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« Previous Page Table of Contents Next Page »la legalidad '0$ coprichos del Presidente, poniendo á éste en mejor condición que el Autócrata de Rusia, que el Sultán de Turquia, que cualquier déspota del Oriente. Desde la víspera se comenzó á saber lo que
era la "libérrima", principalmente en Granada y en Ri– vas que es donde se ha lucido mejor el liberalismo, es
decir, el "bandolerismo" elevado á sistema de Gobierno. Los Jefes políticos decretaron que todos los vecinos cele– brasen la IIgloriosa", adornando las calles con banderas colocadas en sus puertas ó ventanas, bajo la pena de cinco pesos de multa á los contraventores. S¡ eso no es efedo de demencia, es el acto más sarcástico COI1
que se puede conmemorar una revolución redentora é
inaugurar una era constitucional de justicia, derecho y
libertad ¡Obligar él tomar participación en una fiesta! ¿Cabe la asociación de esas ideas en mente sana? Si eso 5610 es odioso y repugnante, ¿qué diremos si se trata de que el vencido celebre su derrota; de que las víctimas festejen á sus verdugos? Esto no tiene nom– bre, es un absurdo que no ha previsto la mente huma–
na. En ciertos pueblos antiguos no había pena para
el parricida, porque no conocían el parricidio, porque
no concebían ese crimen. ¿Ha concebido alguien la idea de obligar á reir á quien debe llorar, de obligar á es– tor de fiesta á quien tiene luto en el alma, de obligar
él que uno celebre lo que le infama, á que se goce en lo que le atormenta, á, que endiose lo que le deshonra? Eso no cabe ni entre paganos; ni entre bárbaros podrá treerse que quepo en pueblos cristianos, en sociedades republicaltas y que consume en nombre de la justicia, del derecho y la libertad. Sin embargo, eso hicieron los ugentes de la "gloriosa" para celebrar su aniversario é
ina·ugurar su "libérrima". No les bastaba el botín, no les bastaba su triunfo, no les bastaba su gloria: que– rían gozarse con las ccuitorsiones de sus víctimas, que– rían verlas apurar hasta las heces el cáliz de la amargu– ra, querían torturar sus almas después de haber apa– leado sus cuerpos, querlan rebaiar el carácter del hom– bre después de allanar sus moradas, de saquear sus ca–
jas y' de suprimir sus derechos y libertades en nombre de la democracia Muy pocos tuvieron la debilidad de acatar el úkase liberal; la generalidad pagó la multa, nueva forma del saqueo en pequeña escala
LA VISPERA y EL OlA
Si por la víspera se saca el día, iúzguese cómo sería el régimen liberal desde el comienzo del imperio de la "Ubérrima". En el paseo que Jas autoridades hicieron
por las calles, con las formalidades de costumbre, algu– nos oradores de la él.)oca se luciero,", desde los atrios de las iglesias, poniendo de oro y azul á los conservadores
por retrógrados, oscurantistas y enemigos de la libertad Eran divertidas esas arengas callejeras de pobres mu– chachos trasnochados, empuiados por las autoridades pa–
ra que lanzasen dicterios sobre lo mejor de la sociedad
de Nicaragua. El cañón, por supuesto, retumbó todo el día, mortificando á la gente nerviosa y descomponiendo el tejado de las casas. En la noche fué lo mejor de la fiesta, la verdadera inauguración de la "libérrima", es decir, la primera violación escandalosa de las garantías constitucionales, como parQ dar la n~uestra dn lo que valía
la ley fundamental y de lo que podlan esperar de ella 105 que aun creyesen en la "gloriosa".
TIRANIA LEGALIZADA
Según la ley que co~enzaba á regir, el domicUio de todos es sagrado y sólo puede ser allanado de día, para ciertos fines y con las fortnalidades prescritas para estos casos. Pues bien, á pesar de eso ó quizá por eso, en la noche, cuando Granada dor",ía, muchas escoltas se ocu– paban en allanar las casas de las principales familias con
el pretexto de buscar cumas hasta en los aposentos y de– buio de las camas. Esto era muy libérrimo, y, sobre to– do, muy glorioso. El escándalo debla ser mayúsculo; pero no fué tal: todos se rieron por el sarcasmo consti– tucional y como satisfechas de que sucediera lo que, según ellos, debía suceder para probar que todo era farsa: el liberalismo se suicidaba. Sin embargo, se ha..
bló de aquello y se comentó como si fuera hecho es– candaloso, el que, dadas las circunstancias, era muy na– tural y puesto en regla. Las autoridades se excusaron díciendo que hablan procedido de orden del Coman– dante General don J. Santos Zelaya. Se les objetó que la orden seria legal, pero para cumplirse de dia y con los miramientos debidos á las personas cuyos domici– lios se violaban. Contestaron que la orden era termi– nante y que no podia dejarse para el otro día porque
en la noche podía estallar la revolución. Esta evasiva para explicar el abuso, es una confesión de miedo y de
impofencía.
LOS TEMORES DE CAIN
La verdad es que el gobierno ese, constitui–
do de una manera tan rara, se mantenía inquieto
J viendo fantasmas revolucionarios por todas partes, te– miendo traiciones y asesinatos y presintiendo algo terri– ble, pavoroso é impalpable; que se acerca y que debe I/egar, sín saberse de dónde. ¿Qué seria? Es lo de siempre: el remordimiento, el temor del castigo, la voz de la conciencia que acusa y que á cada instante dice
al traidor, traidor; al asesino, IClsesino!, al ladrón, ¡la–
drón!, al bandido, i bandido! Las lisonjas de los cortesa– nos, le- copa. de los festines, la música de las fiestas, los
i hurras! de la multitud, festejando el éxito, el humo del incienso, el retintín del oro usurpado, no alcanzan, no, á ahogar eSa voz que acusa, esa voz que truena desde el fondo de la conciencia, repitiendo sin cesar ¡infame, vil canalla: tiemblo! iSi escapas de la justicia de los hom– bres, 110 escaparás de la justicia de Dios! Eres maldito
y serás castigado! ILa Providenci(J tiene á vetes com– placencias, retrasando, aplazando la hora de la expia" ción; pero al fin llega! iDios te ve, te tiene presente;
no puede olvidarte; pero de todos aquí estoy que te
acuso, yo que te delato, yo que pido incensatemente fu
castigo! y el malvado tiembla; está intranquilo, agitado, de dia y de noche, dormido y despierto. Su vigilia, co–
mo su sueño, es perenne pesadilla. Así vivió Caín, asi
estuvo Judas, as; viven todos '05 traidores, todos Jos ti:", ranos, todos 105 que esclavizan á los pueblos todos los que vierten la sangre de sus hermanos y visten con sus despojos y se alimentan con sus rapiñas
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