This is a SEO version of RC_1967_11_N86. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »JOSEI'A ORTEGA DE HVEZO
blica, sembrando luz y fe en los cerebros yen los cora-zones de nuestra juventud. .
A ese nucleo pertenecen las ilustradas damas doña María Medina v. de Rodrí'guez, doña Josefa To– ledo de Aguerri, doña Juana Vicenta Cabrera, doña Josefa Vega de Cuadra, las señoritas Ricardo Barbere– na, Rosa Cabrera, Perfecta Pérez, Fidelina Borge y cien más que nada tienen que envidiar a quien quiera que venga de otros países
MERCEDES BARBERENA DE ZAVALA
En otro orden social, el de la beneficencia, que es la caridad, chispa divina, emanación de Dios, brilla otra honorable matrona, doña Mercedes Barberena de
lavajo, de grata e imperecedera memoria.
A ella, casi, debe Managua el tener el Hospital actual don José Angel Robleto, el Dr don José del Carmen Bengoechea y otros caballeros altruistas, con– cibieron el pensamiento de construir una sala donde asilar enfermos desvalidos Con el auxilio del vecin– dario lograron levantar la casa, pero faltaba mucho todavía Faltaba enladrillarla, blanquearla, dotarla de camas, ropas, medicinas, alimentos, servicio de mé– dicos y enfermeros, personal administrativo En fin, faltaba murho aún para poder abrirlo al servicio de los necesitados
En ese estado las cosas, llegó al poder el Gener-al Joaquín Zavala, y con él, su esposo doña Mercedes llegó a la capital Inmediatamente vio ella lo necesi– dad y se propuso remediarla.
Sin pérdida de tiempo, convocó a todas los seña. ras, señoritas y caballeros de la localidad; les pidió su concurso personal y pecuniario; organizó una Junto de Beneficiencia, la primera de este nombre en Managua, de la cual se le hizo Presidente, organizó veladas lírico– literarias, las primeras también que aquí se dieron; hizo rifas, loterías, bailes de caridad; pidió su apoyo al Gobierno, trabajó sin descanso, auxiliada por todas las damas de aquí que se estimulaban con aquel ejemplo de ctividad y tesón, y antes de un año se abría 01 ser– vicio público el Hospital de Managua, y se empezaba a trabajar una segunda sala el salón oriental.
Es extraño que el retrato de está noble benefac– tora no figure en las salas de nuestro Hospital, como un acto de justicia y en homenaje o sus méritoS. Querríamos enumerar a todas aquellas señoras o señoritas que de un modo u otro se han distinguido en Nicaragua durante la centuria que acaba de cumplirse, pero esa es una tarea de más aliento y reclama fuerzas superiores
Basta por hoy hacer notar la gran diferencia en– tre la mujer de hace cien años, que todo lo ignoraba, y la mujer actuClI que piensa, siente, sabe, discute y
comparte por igual la vida con el esposo que libremen– te escoge; que tiene acceso (] todas las profesiones, y que ha dejado de ser máquina automática para con– vertirse en elemento eficiente en la vida social y do– méstica, así, como en el mundo intelectual y científico Capacitada, en fin, para responder a las palabras del Divino Salvador "Compañera te doy, no esclava"
ELENA ARELLANO
~
MARIA MEDINA v. DE RODRIGUEZ JOSEFA TOLEDO DE AGUERRI JUANA VICENTA CABRERA JOSEFA VEGA DE CUADRA RICARDA BARBERENA, ROSA CABRERA PERFECTA PEREZ, FIDELlNA BORGE
El colegio de doña Elena fue el faro que iluminó un nuevo y más amplio horizonte para la mujer. El Gobierno fijó en él sus miradas, vio el vado que llenaba, y, conociendo su deber, amplió y perfec– cionó la obra fundando, con profesoras extranjeras, el primer plantel de enseñanza académica paro señoritas de t~icaragua
Ese fue el semillero de donde surgió un verdadero florecimiento femenino
De allí salieron notables institutrices que son honra y prez del magisterio nacional, y que, como los apóstale,s se esparcieron por el mundo enseñando la nueva doctrina, se han diseminado por toda la Repú-
76
Esa mujer se llamó Elena Arellano
Alma blanca, blancos fueron los frutos de su labor en el mundo
De costumbres sencillas y santas santificó cuanto sus manas tocaron y cuanta obra emprendió
Ella fue la fundadora del primer Colegio de Se– ñoritas en Nicaragua, abierto en su propia casa, y sos– tenido a sus propias expensas, allá por el año de 1870 072
Desde entonces los padres de familia ya no nece– sitaron llevar a sus hijas hasta Guatemala para edu– carlas
ROSA TRAÑA, MARIA OCONOR RAMONA RODRIGUEZ, JUANA LEZAMA
y para señalar algunas de humilde cuna, pero más intrépidas, citaremos a la Rosa Traña y María Oconor, de Granada, Ramona Rodríguez (a) Pavona y Juana Lezama (a) ¡;;¡ata, de Managua, que alcanzaron altos grados militares por su valor y arrojo, y gozaron de los honores correspondientes a esos grados
Hoy, la mujer nicaragüense ha cambiodo el ar– diente campo de la lucha y la revuelta por un campo de más fecundo y tranquilo laboreo, campo que armo– nizo mejor con su naturaleza y que da frutos más seguros y útiles. el de la Escuela.
Desde que una mujer, la mujer máxima de Nicaragua, concibió la idea de educar e instruir a sus semejantes y para ello fundó un colegio de niñas en Granada, se operó en el país una verdadera revolución que cambió la faz de la sociedad y de las aspiraciones femeninas
Avilés, las Solís, en Managua, las Chamorros, Corra– les y Malespines, en Granada, Bacas, Teranes, y Ba– Iladores, en León.
This is a SEO version of RC_1967_11_N86. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »