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que no esién focios sus hombres principales, por rio sér posible, coiabcm3.ri– do en las .diarias faénas de la administración pública.

Es uno de nuestros más vehemenies deseos y será marcada fen– dencia de nuesira política, unir al Par±ido Conservador, por cuya salva– ción hemos luchado, para que ponga iodas las pa±rió±icas energías en que abundan sus elem~rtfos e!). defender obra de la revolución, gloria que le pertenece, y ert sosiener lospriticipibs de Libet±ad y Orden que inform.an nuestro credo polHico.

El definir de manera clara y ierm.inanie la polí±ica conservadora del Gobierno, no quiere dedil' que olvidemos ;los fines de reconciliación y concordia a que esfá obligado iodo gobierno honrado hacia sus adversa– rios políticos. Desearnos asegurar los derecli9S y gara¡::dias a todos los ni– caragüenses para que, reconodiendo los beneficios dé la paz, se dediquen bajo su imperio a restaurar con el trabajo a la república de las hondas he– ridas que la ±ienen posirada.

LUIS MENA

Managua, 23 de mayo de 1911.

FUGA DE CODORNICES

A. DIAZ

Cuando cayó el General Esrrada no quedó ningún amigo a su alre– dedor. Mejor dicho, ningún estradis±a. Es fenómeno corriente huir del que cae.

Los adrrtiradores de la víspera se le fueron a Estrada con la rrtisma facilidad con que se va el agua de la6 manos. Eran las nerviosas codor– nices que alzaban rápidas el vuelo espantadas por el ruido de la caída, corno ante un escopetazo, buscartdó afropelladamente seguridad entre los matorrales de la política.

A Zelaya lo negaron, no digo una vez, veinte veces. Y no solo mu– chos de sus arrtigos a quienes siempre dió calor el sol de la diciadura¡ tam– bién algunos parienles.

Si mafiana salieran del poder don Adolfo Díaz y el General don Luis Mena, quedarían pocos. adolfisfas y menisfas. Y quien sabe! Ma– dre luminosa, eS la Historia que noS ensefia a ver, a vivir, sobre las sir– ias del mundo y ella dice a los hombres que Pipaon ¡Oh dicha! vuelve constantemente la ansiosa rrtirada ;hacia el sol de levanie para entonar to–

dos los días la calculada ca.rtdión de ftiunfo y de vicioria.

Oigase bien: a Levante.

Solamente el ideal ata a los hombres con sus invisibles cordajes de oro Las situaciones c9rivencionales tio los detiene, no los obliga en el desasire. .

Antes de ser Presidente el General Estrada era carpin.l:ero. Nacido en Managua, de matrimoJ,'lio humilde pero virtuoso - dofia Ignacia Mo– rales y don Macario Esrradá, pasó por el calvario del obrero.

Hijo del taller, se hizo militar durante la guerra de la Barranca y entonces peleó corno oficial de escuadra... Después entró en las tramaS po– líticas y fué ascendiendo. Déspués¡ en laS cOJ,'lspiraciones revolucionarias. Sube a la cumbre por la fuerza de los cañones, se detienen un momento, os– cila y cae.

Tres artesanos, en.l:re ellos el maestro de obras José Angel Aranda, fueron los únicos que llegaron a la Estaci6ri el. despedirlo. En su naufragio, aquellos honrados obreros le tendían la mano. Era una profesfa de leal– tad que le salía con sorpresa al paso en medio de la sombra como una luz en la noche de su destino.

FIN

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