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« Previous Page Table of Contents Next Page »mas y pertrechos de guerra que estuviesen en su po~
der¡ ofreciendo Gutiérréz a nombre del Rey del Ca~
pitán General y bajo su palabra de honor. que no se tomaría providencia alguna ofensiva contra los que habían defendido la misma plaza. de cualquier cla~
se y condición que fuesen.
En virtud de esta capitulacIón, que lué reUgIo– samente cumplida por los granadinos, tué ocupada la ciudad el 28, sin resistencia alguna. Los realis~
tas faltaron a su compromiso: Bustamante creyó que no debía tratar con rebeldes y desaprobó los oIreci· mientas de Gutiérrez; autorizando en consecuencia al Obispo de Nicaragua para que procediese a la aprehensión y castigo de los granadinos. Don Ale~
jandro Carrascosa pasó a Granada, en concepto de fiscal y formó causa a todos los coi1Spiradores, des· plegando en la secuela del proceso y en la confJsca– aión de bienes, una severidad que le hizo muy po– co recomendable a los independientes.
Ese proceso duró cerca de dos años; y los ,ra· nadinos, después de una dilatada prisión, de muchos vejámenes, y de baber sido despojados Inhumana– mente de sus bienes, fueron sentenciados militar– mente, unos a ser pasados POr las armas, en concep– to de Jefes de la rebelión, como don Miguel Laca– yo, don Telésforo y don Juan Argüello, don Manuel Antonio Cerda, don Joaquín Chamorro, don Juan Cerda, don Francisco Cordero, don José Dolores Es– pinosa, don León Malina, don eleto Bendaña, don Vicente Castillo, Gregorio RobIeto, Gregorio Braca– monte, Juan Dámaso Ro'bledo, Faustino Góme~ y Manuel Parrilla. otros a presidio perpetuo, como don Jnan Espinosa, el Adelantado de Costa Rica y
don Pío Argüello; y 133 a presidio temporal.
"De estas condenas, dice Marure, solamente la primero no tuvo cfecto; y así lué que se vieron, COn
el carácter de presidarios, en los p-uertos de Omoa y TrujiUo, el Licenciado don José Manuel de la Cerda, don Pedro Guerrero, don Silvestre Selva y otros varios individuos de las primeras familias de Granada. Casi todos los comprendidos en la pena del último suplicio y presidio perpetuo fueron con~
dueidos a Guatemala, y, después de nuevos sufri– mientos, conlinados a los puertos de ultramar de dependencia española: algunos de éstos pelecicron durante su destierro, los demás recobraron su ]iber· tad en virtud de la real orden de 25 de Junio de
181"1".
A pesar de los sufrimientos de éstos y otros centroamericanos, y del Gobierno opresor de Bus~
tamante, las ideas liberales se fueron abriendo pa· so. Terminó el Gobierno de Bustamante por el año de 1818, y sucedió el de don Oados Urruti3, que fué débil, y por el año de 1820 se le estrechó a que delegase los mandos políticos y militar en don Ga· vIno GaJnza, Sub-Jnspector General del Ejército, quien
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por su carácter flexible, era más apto pata
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seguir el curso de los sucesos, tal como iban desen– volviéndose. Gainza se inauguró en el mando el
9 de Marzo de 1820. Poco tiempo deslJUés tuvo no– ticia del grito que en Iguala había dado Iturbide en combinación con Guerrero. Hizo ouanto pudo para desfigurar esa noticia; pero ella al cabo con~
tribuyó a madurar en Guatemala los planes (le e– mancipación. Todos las hombres de influencia, y el pueblo mismo estuvieron unánimes en el pensa~
miento de proclamar la independencia, difiriendo sólo en cuanto a los medios de ejecución. Preten– dían unos que Guatemala se pronunciase, sin espe– rar los resultados de los esfuerzos de México: esta
Cla la opinión de los que después formaron el par~
tido liberal; otros querían que Guatemala modelase su conducta por la que observara México en este delicado asunto, y que no se hiciese novedad hasta no saber el éxito que tuviera el plan de las tres ga–
1 antias, llamado también el plan de Iguala, del Co– ronel D. Agnstín de Iturbide, publicado el 24 de Febrero de 1821, porque tenía tres objetos esencia– les: )a conservación de ]a religión C. A. R., la in~
dependencia de Nueva España bajo un gobierno monárquico moderado, y la unión íntima de ame– ricanos y europeos. Los que sostenían estas opi~
niones fueron los que, según el historiador Maru– re, posteriormente formaron del antiguo Reino de Guatemala una provincia del Imperio mexicano Estos dominaban a Gainza, quien se puso a la cabeza del pronunciamiento, tratando de cubrir su respon~
sabilidad y de moderar la impetuosidad de los li–
berales, publicando un manifiesto redactado, según unos, por D. Manuel Montúfar, y según otros, por D. José del Valle.
Tales fueron los hechos que precedieron a nues– tra emancipación política. El 23 de Septiembre de 1821 se hizo la jura solemne de la independencia
Hen la plaza Mayor de la capital con toda la pom~
pa y magnificencia correspondientes a tan augusta ceremonia: el júbilo más puro, el entusiasmo del patriotismo, los sentimientos dulces de la unión y
concordia tenían enajenados todos los ánimos; y Guatemala presentó, en esos momentos, un espec– táculo tan interesante como nuevo, el de un pueblo que desde la triste condición de esclavo se eleva.ba al alto rango de la soberanía e independencia, que desde el seno de las preocupaciones se levantaba Olgulloso proclamando los grandes principios del siglo; y que verificaba esa transición prodigiosa sin
que se derramase una sola lágrima, sin que hubie– ra una sola víctima. ¡ Quién habría de pensar que tan hermoso fenómeno ocultase bajo su esplendor el foco horrible que iba a lanzar mil elementos de lnuerte sobl'e la más bella sección del nuevo mun– do! i Quién se habría imaginado entonces que algu– nos pocos ambicIosos harían pasar a las generacio– nes futuras, con la memoria de la gloriosa eman– cipación de Guatemala, los tristes :recuerdos de la guerra civil que ha desolado a la República Cen~
tral!".
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