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gefe consideraba de mayor importancia el reforzar el egército real de Chile, envió aquellos cuerpos, con otros mas, al mando de Osario, su yerno, creyendo que sería tan feliz esta vez en Chile, como lo había sido anterior– mente

Por esta causa se vió obligado O'Higgins a levan– tar el sitio de Talcahuano, y retirarse a la otra banda de Maule, para que reunidas las fuerzas de Chile en una distancia corta de la capital, pudieran ocurrir a su de– fensa, en el caso posible de verificar el enemigo un desembarco en Valparaiso En este estado, hallandose ambos egércitos, patriota y realista, en el célebre lugar llamado Cancha-rayada, en las cercanías de Talco, des– pues de una accion, en que quedó victorioso el primero,

y tratando el general San Martin de mudar la posición

de algunos cuerpos, que habian quedado mal coloca– dos; como se hiciese esta operación entrada ya la noche,

y en el mismo momento atacase el enemigo a los cuer– pos que se movian, se introdujo tal confusion en ambos egércitos, que unos y otros soldados se mezclaron, pro– duciendo este accidente la dispersion por una y otra par– te Los realistas perdieron menos que los patriotas, por– que como tenian a Talco por suya, les era muy fácil la reunion, cuando los otros se veian precisados a vagar por mil partes diferentes, sin tener otro asilo, que el que les ofrecía la primera villa, distante veinte leguas del lugar de su sorpresa

Un solo cuerpo del egército patriota quedó entero, el cual estaba al mando del coronel Heras Las demos fuerzas se dispersaron de manera, que fue imposible reunirlas, hasta que por varios rodeos llegO/on o la capital; pero ton menguadas, ton abatidos los ánimos de los soldados, que parecía imposible volverlos a poner al frente del enemigo O'Higgins habia recibido una herido peligrosa en el brazo derecho, pero mas vale– roSo que nunca, animaba a todo el mundo con su egem– plo y con sus extortaciones El general San Martin, por su porte, hacía los mayores esfuerzos para hacer perder al soldado aquella terrible impresión que le habia cau– sado un contraste tan imprevisto; pero la cobardía que manifestó un gran personage de aquel egército, auto– rizaba, o disculpaba cuando menos, la de los demos hombres, que no eran de tan alta clase, ni podían aspi– rar en aquellos momentos a hacel una fortuna, y adquirir una reputacion, iguales a los que tenia el que daba el egenw10 de consultar a la seguridad personal, cuando se presentaba el riesgo del modo mas terrible

Este hombre decía públicamente, que Chile estaba perdido sin remedio, y que todos los esfuerzos que se hiciesen eran vanos Tuvo al fin el arrojo de decir a Q'Higgins: Mi general, yo estimo a V. demasiado para no sentir el verle herido de tanto peligro, sin pensar en ponerse en salvo, cuando el enemigo, que ya está muy cerca, debe ahorcar a V. en cuanto /legue; pero el Chi– leno le contestó: Mi amigo, yo prefiero el morir ahorca– do, al vivir huyendo: el honor vale mas que la vida, y ¿por qué cosa se puede perder esta con menos senti– miento, que por no desamparar al pais, en donde uno ha sido honrado?

Con todo esto, O'Higgins a ningun hombre, que era de profesion estraña a la guerra, le impidió que emigrase del modo que quisiese hacerlo Infinitas fa– milias llenaban el camino de la Capital a Mendozo, para ponerse del otro lado de los Andes, en taso de quedar vencedores los realistas Este gefe supo con– cilial la defensa de su patria con Id seguridad de sus

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compatriotas indefensos, y no siguió el egemplo de otros, que en iguales circunstancias han dicho: Si para mí se ha de acabar el mundo, que se acabe el mundo conmigo.

El enemigo entre tanto abanzaba sin oposición ocio la capital, y llegó al fin, el dio cuatro de Abril de 1818 a su último campamento, distante solo cuatro leguas de aquello ciudad, que ya consideraba en su poder El siguiente día, al comenzar su marcha, encontró en el camino al egército patriota, compuesto en gran parte de soldados, que iban a ensayarse por la primera vez en la gUerra, pero que compitiendo en valor y entu– siasmo con los mas antiguos, llevaban la muerte a don– de dirigían su vista Cuando O'Higgins calculó que la acción podio haber comenzado, se hizo poner en su coche, y conducir al lugar en donde iba a decidirse la suerte de su patria, sin que su peligrosa herida hubiese podido impedirle dejar el coche, ni montar a caballo en el momento de acerco! se a los egércitos Era impo– sible que los que veían estas pruebas de la serenidad del Gefe Supremo, no arrastrasen los peligros mayores, y aun era mas imposible, que dejase Chile de vencer cuando San Martin mandaba el egército, y O'Higgins regia el Estado Así fue que la victoria se decidió des– de luego por los patriotas; que todo el egército enemigo, superior en número, se desvaneció como el humo; que ningun realista dejó de ser muerto o prisionero, a ex– cepción de Osorio, que huyó con mucha anticipación; y así fue, como de un solo golpe quedó en Maipu liber– tado todo el Estado de Chile, por el valor y el heroís– mo de los generales y soldados, así chilenos como ar– gentinos

Destruido el formidable egército de Osario, era ne– cesario empeñarse de nuevo en la toma de Talcahuano, para cerrar la entrada en lo venidero a otros enemigos; pero la fortaleza de aquella plaza, y el mal estado en que quedó la fuerza patriota con la costosa victoria de Maipu, hacia muy difícil, cuando no imposible, aquella empresa pOI entonces Lo que mas cuidado daba era la posesion que tenian los realistas del mar, con la cual eran capaces de reforzar siempre su egército en aquella ex– tremidad de Chile; y por esto O'Higgins concibió la idea, que parecía risible, de levantar en Valparaíso, sin ele– mentos para ello, una escuadra capaz de quitar a los realistas las ventajas que les daba la suya Sin buques, sin marineros, sin arsenales, sin ninguna de las cosas que la emplesa requería; trabajando al mismo tiempo en la organización del egército, en el arreglo de las rentas públicas, en la separacion de los males que la guerra habia causado, todo se vió realizado en menos dios de los que él mismo habia calculado Su incesante acti– vidad, que le llevó al mismo puerto de Val paraíso, para sacar de la nada una escuadra; comprando aquí y allá los buques mercantes; convirtiéndolos en novios y fra– gatas; interviniendo en las cosas mas menudas de cada ramo; y no dejando reposar un momento al oficial, ni al soldado, ni al marinero, ni a los mismos individuos de su familia, consiguió habilitar cinco buques, y con ellos, tripulados en la mayor parte con hombres del campo, tomó el Comandante Blanco la fragata española María Isabel, y casi todo el convoy de dos mil hombres que llevaba para Lima, Despues de esto, y hasta la lle– gada del Lord Cochrane a Chile, siempre continuó dedi– cando su mayor cuidado al incremento y mejoras de aquella escuadra, que hoy muy aumentada, es el terror de los Españoles del Perú,

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