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« Previous Page Table of Contents Next Page »sencia de espílitu levantado y eterno 10 español.
Celebral la fiesta de la razal no es desear el yu– go que rompimos. La colonia y la cólera del enea· mendero no es nuestra aspiración l que mal podría– mos llorar por las cadenas cuando 'Somos" forjadores de la libertad. Celebrar la fiesta de la raza es recor· dar nuestras características propias de mestizaje, es darnos cuenta de nuestra misión en la historia, es sa– ber to qUe nos dio España y cómo hemos enriquecido esa herencia. Porque si políticamente estamos desli· gados desde la independencia, no podemos negar que continuamos unidos a ella, con lazos de espiritualidad indestructibles como son: la razal la lengua, fa tradi~
ción, la historia y la esperanza.
La raza india se nutrió l creció y se fortificó Coll
la vitalidad de la sangre hispana; es la tradición y la historia lo qUe afirma nuestro pasado y nos señala rutas en el porvenir. Imposible sería querer renunciar a esa he-rencia de pecado y virtud originales que no borrarán nunca las aguas del bautismo. Es nuestro deber reafitmar nuestras caractarísticas propiasl re· Runetar a las imitaciones absurdas y sobre la inva· sión de extanjerismos l mantener vivo el espíritu de nuesfra propia personalidad,. sin desteñirnos en colo· res ajenos.
Era necesario el dolor de la conquista, la pena larga y honda del coloniaje para el parto feliz de la ilberfad y para qUe dos sangres fueran una en el mi· lagro de la Historia, para la grandeza de España y la
grandeza de América. América devuelve en mensaje::> de luz el pago d& esa herencia y España misma inicia en el vuelo las alas poderosas de sus pueblos. Bolivar l San Martín, Hidalgo, Darío. Sor Juana Inés de la Cruz son exponentes vivos y eternos de lo que supo sel la cultura iniciada por España en nues– tra América.
Con la espada signo de la fuerza. venía también la cruz, signo de la luz y la cultura cristiana Se regó en semillas por las tierras de América. Se alzan aún como tostigos eternos los monumentos vivos en la piedra bienhechora de las Universidades españolas. en las catedrales l en la imponencia de las ciudades coloniales y en este idioma musical y claro tan dulce al oido como al alma.
"Es la España eterna que un dia fue Parroquia de 1a tierra, y en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, bautizó en Castellano
el Mapamundi"
En el día ae la Raza emergen del recueTdo y de la histolia, toda la grandeza de nuestras dos corrien· tes gestadoras l la indomable bravura de nuestros ca· ciques y la tenacidad invencible de los conquistado. res, toda la grandeza cultural de Efi}?aña, junto al pro– c:Ugio Maya-Ouiché en todas las ramas de las ciencias
y las artes. Es la grandeza de nuestro pasado que- nos da brUlos para desafiar al porvenir.
En el día de la raZa celebramos la grandeza de las instituciones españolas, tal ese monumento de las Leyes de Indias, jamás igualado en la historia de los puebles conquistadores. L-eyes para América iguales a ))as de Españal le-yes portadoras de los gérmenes de
la futura emancipación: porque España inició en nues. tros pueblos los principios de Demec.racia. Evoquemos la gigantesca acción civilizadora qUe España nos fra. jo en la voz de sus misioneTos con Fray Bartolomé
de las Casasl que si tuvo errores éstos jamás podrán empañar el fulgor de sus virtudes: fue él quien luchó por leyes más benignas y humanas para el indio. Aquel Fray Juan, de Zumárraga con quien vino a América la primera imprenta y dispensando su cruel. dad de hombre de presal no negaremos la importan. cia y grandeza que para nosotros tuvo la introducción
de. asno y la carreta hecha por Pedrarias, asno y ca. rreta que vinielon a quitar el peso de la carga de las espaldas soleadas y atléticas del indio americano. SÚ. maSe a Mto el proyecto de inmigración y ensancha. miento de cultives en :lierras de América. La empresa de Balboa que nos lega'a un mar y mil hochos más que demuestran que no todo fue devastación y saqueO
I
sino qUe la labor de España en América es más gran.
de que sus erroTes y atropellos. males comunes ato· da conquista. a toda lucha.
Es por todo esto que nuesna cultura y civiliza· ción actual. tienen su origen en el robusto tronco de esa España madrc, hoy agobiada por el peso de sus grandes glorias; pero revivida y joven en el brío de veinte cachorros sueltos en los caminos del mundo. A través de los cronistas de Indias desde Pedro Mártir, Albar Núñez.. Cabeza de Vaca hasta Gómaral desde Cieza de León hasta Oviedo, desde Fray Barlo– lomé de las Casas a Bernal Díaz del Castillo y desde éste al inca Garcilaso pasa en 'Sus páginas la Historia de la grandeza de los grandos r.oinos qUe se Bsentalon a lo largo de'l suelo americano.
Es la América nuestra que tenía poetas
Desde los viejos tiempos de NetzahualcoyoIt,
que ha guardado las huellas de los pies del gran
(Baco,
qUe el alfabeto pánico en un tiempo aprendió; Que consultó los astros que conoció la Atlántida Cuyo nombre nos llega resonando en Platón, Que desde los remotos momentos de su vida
Vive de luz. de fuego, de perfume, de amor
La América del grande Monctezuma, del Inca,
La AmérIca fNlgante de Cristóbal Colón
La trascendencia del descubrimiento está en el encuentro de un mundo desconocido, en el encuentro dol hombre con el hombre, ambos perdidos en las ru– tas del mundo. Es la trascendencia de un sueño rea· lizado. sueño que anduvo en la mente de 10l; poetas como Dante. de los geógrafos come Toscane1Jil Pablo Or"orio y de muchos navegantes. Sueño que hizo rea· lidad la ilusión de una reina y la constancia de un maTno. Así comenzaron los tiempO'S modernos, así ca· menzó la nueva angustia dol hombre sobre la tierra, la de explorar nuevos mundos qu'e en el infinito gi· ran al compás de la música azul de las esferas pita. góricas.
Toda la gloria legendaria de E'Spaña, viva en nuestra sangre americana, AmérIca tierra donde flo– recerá la democracia verdadera, América. esperanza del mundo! Continente que España iluminó para la gloria y para la humanidadl
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