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« Previous Page Table of Contents Next Page »de Macaulay, el doctor; de Castelar, el olímpico,
Sean estas ¡'állidas líneas, que tanto Ilistim de pre. sumir ser un estudio critico de la producción lite! alia de Adán Vivas, la primel'a piedra de la columna que otros brazos de mayol'es energías, movidos por igual voluntad a la mía, contribuyan a levantar sobre SIl tumba, como un acto sobre su tilInba, como un acto de póstuma justicia a las sobresalientes aptitudes de aquel genial poeta y brillante escritor que impelido en sus últimos años por la inclemente fuena del destino ha· cia el vertiginoso piélago de la incontinencia, pOl' en· tre los escollos de la immillación y del dolor, (leslte, cItas las ilusIones de la vida, lacerall0 y agostado el corazón, alzó un día la espaciosa y abatilla flente en busca de la luz de la rehabilitación, vio cerca de sí con reprimido eSllanto la oscura playa de la muerte, y se tendió sobre ella, triste, tlanquilo, resignado, como acogido al último refugio de la humanídad doliente,
Duel'me aún, aguilucho. Hay fosas que son como cámaras probatol'Ías de la verdad Reciben la yel'ta materia y devuelven la luminosa idealidad, Acaso en breve día, confolme COn mis votos, la mágica vara de la fama nacional entreabra la tuya, y surjas de allí, donde ahOl'a yaces, áglÚla blanca de serenos y altos
.
,
vuelos por los cielos de nuestra posteridad,
Rivas, Junio 'l,
DIEGO MANUEL CHAMORRO
SE~ORES:
Una antigua ley ateníellse l'esel'vaba los fúnebres elogios y las ofl'endas florales para aquellos soldados que hubiesen muerto combatiendo en los camIlOS de
la patria, Y he aquí que un soldado pletól'ico de enel'– gias admirables, que un .Jefe de las más gl'andes y atre. vidas valentías, inquebl'antable y paciente en la dei'ro' ta, prudente y SOblio en la victOl'1a., temel'oso y audaz en la batalla ha caído eh la arena sable en mano, con estl'épito de pOderosa al'madura -y tal un Cid Cam. peadol'- con la adusta expresión de la tenaz y altiva bravura de los héroes en el noble rostro bañado llor la suave claridad del sol poniente, HonOr a la vida sIn mancha del paladín victorioso lIcua de alientos de combatividad sorpl'endentes. HonOr a J¡i mue1'te que al sonar pala sí, la ·t1'lste hora del último destino, dn· Ilió todas su:; armas flamantísimas, y se inclinó humil· demente para que en él se cumpiiese la voluntad de
Dios!
Pocas Vidas nos será dallo encontl'al' en Iluestl's histolia -preciso es confesarlo- que aventajen en manifestaciones generalmente mel'itOlias, a la (lel
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conspicuo ciudal1ano Don Diego Manuel ChamOl'ro, que ahora yace en esa caja mortuoria, y que por ello mis mo, y eu doloroso contraste COn su tl'iunfadora c"is" tencia y con la exaltada cumbre de donde acaba (le despeñade violentamente el rayo de la muerte, )one
ell mis labios esta inspirada sugestión 11el poeta:
TIte deard butscepleled Sovereigns who still
1 ule OUl' spirits frOIn theh' urns.
"Son los yertos Soberanos que el cetlo empuñau
y los pechos rigen, desde la propia tumba"
Nacido en el seno Ite una familia ilustre que dio taritos próceres a la patria, y nutddo S11 espíl'itu en las hermosas tradiciones cívicas, en el ambiente del 110gar y del partido a que él tan dignamente pel'tene– ció, hizo de ellas la aspiración esfol'zada y suprema, el lema glorioso de su vida entera y ardientemente con. sagl'ada a la patria que él tanto y tall, ciertamente amó No llay uno solo de nuestros ellfuel'zos revolucionarios por l'establecer en el país el orden constitucional y el del'ecllo y la libertatl ciudadanos, qUe no le haya teni. do a él como a uno de sus mejores consejeros y más denodados defensores; ni un solo triunfo, ni un solo desastre, que no le haya contado prominentemente en el númcl'o de sus más escogidos abanderados de van· gIlal'dla, Sereno y fil'me en ¡os caprichosos vaivenes 11e la suel'te, bastábale hollar COn su planta la dm a tie· rra de la persecución para al:ial'se -nuevo Anteo– con todos los demás, sus iguales en amor patrio, con el estandarte de todas las rebeldías y de todos los sao crificios en aras de su única obsesión, la salud públi– ca, o sea, el bien nacional.
Era el caballero de la J¡wilalla energía de qlÍe nos habla Darío, Recor(lemos su dominante e imponente figura en el Congreso, a cuyo augusto lecinto pelle· traba "armado y empenachado guerrero", ajustado al cincelado símil de artífice genial para el célebre LEA· DER republicano MI', Blaíne; y ahí embl'azando sus fol'. midables armas, e impelill0 POI' su honda convicción y ánimo caballeresco, combatía valerosa y provechosa· mente, por tradiciones y pl'Íucipios, a su entender sus· tantivos, o bien, por las nuevas ol'ientaciones que abrían una ancha vil!a de segul'Ídad y de progreso al país, y que él veía brillar C0l\10 una aurora de deslumbrantes coloraciones de l'edención¡ y enardecido por el calor de la idea, y por ella hecho irreductible y fuerte, pu' dimos siempre contemplar flotando con heroicas ga· llardías, su alta y blanca cimera de combatiente apero cibido y leal, si visionario a veces, lo mismo en la tri. buna }larlamentariil que en el rudo estadío de la pren. sa en donde fulge su l'ecuerdo de brioso polemista V
de culto expositor de sus levantados mirajes de pa friota;
Recordemos la él)OCa de actividad ilustrada, bl'i· lIante y patriótica, acaso la más lucida de sn vida, la de su esplénllida actnaciíin como Minístro Ile Re-
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