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ción y de adivinamiento
LA PIPA RITUAL
El sukia actual también usa el ta– baco para sus ceremonias y cura· ciones así como lo usaron sus ante~
pasados hace muchos siglos, pero ya
hoy, seguramente, con un ceremonial mucho más simplificado la idea primordial al fumar, o al tragar el humo durante estas ceremonias, es que el tabaco, como harqSticb, into· xique a los sukias, o les sirva para
entrat en un estado de hipnósis durante el cual se supone que están en contacto directo con sus dioses y éstos les iluminan la fórmula ade– cuada para curar a sus enfermos Sinembargo, parece, que el verdade–
10 sentid0 místico de todas estas ce–
remonias, es conocido solamente por los viejos sukias, guardianes celosos
de su tesoro esotérico
LA MARACA
Algunos sukias, en sus encanta– r¡)iento, durante el momento de la
I ecitaci6n y de los cantos, hacen so– nar constantemente y obedeciendo a
un ritmo pausado, cierta pequeño maraca Otros usan un tambor he· cha de un tronco de madera nuevo y con una de las bocas tapadas con piel seca de iguana Patece ser que estos cánticos y la música de las ma~
lacas y del tambor, Son excepcional– mente favorables para facilitar al sukia su comunicación con el más
allá Es en estos momentos tuan· do con gran respeto y veneración sacan una piedl a adivinatoria de su mochila y frotándola con las manos, la rezan una oración y luego soplan sobre ella para ver que interpreta– ción hablá -de vaticinO!.
AMULETOS
Todos los sukias y aún muchos indios particulOles caigan sobre si vorios amuletos o fetiches inseparo–
bies, a los que atribuyen indiscuti– bles poderes mágicos de protección (ontta los temidos ataques de aniw males felaces y contra las acechan– zas de sus enemigos
Un aspecto intelesante de los su– kias es el de su intervención en Clsuntos de hechicería En estos ca· sos trata él, directamente, con el in– dividuo o sus familares en consejo, dando a todo el proceso un am– biente misterioso, aun mayor que en los casos de curaciones y de adivi– ndmiento
SACERDOTES DEL DIABLO
Refiriéndose o los sukias, dice l<;>-
pez de Gómara, el famoso historia– dor, .. Ya podéis pensar que tales eran los sacerdotes del diablo, a los cuales llaman sukias¡ son casa– dos también ellos con muchas muje– les, como los demás, sino que an~
dan diferentemente vestido... Tie– nen grande autoridad, por ser médi· cos y adivinos con todos, aunque no dan respuesta ni curan sino a gente principal y señores; cuando han de adivinar a lo que les pre– guntan comen una yerba que lla– man "cohobo" molida o por mole:l, o toman el humo de ella por las na– rices y con ello salen de sese y se les presentan mil visiones Acabada la furia y virtud de la yerba, vuel– ven en sí. Cuentan lo que han visto y oído en el consejo de los dioses y dicen que será lo que Dios quisie– le; empero, lesponder a placer del
pi eguntador, o por términos que no
les puedan cojer a palabras, que así es ei estHo del padre de men– tiros Parar curar algo toman tam– bién aquella yerba "cohobo", que no la hay en Europa; enciéllanse con el enfermo rodeándolo tres o cuatro veces, echan espumajos pOI
la boca, hacen mil visajes con la cabeza y soplan luego 01 paciente y chúpanle por el tozuelo, diciendo que le sacan por allí todo el mal Pásanle después muy bien las ma– nos, por todo el cuerpo, y algunas veces muestl en una piedl a o hueso o cOlne que llevan en la boca y di– cen que luego sonará, pues le sa~
caron lo que causaba el mal; guOl– dan las mujeres aquellas piedras
pOla bien palir, como reliquias san. tos" Mas adelante el mismo autor, al relatal las costumbre, nos dice, "Consultan las guelros los señores y sacerdotes bien borrachos o enca~
labl iodos con sumo de cierta yer– ba " Y luego añade, ". la medi– cina está en los sacel dotes ..........-.como religión; por lo cual, y POI que ha– blan con el diablo, son en mucho temidos
PROFETAS
No menos explícitos es FIOY Au· gustín de Zeballos, quién dice reli–
I iéndose o los indígenas: ". Tienen ydolos, y, pOI a la administración_ de su culto nombrados y señalados
~acel otes, que son indios hechiceros a q~ienes con mucha frecuencia da el demonio respuestas de lo que se le consulta y ellos la dan al pueblo; por lo cual ~on tenidos en mucha veneración, considerando en ellos al– guna calidad divina, como plophetas
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que les pi avienen las cosas futulOs y que han de suceder, y les dan no– ticias de las que suceden en otras partes distantes y remotas de las
suyas~
Se ha t¡atado de exponer la ac– tuación del sukia y de la impresión que causó en los misioneros -Ze– bollos y lópez de Gómara- para poder explicO! sus múltiples funcio– nes, tanto en tiempo antiguos, co–
mo en los inmediatos a la Colonia, describiendo la dualidad de su mi– nistelÍo, primelo como sacerdote y luego como médico y adivino.
'1 Las citas y paráflasis que anteceden testimonian la manifiesta analogía que existe entre los ritos y costum– bres de los tiempos prehistóricos y los inmediatamente posteriores Del esludio y de los documentos antiguos, así como de la observa~
ción de las costumbi es indígenas contemporáneas, podremos deduci, con claridad, primero, la preponde– rancia de que gozaban los sukias,
y luego, la consecuencia trascenden– tal que se ah ibuia al hecho de fu– mar el tabaco, ritualmente en sus di–
versas ceremonias y curaciones Se
ha precisado que en la región don~
de celebraban sus ritos, se han en–
contrado ídolos y otras reliquias arqueolágicas, las cuales pretenden identificar con los antiguQs sukias Trasunto' fiel de la actuación de los sukias son todos los artefactos de barro, o de piedra, ejecutados slemple representándolos en actitu~
des que los tipifican_ Ello con es– ponde, desde luego, a la importanle funciór que desempeñaban los sacel– dotes·médicos
TAUMATURGOS
Las representaciones de los sukias en nuestra iconografía, nos revelan
al taumaturgo por excelencia, el su– kia deificado, el espíritu propio de
la ciencia de curar Esta estatuaria
religiosa tiene, pues, significaci6n humana y divina, es el prototipo del sacerdote médico Por uno relación de ideos, parece que el sukia corres– ponde, en cierta medida al mitológi– co Esculapio romano
Este magnífico dios de la medi– cina en lo teología aborigen, el su· kia, replesentativo de lo ceremonia cardinal, la de curar a tlavés del humo del tabaco, fue extensamente adorado y mereció mucha importan– cia a juzgO! por la frecuencia con que se encuenfran sus representaciones ampliamente difundidas por todo el tel ritorió Centroamericano
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