estuvieron de esta suerte algunos días; mas vol– VIendo a saber lo poco que se sosegaban los infieles,

Y, cierta junta que .sobre mat!1rlos habían hecho, no dandose por entendIdos se salIeron de entre ellos sin que pudiesen conocer la causa por qué los dejaban". Llegaron ambos Religiosos a Cobán, adonde del cansancio y maltratamiento del camino cayeron en– fermos. ~l P. Fr. Domingo de Vico se alivió pronto;

~a:> no aSI el P. Fr. Tomás de la Torre, que se vió gra– VlSlmo de un mal que le duró después casi doce años. Pero con algunas medicinas que los indios le hicieron se templó algún tanto el mal que le afligía' por 10

que al poco tiempo pudieron ambos ponerse en cami– no para Guatemala, adonde llegaron sin otra novedad.

(1) P. Araya, Parte 11, Cap. XXIH. (2) Remesal, :Ubro IX, Caps. I y 11. (3) P. Araya,

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Libro Ir, Cap. XXIV.

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