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históricamente frente a la poesía de Gui/lén, un estudiante se levantó y sólo gritó, varias veces,

estas palabras' "Los marines, {os marines lf

•

Fue imposible sacarle el resto del "argumento".

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Hablando de la poesía negra y de la poe sia social ninguno de los estudiantes quiso acep– tar fuera de Guillén los nombres de Emí/io Ballagas, Manuel del Cabral, Jorge de Uma, Andrés , ,

Eloy Blanco Ni estética, ni cronológicamente

Esto simplemente porque ninguno había oído hablar de estos poetas, que, por desgracia, carecen de propaganda

COYOTES Y REVISTAS

Hay en Managua una sola esquina, en el corazón comercial del centro, donde, desde las

primeras horas de lo mañana hasta el caer de la noche, se pasean por la acelo varios señores,

de sombrero en testa, llevando un portafolio debajo del brazo, con aire misterioso, mitad de

alquimista Es la famosa "Esquina de los Coyotes /, donde estos señores se dEdican al cambio

negro del dólar

Mas si en la capital nicaragtiense existe sólo una IlEsquina de Jos Coyotes", hay directores de tevistas literarias en casi todas las esquinas! desde el centro hasta los suburbios

No estamos haciendo ninguna blOma No estamos exagerando, pues actualm2hte se

publican en Nicaragua (vale la pena subrayar no solamente en Managua) más revistas de literatura que en toda América Central, siendo el número de estas publicaciones sobreposado wlamente por México, Argentina y Brasí/, los paises grandes de la América Latina Mas lo que es, dentro de este fenómeno, realmente espantoso, es el hecho de varios de estas revistas son

notobleso' y que en todas ellas puede ser hallado material de primera calidad poesía, cuentos, ilustraciónes Esto, sin mencionar el caso, hoy ínterrlodonalmente notoria, de El Pez y la Ser– piente, gna de las mejores revistas de la América Latina, a cuyo ladó se pueden colocdr pocas publicaciones, como Sur de Buenos Aíres, Zona Franca de Caracas y tal vez una o dos más.

Cuando, una tarde, caminaba por las calles de Managua, en compañía de Beltrán Mora– les, éste, de repente, dio señales de nerviosidad, apuntando a un joven que posaba en la acera de enfrente, y cuando éste llegó a nuestra altura, Comenzó a gritar de tal manera que el joven

transeúnte se dirigió hacia nosotros inmediatamente

"Mire, poeta", explicó Beltrán con su aire siempre misterioso, hasta cuando hablaba de

Jas cosos más e/oras, "éste es el Señor Baciu, y usted le tiene que traer mañana, de cualquier manera, su revista"

El joven, con aire de boxeador en vacaciones, sonrió, una sonrisa larga y francamente Foé–

lica, prometiendo que atendería al pedido, y, en seguida, continuó caminando "Es el poeta

Navarrete", me informó mi acompañante,

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que acaba de editor una revista que Ud debe leer"

Seguí a Navarrete con la vísta hasta que dobló una esquina, y pensé que en Managua hasta los boxeadores editan revistas, y, tal vez, quién sabe, Tachito Somoza, en las horas de

ocio, se dedica a hacer sonetos.

De hecho, son excelentes los revistos literarias nicaragüenses, y, a mi modo de ver, esta

tradición viene de los años en que la vanguardia estaba publicando las primeras ediciones, y, en seguida, se agrupó alrededor de los Cuadernos del Taller San Lucas, precursores no sólo de El

Pez y la Serpiente, sino de todas las revistas que hoy salen por allí

Existe, también, Ventana-Cuadernos Universitarios, nacida de dos revistas editadas en

León, bajo la dirección de Sergio Ramirez y Fernando Gordillo, una buena revista, respetable en

su tamaño, que acostumbra d hacer sobretiros de las colaboraciones más importantes; hubo, y

duró infelizmente poco, Zarpa, de la Generación Traicionada, dónde salieran algunas produccio-

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