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dos, no se permite a sus súbditos hacer reclamaciones en nuestra Corte de AlmilOntazgo la Hércules, man–

dada por el Comodolo Brown, en servicio de Jos inde– pendientes, fue llevada a Ja Antigua por una de nues– tras fragatas de guerra, y condenada, en aquella Corte de Vice-Almirantazgo. El Comodoro Brown apeló; pero el Juez que pi-eside aquí la Corte del Almirantazgo, no lo consideraba como en presencia de! Tribunal, por la razón mencionada, lo que, en su opinión, lo imposibi– litaba para lec/amar su plopiedad Refiero este coso, no con la intención de censurar la decisión del ilustrado Juez, pOlque por su plofundo conocimiento de las leyes, en que están todos de acuerdo, tengo el mayor respeto, sino para hacer ver únicamente la dUleza de nuestras leyes, en el estado que están, para 105 habitantes de la AméJica española En este mismo momento la bahía Cadiz está llena de buques ingleses, fletados como trans– portes para Ileval las tropas destinadas contra los Ame–

I icanos, mienflas que se prohibe que se auxilie la causa de estos, con proclamas de los Gobernadores de nues– tlOS difélentes puertos libres en las colonias -E\ espíritu de hostilidad contra los Independientes se ha llevado a tal punto en la isla de Trinidad, que mientras los emi– grados realistas esí-aban promovidos a los del partido contrario; y cuando muchos de los habitantes de Güiria, al aproximarse el egército realista, se embarcaron a bordo de botes y canoas, o de otros buquesillos descu– biertos, que pudieron hallar, y fueron a refugiarse a la isia de Trinidad, no se les permitió desembarcar, obli– gándolos el volver al lugar de donde venían, y donde fueron asesinados hombres, mugeres y niños, sin distin– ción alguna .. Una corbeta de guerra inglesa fue a Güiria algunos meses después, y a su vuelta, trajo la noticia de que los cadáveres de estos desgraciados se habían dejado para que sirviesen de alimento a las aves de rapiña, y a las bestias feroces, y que en el espacio de dos leguas la tierra estaba cubierta de huesos hu– manos Es pues ciar o, que la España no tiene razón para qlJejmse de parcialidad de nuestra parte ácia los Independientes

Me palece que es contrario a la sana política im– pedir a los hombres emprendedores, que han abrazado la canera de las armas, alistarse en la causa de cual– quier poder estraño, con quien esté en paz la Gran Bre– taña Esto mantiene aquel espíritu militar, que es de la mayor importancia para cualquier país mantener en– tle sus habitantes, y el cual, en caso de necesidad, pue– de volverse a llamar a nuestro servicio. Ahora tenemos muchos oficiales de mérito a media paga, que no hallan sus rentas suficientes para sostener a sus familias: tene– mos también una multitud de oficiales que no tienen cuer pos ni destinos, y otros individuos que no hallan ocupación, y que por sus hábitos militares no son o pro· pósito para ningún otro egercicio. Si estos hombres ima– ginan, (si bien, o mal, no es \a cuestión) que el camino de la gloria y de las riquezas está abierto para ellos, pOlece que es impolítico e injusto detenerlos aquí. Esto es convertir esta tierra, llamada de libertad, en una pri– sión, y hacer nacer el disgusto y desafecto, siendo me· ¡or que estén a fuera Parece que lo que jUsticia na– cional ex.ige, es, que a todo hombre le sea permitido emplear sus talentos, o promover sus intereses del modo que juzgue conveniente, no contrariando los deberes que le imponen las leyes patrias.-Por tanto deseo, que las

actas

9~ y 24 i de Jorge 2 9 , que fueron hechas para un

CQSO particular, sean derogadas De este modo dejare-

mas en una completa libeltad de obrar a los individuos

y ambos partidos beligerantes quedarán en una perfec: ta igualdad

Se ha hablado mucho sobre el tratado entre este pais y la España, hecho el año de 1814; pero este 110

nos obliga a otra cosa, que a impedir el auxilio de ar– mas, municiones y demás artículos militares a las pro– vincias revolucionadas Noté ciertamente en el preám_ bulo de aquel tratado las expresiones "de que un deseo de estrechar mas los vínculos de amistad, que felizmen. te subsisten al plesente entre sus Magestades Católica y

Británica;" pero considero estas palabras como expresio_ nes de cortesía diplomática, y nunca puestas con la in. tención de obrar seriamente según ellas. Mis sentimien_ tos están muy distantes de convenir con el deseo, que se manifiesta en este preámbulo, ya sea que reflexione sable la naturaleza del gobierno español, o sobre el Ca– lách:r del individuo, que ahora agerce aquel gobielno los principios del gobierno español son tiranía y fana– tismo; y estos dos principios parece que están practica– dos en toda su extensión por Fernando 7 9 -El ha res– tablecido la Inquisición, y ei uso de la tOltura: él ha ma–

nifestado una ingratitud sin egemplo a aquellos hom. bres, cuyo valor y patriotismo, con la ayuda británica, rescataron sus dominios del yugo de un usurpador, y pu.

sieron sobre su cabeza la corona que ahora tiene. En cambio, él los ha cargado de cadenas y sepultado én calabozos, o expaIJ iado pal a que parezcan en e/imas pestilentes. Uno de ws primeros actos de gratiitud ácia nosotros, fue celebrar Clcción de gracias al Todo Podero. so, porque su tierra ya no estaba violada por los here.

ges que la habían pisado.-El ha sostenido una guerra de extelminio contra sus vasallos de la América, en lu– gar de conciliarlos, concediéndoles lo que requiere la justicia y la política En una palabla, ha procurado ex– tirpar todo sentimiento liberal e independiente de todos sus dominios, y establecer un reino de terror Un Go– bierno semeiante no puede estar ligado con un país li·

ble, como este; y empeñarnos en aJgo más de la estric– ta neutralidad, se lÍa tan lepugnante al sentimiento pú– blico, como a los intereses del país Por tanto, daré de– cididamente mi voto contra el proyecto de ley en cues– tión.

NUMERO II.

Traclucci6n de una Carta del Señor Hamilton a Su

Alteza Real el Duque de Sussex, &e. &e. le.

"Angostura 4 de Julio de 1819

SEi\lOR,

Aunque hace mucho tiempo que no tengo el honor de escribir a Vuestra Alteza Real, nunca he dejado de

infol marme de su salud, y he sabido con la mayor sao tisfacción, que esta ha sido tan buena, que le ha permi– tido continuar los dignos esfuerzos, que siempre han dis– tinguido la carrera pública de V. A. Real, y que tanto han contribuido a la felicidad de la Nación.

"Que el Regulador, Todo-poderoso, de los aconte– cimientos humanos, conserve a V A R para que seo como siempre ha sido, el amigo y el protector de la Ii·

bertad civil y religiosa, el consolador de los pobres, Y de los afligidos, y el Mecenas de toda ciencia útil y

agradable.

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