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« Previous Page Table of Contents Next Page »los Cerros Grando y Cliiquilo
Al Occidente del Cerro Chiquito hpy una pequeña altiplanicie cubierta de arenas volcánicas y en la porte oriental de la misma una depresión ovalada de poca hondura (lO m 1, cratelÍfarme, de 120 m. de longitud hacia NNE.
La pOI te occidental de la zona meridional del Pa– cava consiste del resto de un crátel grande y de dos
Cl éteres pequeños bien cansel vados
El cráter glande destruido había tenido anterior– mente un radio de 1300 m y fOI ma casi circular. Que– dó conservada epi oximadomente la CUal ta parte del
cráter, cuyas paredes interiores son inclinadas fuertemen·
te Hacia el fin de esta circunvalación antigua he sen·
ti do olor de 502 sin poder averiguar la situación exacta de las fumarolas. En el término mismo del cráter des– truido al NO se halla un cono muy joven y bien conser· vado de cenizas y lapili (2275) m) a 35 m sobre la parte más baja de la emínencia antigua El centro del
clotercito se encuentlo hacio el interior de la circunvola·
ción antigua La circunvalación del C1otercito presenta
una depresión baja 12185 m) al SE; el diámetro es de
240 m
I
la forma casi circular; en el interior existe una pequeña eminencia (talvez el lesto de un canito central?),
pero no pude verla bien a causa de la espesa vegeta– ción; por la misma razón no vi el pozo hondo de 3 a 4
m. de dáimetro ("El Hoyo"I, que describieron Dollfus y MontserrcJt la no ser que ya no existía por ser rellena· do)
Cerca del término SE del segmento conservado de
la circunvalación antigua se levanta, separddo por una pequeÍla deplesión, el cono activo del volcán a 2544 m.
El cono es de c:onse"tvación perfecta, con muy poca ve– getaci6n El cráter circular tiene un diámetro de unos
80 metros; el interior es embudiforme, quedando el puno to más baío a 30 m debajo de la eminenéia más alta de la cÍlcunvalación (al ESEI, pero menos de 20 m. de· bajo del punIó más bajo de la misma (al SO). Las grie– las radiales óbselvadas por Dollfus y Montserrat en
1866 ya no exisfen y tonto el número comó la intensi. dad de las fumarolas han disminuído considerablemen– te.
Cuando el padre COI nette en 1856 midió las tempe' latUias, las halló entre 54 y 81 9 C; Dollfus y Montse. rrat observaron en 186ó temperaturéJs entre 51 y 81,59 e Si el; aquella época el cambio de temperatura era poco, se había cambiado mucho el carácter químico· de las fumarolas, que exhalaban en 1866 vapor de agua, 50 2 C02 y N En 1892 y 1902 el número y la activi. dad de las futnarolas eran insignificantes¡ yo no sentí olor de S02
En la zona melÍdional del Pacaya hay gran núme– ro de corrientes de lavo, algunas de ellas muy extensas y jóvenes; pero no existe todavía un mapa, que diera su extensión y situación satisfactoriamente Al pie del cono activo obseo vó K. van Seebach en 1865 además los restos de antiguas corrientes de lodo
El Pacaya presenta en sus partes bajas andesitas de hornblenda y pyroxeno con olivino, en las partes al· tos andesitas vecinas al basalto y basaltos de feldespa– to Una muestra del Cerro Chiquito resultó traquita o rhyolita
Hay qué desear, que Se estudie detenidamente el volcán de Pacaya, porque es talvez el macizo volcánico más complica<:lo y más interesante de toda 111 América
Central.
La priniera erupción histórica del volcán ocurrió en
1565 y causó muchos daÍlos en Antigua por la copiosa cenizo y los temblores fuertes acompañantes
La erupción del 18 de febrero dlj 1651 produjo gran– des cantidades de ceniza yero combinada can fuertes temblores y letumbos.
Olla erupción ocutrió en 1664 con formidables bra– midos; la claridad era tan fuerte, que iluminó Antigua
de noche, como si fuera de día. Otros erupciones había en 1668, agosto de 1671 y julio de 1674 Además rela– to Fuentes, quien escribió aproximadamente en 1690,
que el volcán echó con intérvolos de algunos años re– tumbos fortísimos y grandes columnas de humo; y que a veces las cenizas fueron llevadas pOI lo~ vientos a dis– tancias de 9 y 10 leguas.
La última erupción que conocemos se verificó el 11
de julio de 1775, sin que hubiera habido precursores en forma de temblores o retumbos. Fueron anojadas gran– des masas de escorias y cenizos, quedando Antigua al· gunos días en oscuridad las cenizas llegaron hasta Escuintla y Suchitepequez IJuarros).
Conforme a Dunlop el cono activo del,.Pacaya pre· sentó actividad eruptiva considerable en febrero,de 1846.
La actividad del volcán ha sido combinada muchas
v~¡;;es con temblores fuertes y es posibl~, que algunas se– rie!S importantes sísmicas, que no eran compañeras de erúp'ciones, sin embargo hayan procedido del foco de Pticaya.
Cuando se forma Un mapa de la distribución geo– gráfica de los efectos destructores de la serie de tene· motos, que en 1917 a 18 acabaron con la ciudad de
G~atemala, resulta, que la zona de destrucción es una fejía de poca anchura hacia el Norte del volcán inclu– yendo la capital de la República, como me lo demos– ti Ó el Dr. Asensio en Guatemala Considerando, que patecidas áreas de destrucd6n sísmica se han obs~rva·
do al Norte del Tocuamburro y que yO de otra parte se ha', cleído que las selies de temblores de Cuajlniquilapa originen del Tecuomburro, no es improbable, que ~am
bién los terremotos de Guatemala en 1917 y 18 hayan sidó volcánicos y hayan tellido su origen en el foco del pccaya.
Desgraciadamente no se han he~ho inve~ti~óciones
detenidos sobre las causas de aquellos fenómenos sísini– cos fatalés luego después de haber ocurr ic:lo Y ahola ya es difícil averiguarlos todavía con alguna seguridad Por este motivo solamente con toda reserva puedo indi– car, que talvez haya habido una conexión funesta entre el Pacaya y la nueva capital de Guatemala que se cre– yó en 1775 haber fundado en un punto no expuesto a tal féruia de la naturaleza
3 LA HILERA PRINCIPAL DE EL SALVADOR
La hilela principal de El Salvador principia en el 5E de la República de Guatemala. Los primeros volca– nes de la misma son el Corro do la Gávia (c 1500 m I y el Corro Raxón lc 1500 m} Estos son geológicamen– te desconocidos; pero habiendo tenido la oportunidad de vedas desde la cumbre del Pacaya en tiempo claro, me parece indudable que deben ser de origen volcáni· co, aunque la el asión ya ha destruíd~ por completo de configuración primitiva Es de desear que se hagan in– vestigaciones detenidas de los cerros mencionados. También el volcán de Tecuomburro es una ruina vol·
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