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« Previous Page Table of Contents Next Page »sIguiente. Su misión dió los resultoeclos que Se espeto– bono En pri)"er lugor se ollonó el comino poro que to– dos pudieron ir á la ~apítal á arreglar el pago del resto de su rescate. En segundo fugar, se descubri6 el abuso cometido por las auto~idade5 de Granado, alterando por su cuenta ó por 5uge5tiooe5 de c:dgunos más canqUes que ellos, tomo el admini~lrador de rentas y otros ugoméU_ dos" (/1 la lisia de los plogiaelos y las cuotas fijadas á
ca.da ~n.Q" Varios de los que. aparecían en fa lista, ta– les cQr110· el redactor del "Diarito", los Ze(ayistas, don
Marcos Urbina, el LicQnciado Ramírez y otros, no habian sido puostos en la que rcn1itieron de Managua. Algu– nos habíqn sido borrados y de 105 que deiaron, á unos los subieron la cantidad, y á otros se la baiaron. Con este motivo, el redactor del "Diorito" fué él ver á su
"amigo" el Jefo Político para contarle la novedad que
había traído el Licenciado Morolos y preguntarle por que razón aparada él en In lista. liabía en la sala varios c:aballeros esperando que el señor Jefe impolítico aca– bara de almorzar. El redactor del "Diarito'\ en la con– fianza de uQnti9uo~ amigos", se acercó al vieio "calan– draca" y le dijo á lo que iba. levantó el zortO la cara, le brillaron los olas ele cólera al verse elescublarto, y con los carrillos ton llenos que apenas podio hablar, le
contestó: "[SI, es verdad, no esla!>as¡ le puSe por mI cuenta; en "El Diorito" me insultaste; ofendiste á uno mujer á quien amo; pensé desafiarte y ahora me ven..
go!" Sorprendido el redactor del "Diorito" ante aque· lIa súbita arremetida de la primara outoridad polilica del Departamento ~n la época del terror, apenas le con. testó que ese no era modo de vengarse; que OQ teníQ razón de enoiatse con él, porque el periódico publicaba cuanto comunicado llegaba, fuese contra quien fuese, y
que si todos los empleados atacados procedieran por
II SU cuenta" de aquella ntan:era, muy lucidos quedarían los periodistas y sobre todo la IIbertoel ele imprenta. A estas palabras, montó más en cólera el plebeyo endio.. sado; se desbordó en improperios propios de gentes del
hampa, poniendo al periodista cual digan dueños; los ojos le rs-Iampogueaban¡ respiraba con dificultad; la có–
h~ia le ahogaba; pareda un ono'rgúmeno. Al ver aque– lla tempestad desencadenada y que podía convertirse en granizo, el periodista creyó pi udente retirarse, dei6 al endemoniado Jefe impofiHeo con (o palabra en lo boca, le volvió fa espcdda y se encaminó al cuartel á ha– blar con el Comandante para saber en qué temple esta– ba y conoce. qué partido deberíCl tomar en aquellQ situación.
TRAGEDIA Y HUMOR GRANADINOS
EL Com~lRd~lRte escu~hó
con mucha atención lo que le refiri6 el rodactor del IIDiarito"; convino en que el Je– fe Político era un hombre falso, de quien había que precaversf); citó verrios hechos en corroboraci6n de su aserto; ofreció su apoyo 01 redactor del "Diorita" purp el coso en
que el Jefe Político quisiera hostilizorle; le aprobó el ponsttmiento de ir á Managua á contar al Presidente lo que ocurrEa y al efecto le hizo varias in– dicaciones tendientes á demostrar lo nocivo que era para el Gobierno un hombre grosero y falso como el Jefe Político.
No podla ser más salísfactorio el resultado El de– sacuerdo entre ambas autoridades ero tangible y, su completa ruptura, debería redundar en beneficio de Ja
población que era víctima de' instrumento colocado allí
por Gámez pora sac.iar sus rencores co" los conservado–
res y vengarse de los que despreciaban. La partida es– taba ganada por el redactor del UDiarito"; pero no se contentó ya éste con librarse de los mordiscos de la ví– bora, sino que quiso aplastarla. la opini6n pública, como debe suponerse, estaba pronunciado contra el vie– io "calandraca", vil instrumento de Gámez; un damor gener.al se levantaba contra él y favorecía la tentativa de tumbarle. Junto con el redador del "Diarita", llega– ron á Monagua muchos ele los plogiodos de Granaelo y
todos se hacían lenguas contando lo ocurrido á cada uno, celebrando algunas ocurrencias y pintando al Jefa Po– litico (OmO un Ulagarto" en estero; pero de esos "lagar_ tos" viejos, cebados, muy osados y capaces de acabar con piaras de puercos y rebaijos de carneros.
¿QUE TAL VAS PALOMINO?
En los diversos corrillos, formados en los parajes fre– cuentados, se hablaba y comentaba lo del IIlagarto" en el estero. Hasta los liberales comentoban 10$ sucesos y
1) Gamélidos: Satélite de José Dolores Gámez.
celebraban los ocurrencias, de tal manera que lo odioso del saqueo desaparecía cinle lo odioso y repugnante elel "lagarto". A este propósito se referia el percance ocurrido
á un tal Palomino, en el Río San Jyan. Bañándose allí, fué cazado por un enorme "Iogarto", que, muy sereno, se aleiaba de la orillfl, llevando su rueso atravesada en las enormes mandíbulas, llamadas vulgarmente IItapas". Los exportadores, que en canoas segufcm él la fiera con ob· jeto de arrancarle la presa, preguntaban á la víctima: u¿Qué tal vas Palomino?" "¿Voy bien", contestaba éste, porque iba atravesado todavío, es decir, no estaba al hilo, como dicen, de Inanera adecuada para ser tragado. Parodiando el cuento ese, se hacian muchos chistes que celebraban los que no estaban en fas mandíbulas del Ulagarto", esto es, los que no iban á ser tragados por el monstruo que les pecJío la bolsa. "¿Cómo van uste– des", se preguntaban entre sí los que estaban en acu– sativo. II¡Vamos bienl", contestClban muy alegres los qua habían logrado alguna rebaja en su rescate.. En meelio ele la desgracia hallaba aquella gente un con– suelo, porque podian estar peor aún en las mismas ta.. pos del "lagarto". La rebaja de uno, dos, tres, cuatro {, cinco mil pesos parecia una ganancia, un obsequio, que les hacían, y se retiraban contentos por su buena suerte. "¡Qué coso!", decia uno, "figúrense ustedes que se le antoja á alguien darnos 25 palosj pero que logro.. mos que nos rebaje y que sólo nos dé 20, bien pegados,
it calzón quitado, ¿nos alegraríamos por la rebaja? Que– daríamos agradecidos y nos retiraríamos contentos so– búndonos h:as nalgas, después de recibir 20 pencazos bien dados? Pue5 á eso equivale lo que está pasando. Nos pegon y nos vamos contentos; exactamente como oquella dama rusa á quien Coiolina hizo azotar por sus mismos criados, para deprimirlc; la orgullosa dama se vistió muy contenta después de la pelelr satisfecha de haberse librado de Siberia á Ion poca costa. El nego– cio que hemos hecho es bueno, "decían los que habían
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