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« Previous Page Table of Contents Next Page »pedernal trazaba en las car-nes deli indio dibujos y sa~
jadurBs. Cada cacique tenía su señal especial. Y he aquí el blasón que aparece de modo paregrino en las tierra'S nativas de los habitantes de Nicaragua en tiempo de la llegada de Colón.
Hay un bosquejo do teatro. En Jos fes:l:ivales re– ligiosos Se representaban aquellos areytos o mitotes en los que
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andaban un contrapás hasta sesenta per. sanas. hombres tolos. y enlrellos ciertos hechos muje– res, pintados todos e con muchos y farmasos pGna~
chos e calcas. e jubones muy bigarrados e diversas ¡abares e colores, e yban desnudos. porque las calcas
e jubones que digo eran pintados. e tan naturales. que ninguno los juzgara sino por tan bien vestidos co· mo quantos gentiles soldados alemanes o tudescos se pueden ataviar". Y entonces ela cuando los farsantes bárbaros Ullevaban máscaras de gestos: de aves". dan~
zando al son de sus resonantes fanfarrias. La máscara, como en los teatros griego y chino: el panacho de plu–
~as, los rostros embijados. eran las notas dg color del cuadro.
De los personajes de aquellos mitotes desciende el parlanchín Güegüence, que tanto Uamó la atención de Brinton. El Güegüence es aquel personaje de la farsa ingenua que el indio_ moderno tejió con pala· bras espafiolas y frases del dialecto maternal. farsa en la cual suele verse como un vago reflejo lírico, así cuando el Güegüenee dice delant~ del señor Gober– nador:
u Alcen muchachos. miren cuánta hermosura.
En primer lugar cajonería de oro, cajonería de plata,
güipit de pecho. güipil de pluma. medias de seda. za· patos de oro. sombr~ro de castor. estriberos de lazos de oro y de plata, muc:hirtes hermosuras. señor Go~
bornador Tastuanes. aseneganeme ese lucero de la ma–
ñana que relumbra del otro lado del mar..:' Las más· caras imitaban caras de fieras o. monstruosas fases visionarias; y aun hoy son de ese modo las QU3 en los bailes indígenas. como los mantudos, llevan los dis– frazados danzarines.
La representación de algunos aninlales -que en la teogonía de los nicaraguas encarnaban dioses– constituía uno de los principales motivos de decora· cióD. Así sobre la cabeza de las cariátides di~l templo está la del lobo, la dol buitre rey.de.zopelote, la del cocodrilo o la de la tortuga. La figura de eS05 apima– les se ve tanto en los ídolos como en la cacharrería. en las ansas de los janos. o en los pies de los trípo. des y perfumeros. El conocido c~inógrafo Paloólo· gUie. hace notar que es en el mundo: animal donde des– de luego encuentra el artista. chino su inspiración. sea en la copia directa de las formas o en la concepción de una animalilad fantástica y ab:rrorizadora. la crea· ción de seres extranaturales y gigante'Scos. semejan· tes a las visiones de los sueños. Y afirma el francés qlJ;e he citado que ello es una creación original del
genio de ia China.
En -el arte americano se encuentra esa visión ma. cabra de una fauna e'Stupenda e imaginaria; bestias semejantes al asiático león de Fo y a las más horrí. bIes quimeras búdhicas; el artista siente la obsesión del monstruo; la pasadilla se petrifica. LO's chinos re. producían principalmente sUs cuatro ~ animales. simbó– licos: el dragón, el licornio. e~ fónix y la tortuga. El dragón. emblema del Oriente y de la primavera; el Ucornio, de la perfección; el fénix, de las Empel'atri. ces; la tortuga, de la Fuerza. En la cerámica nicara~
gUa la serpiente d;!c:ora las urnas cinerarias. ¿Qué
idea representa la iguana. la tortuga. el loro. los ani~
males que adornaban los templos y los utensilios de los antiguos nicaragüenses?
La influencia azteca se advierte ,en los vestigios estudiados por Squ1er, Bovallius y otros arqueólogos y especialistas. Al eminente americanista M. Deslré Peclor es deudora la arqueologia americana, de im·
po~tantísimos y curiosos estudios.
Los objetos que la República de Nicaragua exhL.
b.e en la Exposición Histórica Americana, apenas pue.– den dar una ligera idea de sus aries precolcmbinas. Ciertos pequeños idolos harán al visitante imaginar cómo fueron los qUe en los templos se adol'aban; la cacharrería mangu?, y nahua. con sus diversos moti· vos de ol'uamentación y de dibujo, hará ver a los in– inteligentes la diferencia de las doS" razas; el relativo atraso de la una y la invasión civilizado,ra de la.. olra; en las copas, jarros y perfumeros trípodes ancontra·
rásG ligereza. y gracia; en la colección del Gobierno ni·
caragüense notárasé una c8bez& de gran valor arqueo– lógico, ídolos y cerámica; en la del laborioso e iJustradí~
sima señor de AreUaDo, variedad de alfBrería~ con fi· nos adornos y pinturas; y en la colección Gavlnet, te– rracotas estimables, ídolos, mattates labrados con ara te y que tienen cabezas de hestias y motivos de la fauna americana. Podrá también hallar en los objetos expuestos. el observador. huellas y reminiscencios de cultos fálicos; imágenes de hombres y de mujeres con la figuración del &OX.o. y un lingam labrado en fina y
pesada piedra. En las urnas funerarias encontrará la espE:c:ial de los nicaraguas, en forma de zuec,O. Squier rencontró una urna de idéntica forma en Huehuetenan. gOl Guatemala. Y yo observo qUe es también igual! a las urnas antedichas un cacharro arcaico japonés. de la colec.ción del conocido japonista JJi. S. Bing. de Paris.
La antigua c:ivilización americana atrae la imagi~
nación de los poetas. Un Leconte de LisIe arrancaría de la cantera poética de la América vieja, poemas mo· nolíticos. hermosos cantos bárbaros. revelaciones de una belleza desco}Jocida.
y lel arie entonces tendría "uD; estremecimienJ:o nuevo".
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