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CANAL INTEROCEANICO

POLlTICA CENTROAMERICANA

(115) Memoria de RR. EE. de 1879, pág. 7.

(114) Para más datos sobre esto, véase Memoria de RR. EE. de 1879, y la Gaceta de Nicaragua de 1877. Alli están las notas cruzadas.

Cuando aun estaban- recientes los agravios del General Justo Rufino Barrios contra Nicaragua y su gobernante, no creyó éste digno iniciar la conciliación con aquél, según he– mos visto (Cap. XXXVI); pero finalizando el año de 1877, las cosas hábían cambiado, y para reanudar con los Estados occidentales las relaciones que aun permanecían rotas, el Go– bierno nombró al doctor don Adán Cárdenas, quien ya había regresado de su misión a Washington, Enviado Extraordina– rio y Ministro Plenipotenciario de Nicaragua ante los go– biernos de Guatemala, El Salvador y Honduras.

Esta misión obtuvo el éxito apetecido. El 19 de setiem– bre de 1877 se firmó en Guatemala un tratado entre esta República y las de Nicaragua, El Salvador y Honduras. Es– te pacto, de carácter puramente político, hacía desaparecer las claúsulas de tratados anteriores entre alguna de las Re– públicas de Centro América, que constituían para Nicaragua un monumento de desconfianza, que le recordaba la época lamentable en que se vió excluída de la armonía centroame– ricana (115). y además de estrecharse las relaciones amis– tosas entre los cuatro países, se dejaba aislado a Guardia que persistía en sus culpables intenciones de perturbar la paz de Nicaragua.

Las bases principales de este tratado eran, compromiso de no hacerse la guerra y de no permitir que los emigrados asilados en cualquiera de las Repúblicas hostilizaran a las de su procedencia. Por otra parte, el General Barrios en lo privado ofrecía a Nicaragua auxiliarla en cualquiera even– tualidad en que se viera envuelta a causa de una provoca:– ción por parte de Costa Rica.

Un incidente que ocurrió durante el curso de las nego– ciaciones, demostró que Ban-ios estaba sinceramente bien dispuesto con Nicaragua. El periódico El Pensamiento pu– blicó un artículo injurioso contra el Presidente Chamarra. El Ministro Cárdenas, sabiendo que en Guatemala no se escribía nada sin la voluntad del Presidente, y con el objeto de ave– riguar hasta dónde llegaban las intenciones del General Ba– rrios le protestó contra la injuriosa publicación. Barrios le aseguró que no tenía conocimiento del artículo; llamó al di– rector del periódico y en presencia de Cárdenas dió solemne repasata a su autor, quien aseguró que el escrito había sido

Por ese tiempo el canal interoceánico preocupaba a los estadistas nicaragüenses, pues suponían que tal obra traería infinitos bienes a Nicaragua y sería el principio de su gran– deza.

Para inclinar la opinión de los constructores hacía la ru– ta por Nicaragua, al mismo tiempo que el Gobierno hacía propaganda en el exterior al canal por Nicaragua, encargan– do al escritor español don Francisco del Pino que en la Re– vista de Andalucía divulgara las ventajas de esa ruta; a fines de 1876 enviaba a Washington al Dr. Adán Cárdenas como Ministro Plenipotenciario para tratar de tan vital asunto. El principal objeto de esta misión era comprometer a los Estados Unidos, mediante un tratado, a construir el Canal por Nicaragua. El Secretario de Estado MI'. Fish sometió a la consideración del Dr. Cárdenas un proyecto que lesionaba la soberanía de Nicaragua. Cárdenas envió un contraproyec– to que no fué aceptado, y aunque se manifestó anuente a otorgar concesiones muy amplias, nada se concluyó, pues la política norteamericana no desistía de sus excesivas preten– siones (114).

ción con sus sentimientos e ideas. Así se desprende también de una carta del Sr. Obispo (fecha 9 de noviembre de 1877) en l~. que . ~l Prelado, d~sp?-~s de rogarle que exceptúe del servIcIo mIlItar "a los mdlVlduos que gratuitamente hacen el de aquella Santa Iglesia Parroquial" (la de Managua), agrega:

"Apelo, pues, a los nobles y religiosos sentimientos que profesa V. E., para suplicarle que se digne conceder a la Pa– rroquia indicada aquella gracia, la que, como todas las de– más que constantemente hace a la Iglesia, engendrarán en los corazones de aquellos fieles y el mío, la más pura grati. tud."

ro el Gobierno ha seguido impasible su camino, viendo con satisfacción que todos esos trabajos han escollado ante la decidida voluntad de un pueblo de obedecer la ley, de res– petar la autoridad y de menospreciar los insidiosos consejos de los verdaderos enemigos de su progreso y bienestar." Tan sin fundamento era la crítica, que había razones pa– ra demostrar que el servicio militar era injusto respecto del pobre y asimismo que era injusto respecto del rico. El po– bre no podía exonerarse del servicio por falta de dinero con qué pagar su turno, luego es en beneficio del rico que sí tiene con qué librarse del servicio. En cambio los otros ra-, zonaban así: Esta leyes injusta para el rico, ya que, des– pués de haber pagado para librarse del servicio, puede ser llamado a las armas en caso de guerra, y así le toca pagar la contribución de dinero y de sangre, o sean dos impuestos a la vez. Esto demuestra que la oposición obedecía al espí– ritu enemigo de toda reforma y no a razones bien fundadas. El Canónigo doctor Apolonio Orozco escribió "que la tendencia del Poder Público de Nicaragua, por el espíritu de– magógico que ha corroído la sociedad, ha tenido, desde la proclamación de la independencia, a aniquilar las instituciones religiosas hasta consumarse el hecho de que nuestra religión haya sido escarnecida, la Iglesia despojada de sus propieda– des y los Ministros ultrajados.."

Un extenso artículo dedicó la Gaceta de Nicaragua a desvanecer tales cargos; pues en el sistema republicano que imperaba entonces entraba como norma de conducta combatir la prensa con la prensa.

Como el Canónigo Orozco aseguraba que se le habían quitado los diezmos a la Iglesia de Nicaragua, se le contes– taba que el Gobierno del señor Chamorro y el anterior hao' bían pagado religiosamente lo devengado en los últimos dos años, y que si no se habían cubierto todos los rezagos fue debido al estado de guelTa en que se vió envuelto el país en el año de 1876.

El Canónigo Orozco sostenía que se había pretendido despojar a la Iglesia de Nicaragua de los bienes de cofra– días y archicofradías. Pero ya hemos visto (Capítulo XLI) lo infundado de este cargo, pues en realidad se trató de com– prar las cofradías y archicofradías para tomar el dinero e invertirlo en el ferrocarril y composición del río San Juan, pero el Estado se convertiría en deudor de la Iglesia por el valor que dieran aquellos ,bienes y todo hecho de acuerdo con el Prelado diocesano; así fue que, como el señor Obispo manifestó que no tenía facultades para vender aquellos bie– nes de la Iglesia, la transacción no se llevó a efecto. Otra crítica que le hacía a la Administración el Canóni– go doctor Orozco, era la venta de los edificios de los extin– guidos conventos de San Francisco y La Merced de León, cuyo producto el Gobierno destinaría para edificación de es– cuelas; argumentaba el Canónico Dr. Orozco que esos edifi. cios eran bienes eclesiásticos; pero olvidaba que el Sumo Pontífice había cedido al Gobierno de Nicaragua tales con– ventos a beneficio de la instrucción pública de este país, y que desde entonces, por consiguiente, habían dejado de ser bienes eclesiásticos; y como en la concesión pontificia no ha– b,ía prohibición de enajenarlos y su producto se aplicaría al fm que establecía la donación, la crítica carecía de funda– mento.

, El Canónigo Dr. Orozco veía en el Reglamento Militar recIentemente promulgado otro atentado contra los cimientos de la Iglesia nicaragüense, porque la ley sólo excepcionaba del servicio militar a los clérigos ordenados in sacris, de ma– n,era que, según él, los que estaban de órdenes menores o SImplemente vestían el hábito talar debían prestar servicio'

"!I, veía en esto un ataque a las vocaciones sacerdotales de lo~

JEolvenes,. y temía que decayera la Iglesia a falta de pastores. GobIerno explicó que no interpretaba así la ley, que si no habí~ exceptuado a los estudiantes para sacerdotes no fué por obhg~rlos realmente al servicio, sino para impedir que

ab~guno~ CIUdadanos eludieran aquella obligación, vistiendo há-Itas sm propósitos de profesar y mientras existiese el peli– gro del servicio militar. 9 0mo el propio Sr. Obispo Ulloa y Calvo se quejara al P;esldente Chamorro en carta de 17 de octubre de 1877 tres d.lads des~ués contestó el Presidente que había ya pro~iden­

cIa. o a fm de que los minoristas y manteístas no fueran in– cdlutldos. en el empadronamiento militar mientras el Congreso e ermmaba lo conveniente acerca del asunto.

, Todo esto demuestra que el Presidente don Pedro Joa– qUIn Chamorro no intentó nunca perjudicar los derechos sa– crosantos de la Iglesia, pues eso estaba en abierta contradic-

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