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« Previous Page Table of Contents Next Page »lena con 500 hombres en barcos y por tierra, llegó hasta Bogotá perdiendo en el camino la mayor parte de su gente, cuando los expedicionarios acampaban en el valle de la futura capital vieron que a la vez llegaba un ejér– cito conducido desde Quito por Sebastián de Benálcazar y otro salido desde Coro a las órdenes de Federmann No sabían como explicarse la presencia de tantos es– pañoles que buscaban países fabulosos Pero luego se supo como los de Benalcázar eran gente del Perú y los de Nicolás de Federmann gente de Venezuela que ha· bía salido de Cubagua, los cuales venían tan fatigados, por las largas distancias y tierras escarpadas, cruzando páramos despoblados y fríos.
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Hubo un momento, pues, en que los que habían salido de Panamá al Pelú, de Perú a Quito y de Quito a Bogotá, se encontraron con los de Santa Marta, Coro y Cubagua
Todos estos ejércitos se juntaron en un triángulo de seis leguas, sabiendo los unos de los otros, cosa que el rey de España y todos los que lo supieron lo tuvieron por maravilla; juntarse tres ejércitos yendo de tres go– bernaciones distintas, Perú, Venezuela y Nueva Grana– da
Sin embargo, reunidos los tres conquistadores tar– daron mucho en entenderse, poco faltó que vinieran a las manos Federmann cedió en parte sus pretensiones y mediante algún dinero cedió su gente a Quezada; en– tonces Benalcázar, viéndose inferior en fuerzas a Que– zada, renunció a combatir y pidió permiso para cruzar aquella tierra; Quezada se lo negó El capitán Juan Ca· blera, emisario de Benalcázar, dijo con altivez que de todos modos pasarían; "lo impediré a lanzazos", contes– t6 Quezada; y Cabrera replicó: "pues tened entendido que no los daréis por la espalda" Merced a la inter– vención de algunos frailes se pudo llegar a una conclu– sión, terminando así aquella acción melodramática. Más tarde, Antonio Berrio, heredero de Jiménez de Quezada, penetró a lo Guayano en busco de la Meta fabulosa, o quien se había concedido uno capitulación para efectuarlo, posó mucho tiempo explorando sus montañas y desiertos, sin llegar a formar asiento Más tarde lleg6 uno expedición al mondo de Roberto Dubley, lo que ocupó la isla de Trinidad Tras del inglés Dubley lleg6 sir Walter Raleigh, quien penetró hasta el Orinoco, prendió o Berrio; pero Walter se fué y Berrio recobró la libertad, fundando lo ciudad de Santo Tomé Por este tiempo penetraron buques franceses en el Orinoco, co– merciando con los naturales y vendiéndoles tabaco Mós tarde, volvió Waltel al Orinoco al frente de una formi– dable expedición, la cual fracasó, siendo mós tarde so– metido a juicio y encerrado en una torre en donde en– tregó la cabeza al verdugo
Guayana y la isla de la Trinidad entraron a formar parte del reino de Bogotá; pero la Meta fabulosa de Ordaz no se encontró nunca
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El doradismo llevó a esta parte del Nuevo Mundo algunos de sus brillantes capitanes; gran parte de la historia de Venezuela, tiene más de lucha contra las in– c6gnitas de la geografía y contra las sorpresas de los indios defensore.s del mundo encantado, que contra las
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dificultades inherentes los planes de colonización; des– pués se despert6 el doradismo pirático extranjero Pedro de Acosta pretendió establecerse en el Delta del Orinoco La expedici6n de Ordaz, antiguo compa– ñelo de Cortés y descubridor del volcán Popocatepetl, fué un reclamo gigantesco.
Fr Gregorio de Beteta hablaba de establecer un asiento en las riberas del Orinoco, el padre Sala se aventuró al interior del país que había costado la vida a Herrera, Sedeño y Ordaz
Diego Fernández de Cel po pretendió cerrar la era
de los precursores temerarios y abrir la de los fundado– les; pero los naturales lo mataron en un encuentro. Antonio Berrio fué el mós perseverante de los ex– ploradoles que buscaba con afón "El Dorado" o la Me– ta fabulosa de Ordaz, rica en metales y piedras precio– sas Es cosa de admiración ver a un hombre que lle– vaba quince años de fatigas, con gastos fuertes, leyen– do el libro de un Juan Martínez, titulado Relaciones, quien cautivo de los indios describía las riquezas de la Guayana Juan Martínez, real o supuesto, pasaba por haber entrado en la tierra con Pedro Malaver de Silva, quien había fracasado en su expedición al país de los Omaguas Lo novelesca Relación de Martínez, fué una maniobra empleada por Domingo de Vera, el maestre de Campo de la expedición, para enardecer a su jefe Antonio Berrio. Domingo de Vera, hombre de tempera– mento literario y teatral y sutil en el arte de mover los resortes del coraz6n humano, inventó aquella relación y para darle visos de certeza, la realza con la fábula de libro, hecha por el supuesto Martínez a su confesor en artículo de muerte La Relación produjo el efecto que se proponía el autor "Los Guayanos, decía Martí– ,nez, son muy opuestos al licor y exceden en ello a todo otro pueblo En sus fiestas, cuando el Emperador brin– da con sus capitanes y tributarios, entran los criados y untan el cuerpo de éstos con un bálsamo que llaman Curcay, y luego' soplan sobre de ellos oro en polvo por medio de cañas huecas, hasta que quedan brillantes de pies a cabeza. Y así adornados, se sientan y beben, por cinco o seis días seguidos y por haber visto esto, y por la abundancia de oro que ví en la ciudad, las imágenes de oro en los templos, las planchas, armadu– ras y escudos que usan en sus guerras, llamé aquella región "El Dorado",
La gente de Nueva Granada con la noticia de aque– llas relaciones comenzó a bajar para ponerse a las ór– denes de Berrio
Roberto Dubley, que se había incautado los pape– les del explorador castellano, mandó una partida de ex– pedicionarios a explorar el Orinoco y sus emisarios re– gresaron contando maravillas, el rey de los guaraunos les había ofrecido una piragua llena de oro, la que ya no tuvo efecto por la oposici6n de los guerreros de Ura– coa
Sir Walter Raleigh, escribió un libro "Descubrimien– to de Guayana", obra de observación y de fantasía, en el que describe !Jn país en donde pudieran encontlar las ciudades más bellas del Universo, con templos y san– tuarios llenos de ídolos resplandecientes, con sepulturas cuyos tesoros excedían a los de México o del Perú, con parques a la inglesa y con extrañas variedades, y con– cluía afirmando, haciéndose profeta, que la conquista d,e la Guayana, destinada a la nación inglesa, eclipsa– ría cuantas habían hecho los españoles
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