Page 158 - RC_1967_09_10_N84_85

This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

Martínez amargado contra Guzmán, se dedicó a conspirar y aliado con Jerez, encendió la guerra del año de 1869. Estrada se puso a favor de Guz– mán y el 27 de Junio asumió ]a Jefatura del Ejérci– to. En aquellos tiempos no había ejército disci– plinado y las operaciones militares se realizaban de manera improvisada. El superior no mantenía en el subalterno aquella línea ciega de obediencia, y el de arriba descuidaba también el marco severo de sus atribuciones. Dos anécdotas que cito a con– tinuación dan una idea de cómo andaban las cosas:

DOS ANECDOTAS

UVn día de tantos un soldado originario del pueblo de Teustepe desertó de las filas del Gobier– no y fué capturado PQco antes de llegar a su pue– blo. Seguramente ignorante de las disciplinas mi– litares sintió ansias de volar a su casa, a sn tramo– jo, y no midió las consecuencias. Juzgado en Con· sejo de Guerra fué condenado a ser pasado por las armas, como traidor y cobarde. Confirmada la sen· tencia por el Presidente que firmó por puro deber protocolario, esperando que aquello no se llevaría a efecto, como en realidad aconteció. Formando el cuadro de la ejecución en la plaza prlncipal, frente al Palacio oyó €Jon Fernando el redoble [le tambo– res y el clarín que daba óldenes y pl'~guntó qué era aquel movimiento y le fué informado de lo que pasaba: el desertor sería pasado por las armas aque· 11a mañana. Mándele decir al Gral. Estrada -or– denó- que suspenda todo procedimiento y que el Presidente le conmuta la pena por cien golpes de vara a ese cobarde. Al día siguiente igual aparato miUtar desplegado en la plaza hizo saber a don Ferw nando la aplicación de la pena impuesta al deser– torj pero Don Fernando ordenó nuevamente que no se aplicara aquel tormento, y que le ordenaran al Gral. Estrada que le diera UDa regañada a ese sol– dado y le diera de baja despachándolo a su casa. A cada resolución de Don Fernando el Gral. Estra– da, hombre de armas y acostumbrado al vivac y a la férrea disciplina, montaba en cólera y exclama– ba. Así c6mo vamos a tener ejército, no se puede nada con don Fernando Este era de una tolel'an– cia que rayaba en indiferencia musulmana.

* * *

El Presidente Guzmán una noche se dispuso a inspeccionar el cuartel principal de Managua y con mucha penal apreció que Jefes y soldados estaban dormidos y ni siquiera babía centinelas en los lu– gares estratégicos. Sin alterarse se retiró a su ca– sa de Gobierno. Al día siguiente le pasó una nota al Gral. Estrada, llamándole la atención y advirtién– dole el peligro en que estaban con esa clase de ejér– cito. La contestación es todo iln ejemplo de manse– dumbre, y está en el archivo del Colegio Centro América, de los Padres Jesuitas de Granada, donada por don Enrique Guzmán Bermúdez al Padre Pon– sol. Confiesa el Ol·al. Estrada que es cierto que sus subalternos estaban descuidados, pero que en lo su·

(28)

ceslvo se mantendrán con los ojos abiertos. Estra.. da frisaba en la edad de setenta y siete años y las tlistezas y desengaños le habían menguado sus ener– gías.

LA MUERTE

Malestares hepáticos comenzaron a minarle su existencia viéndose imposibUitado de dirigir perso– nalmente las operaciones. La vida de Estrada esta– ba próxima a su final. El hombre que había pelea· do en tantos encuentros, que habia salido al frente de las balas, estaba en una cama esperando la muer– te. Sus hermanas le hacían compañia. No tenía a su lado esposa, ni hijos. El hombre se entregó tanto a la Patria y le tocó que actuar en épocas de generales inquietudes que no tuvo tiempo para de– dicarse a los problemas más intimos del sentimien– to humano. Le interesaba su país, su mejor desti– no y se sácrjficó por entero para legar a las genera– ciones su solo nombr~, pleno de J:llerecimientos.

El jueves 12 de Agosto de 1869, murió en Ma– nagua en su lecho de enfermo, el ciudadano José Dolores Estrada, sJn bienes materiales de considera– ción. Los nicaragüenses lo han enriquecido con el tesoro del recuerdo que ha de vivir eternamente, brillando en el cielo de la Patria con los fulgidos destellos de su gloria imperecedera.

IMPERECEDERO RECUERDO

Fernando Guzmán fué un Presidente que dig· nificó la altísima valOlación moral del Gral. José Dolores Estrada. Le proporcionó los me(lios para que regresara a la Patria dictando el acuerdo del 9 de septiembre de 1868, y declaró shi valor ni efecto, el denigrante acuerdo gubernativo dictado por el Gral. Tomás l\Iartínez del 24 de abril de

1863, que le mandó a quitar el grado de general a Estrada. Le enmendó de esta manera la plana al ofuscado gobernante, que en un momento de ce~

guera e incomprensión, cometió semejante yerro. El Gral. Guzmán colmó de atenciones a Estrada y le confirió ~l Grado de General de División del Ejército de Nicaragua. A su muerte le tributó ex– cepcionales honras fúnebres, disponiendo que por el término de ocho días las autoridades y militares llevaran un listón negro al brazo en señal de luto.

Se pronunciaron sentidas oraciones, entre ellas las más significativas fueron las de don Pedro Joa– quín Chamorro, 1\-I1nistro de la Guerra y la del doc· tor Teodoro Delgadillo, Ministro de Fomento.

Cien años han pasado de su gloriosa acción de San Jaeinto y el patriotismo naeional ha encendido al rojo el crisol del reconocimiento dándose a este año mil novecientos cincuenta y seis, el nombre de José Dolores Estrada, por iniciativa meritoria del ciudadano Presidente de la República Gral. Anas– tasio Somoza. En el Altar de la Patria habrá siem– pre un lugar de honor, para el General José Dolo~

res Est.rada.

Page 158 - RC_1967_09_10_N84_85

This is a SEO version of RC_1967_09_10_N84_85. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »