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Whifechapel, Octubre 28 de 1819. Señor Observador
Muy Señor mío: El que escribe para el público se expone a la censura de iodos los que leen Por tanto, yo me creí amorizado para censurar a V, des– de que leí el núnlero primero de su periódico, y des– de que vi. que sus principios no convenían con los lníos Tengo también otra razón para escribir con– tra las doc:lrinas que V pret';'nde hacer valer en el :mundo, y es, que sobre ser falsas. perjudican dema– siado a :mis intereses, y así, ni co=o amante de la verdad, ni como interesado, las podía dejar correr libremente Si V no tenía tantos motivos para es– cribir, corno tengo yo para impugnar su escrifo, mi disculpa será más legátima que la de V. ante los ojos del público, a pesar de que yo soy un insurgente y
V parece ser un leal.
V, Señor mío, ha mojado su pluma en sangre y
acíbar para pintar del modo más cruel la insurrec– ción de América y el carác:ler de los Americanos. Con esto no ha hecho V. Inás, que concedernos una nueva victoria. pues ha manifestado que nosotros no exageramos nada cuando decimos, que :l:ene=os los enemigos menos generosos del mundo. La vengan– za, del Inodo que V la toma, de unos hombres que todavía no le han hecho la pri=era herida, no prue– ba los mejores seni:imienfos de humanidad, ni los principios de filosofía que cansadamenfe invoca en su papel El habernos llamado asesinos y ladrones para defender la causa del Rey de España, es cosa, a:migo mío, que ni al :mismo Rey se la perdonarla un ledor itnparcial.
En verdad, le hace a V. muy poco favor el InOS– .trarse en esfos fiempos menos liberal que lo que fue el Duque de Alva en los de la Reina Isabel, pues de– be acordarse, si ha leído la hisforia, cuando aquella Reina llamaba traidores a los partidarios de la Bel– iraneja, el Duque le decía. I'uega vues1rll ollleza a
1J]ños que venzamos, poll'que si somos vencidos, noso–
~fOS seremos los Iraidol'es. Si, Señor Observador, aquí. dice V. que los Americanos son ladrones y ase– sinos, y ellos dicen en su país, que los ladrones y asesinos son los que dejan su casa para ir a tomar posesión de la ajena, maiando al que defiende lo suyo Si V :l:uviera un poco de paciencia, y espera– se a vencer' para insultar, acreditaría a lo menos, que si no tenía más Inoralidad que el Duque de Alva, no era fampoco menos político.
Pero nada de esto es lo que hace a nuestro cuen– to Los nombres qua se les den a las personas y El
las cosas, no mudarán jamás el carácier de las per– sonas, ni la esencia de las cosas misInas Llámenos
V como quiera, pero no nos trastorne los hechos, ni haga con los rasgos fáciles de su pluma, lo qUe no han podido hacer, con muchos trabajos, 108 ejércitos enteros, que ha enviado S M C. al nuevo mundo. Es– io, Señor mío, no Se le puede conceder a V, porque,
por no concederlo, nos estamos matando allá los la– drones con la justicia.
Como nlÍ infenfo, pues, es combatir las asercio– nes de V, y como también rn.e he propuesto hacerlo de un modo satisfaciorio para cualquiera persona que pueda leer esta carla, me ha parecido conVe_ nienie presentar al pie de la leira iodo el artículo de
V, con los mismos defectos que sacó de su original, a fin de que se vea que quiero jueces en mís lectores,
y que no prefendo engañar a nadie. Contesia.ré a cada uno de los parágrafos, según el =érito que me fueren presentando, y de esfa manera nadie po– drá echarme en cara el haber oculfado algo de lo que me perjudicaba, ni el haber fingido cargos para iener ocasión de contestarlos Empezaré, pues, co– piando la infroducción con que se nos entra V. en la Insteria, que debió haber respetado por extraña, y es como sigue.
lI..a /iuell1te de la América. Española es el p.-oble– nm que más ocupa ac9uaJmenle a Jos políticos y es.
peculai!1o¡ocll e,..tJranjcros. PJ'osljjllyer.ldo .el nombre
d~ libertad V d.e pafriotisIno a una ll'abia desenll'ena. da que solo conduce al desol'den, a las violencias, al
robo y al asesinallo, muchos de esaos políticos y es–
~lecldadores 111.0 dudan consideral' como hé.-oes a los i\liuUviduos que se han sublevado en la América Es– paiúola conlra el gobñemo de su nación, ni pl'ono:5!" eóu' que por su esluerzo quedarán pronlamenlle omanlCipadas, indepencUenles y leUces, lodas las pl'O– \lindas de aquel vasto hemislerio. Que esle lengua– je se oiga en 2a boca de los enllusiaslas y avenlul'c, ros que llibran. sus esperanzas de fol'tullIa en la con· fill1luaci6n de !as IUll'bul~lIcias de la América, no es eldrailio; pel'o que ilic le oiga en hoca de genles sen–
sa~as que saben raciocina.-, y que no parecen lener ilnJelrés en e!l.tas calamidades, 110 puede menos de
causar asombro. Mas cuando invefeil'adas p:reocu· pac!ones, y una mullilud de ideas falsas sil:ven de bases a ROlO cálculos y I'acioeinos del espil'ilu humano .cpOll'que asornlllB'amos de las pal'adojas y absul'dos qne él presenta? Los que más fatigan su imagina–
ciión pous resolvel' el problema que hemos indicado,
~10 llienen conocimilllUo exacto de la nalllraleza y es–
tado mt:ilual de la insu1'll'ccción en la Amédc:a Españo– la, ni de! carácter vel'dade.-o de 105 criaUos que la han emprendido. Confiando con nimia tl'edulidad en Il'elaciones parciales y fementidas, o en cueados
fa~u~o5ClS que invenlan los mismos edoll05, y espar· cen sus agentes, sequaces y pll'olcclol'es, los politicos c'le que hablamoG, se flgln'an cosas que no llenen ni
ban tenido cxJsfencia jamás, o repl'eScnJan las que exisRen, bajo un aspecto idaaJ, y juzgan de lodo por nociones equivocadas, y POI' principios abslll'adOS. Deiemos, pues, que se deleiten con los I'ssgos de su imaginación, o que luchen por lnvestig8l' y 50l'pren– del' el orden lutUl'o de los destinos.
Dispenso a V, Señor Observador, la salva qua nos hace con fanta civilidad, lla=ándonos rabiosOS
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