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Cl2eoi6ta

eOl1derCJaácra

del ~eI16am;'el1t" eentroal11ericano

Se Llama. e"1t6er.,,,,ciora i'llticeUllellte elt eL 6elttielo ,l" ql.le ItO CM aH.tjrreti~i"6a. "i anti– capitali6ta epa

Bit marcl.a hacia la ';;l"te~rac¡ólt de eelltroan"irlca V <::pa"euft""

por eHcima ele talo eli.,i6iolte" partleli6ta6.

NUESTRO ETERNO FEMENINO

Lo ~mismo que hel o.currido en Europa y en América del Norte, en donde la necesidad económica obl,gó a las 'mujeres ti producir, sacándolas fuera del ambien\e de la familia y haciéndolas más independien\es de los hombres, está sucediendo ahora, lentamente, también entre nosotros con la integración económica de Centroamcrj(~

Nosotros, ros homhres, preferimos que nuestras mujeres se queden en caso y hc¡gtlp ollí frel'ite a lás ,responsabilidades familiares, pero las necesi· dades de lel economía o de la cultura, a veces, nos las empujan hacia otros

(C~mpos, ha(iéndolas más independientes de los hombres

Todo esto Sé dEiia entrever en la proporción creciente de nlnos que ya estudian y trdbdjcm y cuya educación tiende a parecerse a la que reciben

/05 hombres. Tienen que aprender la feminidad, al mismo tiempo que apren– der cosas que tiendeñ

(1 hacerlas menos femeninas.

Deberlo. es(.ribirse la h¡...toria ~emeninQ de Cen\roumláríco.. Los cli'lersos

orígenes raCiales de nuestras ml.ljeres, ,perdidos en la noche milenaria; luego, su formación según el tipo idecil de la dama cefólica de Castilla, dentro de instituciones sociales estrictas; su liberación sentimental, después, en el siglo romántico y sus ansics o necesidcldes actuales de mayor libertad y experien– ci9· ~Io allí un plan ,para el estudio de nuestros soci61ogos y saber lo que

hall sido nuestras mujeres según los tiempos y lo que deberían ser conforme

CI una idea eterna de lo feminidad.

En este número nos conformamos nosotros con ofrecer sobre el tema algunos trabajos extranjeros para que sirvan de trasfondo y los que juntan y

ordenan ligeramente nuestros colaboradores con datos y apuntes, entre lagu– nas y al aiar de sus lecturas, tratando de penetrar -aunque sea a tientas– en la, profundidades ocultas V sublimes del alma femenina.