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« Previous Page Table of Contents Next Page »que él habla sido el portador de la orden, pero que no
emanó de él sino del Mando en Jefe, asegurando que
dos veces consecutivas se la había dado el General Avi.. lés. Este General, á quien correspondía la palabra para responder al cargo que contra él resultaba, guardó pro– fundo silencio. No había más que decir, por supuesto,
UNA HUMORADA DE QUE SE APROPIO ZELAYA A propósito de e~to, hubo algo muy gracioso. "El Comercio" de León lUvo la humorada de decir que la orden de retirarsQJde la Cuesta los conservadores no había emanado de su Mando en Jefe, sino del ejército liberal que había sembrado el terror en sus contrarios y obligándoles á pegar la estampida como sucede á las partidas de ganado que se asuslan por la proximidad de un tigre.
Al General Zelaya le gustó la ocurrencia y, con la
mayor buena fé, se la apropió, diciendo, en sus conver– saciones respec,q de la campaña, que era una tontera
estar investigando quién había dado la orden para la retirada de la Cuesta, porque la orden procedía de él, que había obligado á huir á sus enemigos. Y no se
crea que eso efa ia~tancia. De buena fé creía lo que
decia. De la noche, á la mañana se había despertado en él el genio de ;1(1 guerra: era un astro d. primera magnitud que de sóbito aparecía en el cielo' oscuro y tempemtuoso de su :patria. En corroboración de esa idea
fija en él, recuérdó, que, antes de esa campaña, decía que á él $e d~bía "el triunfo de la revolución de abril, que los eonservad.9res 110 sabían nada de guerra, que cuando él negó q Masaya no tenian plan ninguno de defensa, que pen~aba.n hacer trincheritas como en fas guerras pasadas y que él dió la idea d .. ocupar la Ba– rranca y el Coy,~~pe, á lo cual era C¡ebido el triunfo de la r!>volución. '~'i humo de la pólvorq había comenzado á ofuscarle la. rcitón y el humo del incienso acabó de transtórnársela.' lIIada tiene eso de extraño. El humo
ese, sO,bre todo el último, hace efectos desal3trosos en el cerebro human". La historia de casi todos los pue-
blos abunda en elemplos de esa naturaleza. La de Ni– caragua muestra, á ese respecto, tipos dignos de estudio. El Dr Sacasa, por ejemplo, que nunca peleó ni oyó sil· bar una bala y que por temperamento es hombre pad– fico, quitado de ruidos y tan dado á vivir arrullando perpétuamente á su esposa, que negó á ser, digno del cognomento de "Palomo", se trastornó por! la adula.. ción, se creyó hábil estadista é insigne guérrero. Cuen.. tan 105 íntimos amigos, que le rodearon en su apogeo, que era tal su vanidad que constantemente hablaba de las marClvillas que hacia y de su el<pedición en el des– pacho de todos los asunt'!s. De. nada entendía, pero en sus cuentas todo 10 hacía y mliy bien. Se sorpren.. dio de que 10$ empleados le consultaran sobre todo y que hasta los militares ocurrieran ~ él para recibir sus 6rdenes en lo preferente al servicio. uYo no he estudiado milicia, decía con candor, sin embar.go, hallan muy bue.. no lo que dispongo". Explicando ese fenómeno, agre– gaba: "Esto es debido á que viví mucho tiempo en Fran..
cia y como esa nación es muy guerrera y todos allí están
en una atmósfera belicosa, sin darme cuenta me había saturado del espíritu militar de 105 franceses y por eso
sé tanto de lo concerniente á fa guerra como cualquie.. ra de mis Generales". Esta anécdota me la contaron los
amigos del Dr y me confirmó su autenticidad el mismo General con quien ocurrió. Yo no hago m4s que contar–
la como me la contaron.
'.' Pero lo peor del caso fué, que el humo ese, no 5010
tra~tornó al General Zelaya, sino también ': á todos los guerreros improvisados é inmortalizados en aquella cam.. paña. Las hazañas que habían hecho, eran dignas de la epopeya. Mateare y la Cuesta equivalían á Marengo y Ayacucho, y las fechorias de los vaporcíto$' disparando boinbas sobre Managua, Mateare y la C;uesta, podían ligurgr al lado de Lepanto, Aboukir y T~falgar. ,No cabe' duda de que el desarreglo mental era completo y general. La pólvora y el inciens!, habian hecho allí tan– to efecto, como los experimentos del doctor X en Qui– quendone. Ya veremos lo que ha resultado de tanta demencia. (1)
LEON RECOBRO EL PODER QUE LE
HABlA QUITADO GRANADA
_ PERO sea cual fuere el valor intrínseco
d~
la campa.. na, lo que se había consumado, con la capitulación de Granada erd una contrarevolución. Le6n buscó el des ... quite de 1.. derrota de Abril y lo halló con el apoyo de los hondureños y la cooperación del Jib..raJismo de Ma– nagua. La antigua metrópoli recobró el poder que le había quitado Granada; pero creyó político no dar á
su triunfo el carácter de reacción, borrar la idea de lo– calismo y hacer creer que se abría una nuevtJ era po.. lítica en la historia de Nicaragua". Con este motivo se habló muy alto del derecho, de la justicia y de la liber–
tad en discurso5,~ brindis, proclamas y manifiestos; se cant6 en todos los tonos el ndvenimiento del partido Ii .. beral al poder después de largos años de proscripción, El mando antiguo se desplomaba y sobre ,us ruinas se levantaba una nueva sociedad. Se estigmatizó al conservatismo como sinónimo, de refroces,0l' de escJavifud
y oprobio; se renegó de 10$ llamados 30 añ~s en que habían figurado la mayor parte de los nuev"s regene-
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radares, y se entonaron himnos á la democracia, á la ci–
vilitaci6n, al espíritu moderno. La revolución triunfante so llamó "la gloriosa" y los que la iniciaron y consuma– ron fueron héroes legendarios, patriotas esclarecidos ilustres ciudadanos destrozadores de horribles cadenas, quebradores de pesados yugos, redentores de un pue" blo esclavizado, embrutecido y explotado por agiotista. desalmados, por comerciantes avaros, por banqueros sin conciencia.
Todos los desahogos paredan naturales y legitimos en los momentos del triunfo; las promesas de redención solían á torrentes de los labios de los patriotas, y los pueblos creyeron, como siempre, y e$peraron tranquilos que se les llevase á la tierra prometida. Lo que suce– día en aquel momento era semejante á lo que ocurre en un teatro antes de Jevantarse el t.~lón, cuando se ha anunciado con bombo y platillos la primera representa-
,1) Lás condiciones de Z.laya.
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