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que no hace nada- siempre dio a sus milagros el aire alegl e, el estilo festivo _.maravillosamente poético:– que es marca campesina, marca popular que ya vimos en su palabra y ahora admiramos en sus prodigios El hombre descompuesto por el dinero o por la ciudad y sus normas, mata de seriedad sus propios diversiones Un hombre que cante en la calle, en alegres y altos voces, puede ser encarcelado, por lo cuidadosa policía, como borracho Pero el carretero en el camino 'viene cantando Fray Margil tiene eso alegría de la liber" tod a flor de milagro i Sus milagros pueden acom– pañarse con guitarra! Es un franciscano, es decir, un hombre que viste la etiqueta medioeval del campesino, el hombre que lleva como hábito el antiguo traje del labriego pobre, el hermano del juglar, el cantador de romances, el bailador de las diáfanas danzas Por eso sus milagros, sus palabras, sus obras nos parecen arrancadas del folklore, de los retablos, de las mila– grerías que las vejezuelas cuentan por las noches, y vuelven a ser -uno vez más- para nuestra satisfac– ción y orgullo nicaragüenses.
En cierta ocasión estaba agonizando Tomás Arriviloga Los médicos lo habían desahuciado. Pe– ro llegó por la noche Fray Margil y en son de bromo tiró de \os orejas al moribundo y dijo a lo sirvienta "¡Tróigole una jícara de chocolate!" El agonizante tomó el chocolate y 01 instante quedó sano
En otro ocasión se encontraba el Santo en Sébaco o en Telica predicando ante los indios, que habían caído de nuevo en la idolatría, en supersticiones dia– bólicas y aún en la asquerosa práctica de los sacrificios humanos Indagando sobre los causas de este retor– no al canibalismo encontró la principal en la embria– guez Entonces habló a los indios de aquel vicio envilecedor, verdadero sacramento del Demonio, al cual se bebían en el líquido ardiente, porque se traga– ban la tentación de la carne y del crimen, y luego mo– rando el Demonio en sus entrañas como víbora, les roía su dignidad humana y aún la salud Las ardien– tes imágenes de Fray Margil hirieron la imaginación indígena, pero entendiéndolas materialmente, se fue– ron a sus porongas y tinajas, donde guardaban el licor, para buscar a Satanás en forma de culebra. Y Dios quiso que al levantar las tapaderas de las vasijas, saltasen del líquido raroS y siniestros víboras, gusanós desconocidos y grandes sapos
Aquéllas lecciones gráficas ilustradas por el mi– lagro, aquella caridad acogedora y suave como lo ma– no de una madre, aquella santidad sencilla y descalzo, aquella pobreza fraterna y cariñoso, fueron limpiando suciedades antiguas, barriendo basuras seculares, cos– tumbres salvajes, inhumanos ritos, sombras precolom– binas El arte, el silencioso gusto por la belleza de aquellos morenos hijos del misterio, comenzó o desen– volverse a la luz grata, civilizadora, de Cristo. En vez
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FRAY RAMON
taran de la tierra al conjuro maravilloso de su palabra o de su mano
En todas partes corre la fama de sus virtudes y
de sus dones extraordinarios Todos los pueblos se disputan el honor de tenerlo entre ellos Los francis– canos de Ocopa le piden al Arzobispo tes envíe como prelado al Padre Rojas. El Dictador Salaverry le ofrece la mitra de Maynas
Es en el Perú donde Fray Ramón Roxas de Jesús María alcanza el apogeo de su santidad y de su tau– maturgia Los pueblos de la provincia de lea vieron incontables prodigios de Fray Ramón.
Poseía el don de profecía, del que ya había dado muestras en Centro América A don Evaristo Rivas Zelaya en Nacaome, Honduras, siendo un niño de ocho años que ayudaba al Padre Rojas en sus carida– des llevándole las alforjas, le vaticinó una gran lon– gevidad, vaticinio que se cumplió fielmente pues ,el se– ñor Rivas Zelaya murió nonagenario A una monja del Convento de Santa Teresa en Guatemala dijo que en menos de dos años no conocería su convento por las mudanzas y trabajos que sobrevendrfan. Y como lo dijo le sucedió, dando ella más tarde testimonio de todo. En el Perú es fama que al Dictador Salaverry vaticinó su derrota y muerte si avanzaba hacia el Sur en vez de esperar al enemigo Y la profecía se cum– plió, pues Salaverry, desoyendo el consejo del Padre Rojas, fue hacia el Sur en busca del enemigo y encon– tró la derrota y la muerte Pero en donde méls clara– mente se manifestaba este don de profecía del Padre Rojas el a en los niños Es muy conocida la profecía que hizo en lea a la señora Isidoro Mejía de Fernan– dini. Esta señora acababa de ser madre de dos ge– melos, y llegó a conocerlos el Padre Rojas, quien después de acariciarlos dijo a la madre "No te afli– jas, hija, portirós con la gloria uno para tí y otro para el cielo" Protestó la madre, y Fray Ramón insistió: "EI más grande y fuerte es el que va a morir, y éste que llamas el gatito feo y raquítico, no sólo vivirá sino que será feliz, tendrán mucha fortuna él, sus hijos y
sus nietos" La profecía se cumplió al pie de la le– tra El niño sano y rollizo murió al poco tiempo, y el otro llegó a ser Lin rico propietario y sus descendientes son archimillonarios
Incontables son las anécdotas de hechos mila– grosos que se refieren del Padre Rojas. El más nota– ble de estos hechos es sin duda alguna el del Pocito, que ha dado lugar a la veneración del lugar donde la historia dice que las manos taumatúrgicas de Fray Ramón obraron el milagro de hacer brotór agua del desierto Este lugar se encuentra en la milla 18 del camino entre Pisco e lea, en la llamada "Pampa de Villacurí" que es una llanura desértica de más de se– tenta kilómetros. En tiempos de Fray Ramón había que cruzar este desierto a caballo o a pie. Los inter– minables arenales hacían la marcha fatigoso y pesa· do Bajo los rayos del sol el viajero se derretía de cansancio y de sed, sin que apareciera en el horizonte por muchas millas una fuente para saciar la sed ni un lÍlrbol que brindara su sombra al caminante. Muchas
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