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A
I estudiar nuestro pla–
neta necesitamos conocer lo
distribución. geográfica de su estructura física y biológica. Peoro también hay que saber
cómo las cosas van cambian ..
do con el tiempo, aunque no cambien de lugar En lo tie– rra podemos estudiar la reac– ción de animales y plantas ante el cambio de las estacio–
nes en un sitio determinado.
Podemos relacionar el com– portamiento de los animales y la reacción de las plantas con la evolución de las con–
diciones atmosféricas, regis~
trodas por instrumentos en un
tiempo y lugoo- determinados
Pero hasta ahora nadie ha anclado un barco en
d océano y efectuado uno serie de mediciones, excep– to en raras circunstancias y por muy escasos días
Sin embargo, los mediciones de los cambios de tempe–
ratura, salinidad, corrientes, luminosidad, ligadas a
observaciones biológicas sobre las variaciones del plancton y de los bancos de peces en una situación fija durante un largo período, constituirían una verdadera
revelación científico
Estimulados por la búsqueda del petróleo bajo la plataforma continental, ya hemos construido islas
artificiales, "torres de Texas", que penetran en el mar
y se apoyan en la plataforma continental. Podrían ser éstas las primeras estaciones marítimas, dado que cabría edificar islas artificiales de ese género sobre los fondas oceánicos poco profundos o apoyándolas en la cima de las montañas marinas que rozan la superficie de! agua
Cuando se trata de aguas muy profundas, habría que anclar un barco durante un período de un año En la actualidad no es difícil anclar a miles de brazas de profundidad, ya que podemos utilizar cables flo– tantes de anclaje En otros tiempos, el principal pro– blema del anclaje en aguas profundas no era que la fuerza del oleaje y la marejada sobre el barco pudiesen romper el cable, sino que el considerable peso de este última terminaba por romperlo Los cables actuales, construí'clos can nilón y otras materias plásticas que tienen la misma densidad que el agua marina, son li–
vianos y permiten anclar incluso en las zonas más pro–
fundas del mar.
En el porvenir podrán utilizarse tubos flotantes verticales, de cientos de metros de largo y en forma de cigarro, que serán más pesados en la parte inferior y sobresaldrán algunos metros del nivel del agua Estos
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tubos serán más ventajosos que un barco, pues podrán amarrarse en cualquier lugar.
En esta alto boya flotante de tipo tubular, los hombres vigilarán y registrarán reacciones físicas y biológicas jamás observadas hasta ahora En un pI in– cipio se utilizarán flotadores submarinos a los que se s!.Jjetarán esas boyas, y en un porvenir no muy lejano habrá estaciones permanentes de ese género en todos los océanos No sólo ayudarán al mejor conocimiento del mar sino que servirán de faros y de refugios de ur– gencia para marinos y pescadores.
J unto con esas boyas ancladas habrá otras que flotarán lentamente a la deriva, arrastradas par las corrientes Por cada boya con tripulación, tanto fija como a la deriva, habrá muchas otras situadas en la superficie, a media profundidad o en aguas profundas, que enviarán datos' registrados automáticamente por sus instrumentos a los estaciones tripuladas, que las retransmitirán por radio a los grandes centros de reco– pilación y análisis de dotas, tonto terrestres como ma–
rinos
Sin embargo, esas redes de boyas en lo superficie o en las profundidades del mar no podrán sustituir a los barcos oceanográficos de superficie Al contrario, aumentarán su necesidad ya que habrá que aprovisio– nar las boyas, ocuparse de ellas y recoger sus datos También se utilizarán aviones para recibir lo informa– cián relativa a los océanos Desde un avión a gran velocidad pueden apreciarse claramente las corrientes marinas y la acción de los vientos, la delimitación entre las diversas aguas, y las concentraciones de vida ma–
rina Los boyas submarinas podrán retransmitir sus
datos desde los grandes profundidades, primera por
ondos sonoras hasta lo superficie y, seguidamente, por radio a un avión capaz de recoger información de va-
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