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« Previous Page Table of Contents Next Page »Nicaragua es una isla Entle el Coco y el Son Juan, entre el Atlántico y el vasto Mar del Sur, su tie– rra tiene ese atractivo peligroso que mueve o la aven– tura y que cita o todas los rutas, las que van y las que
vienen (os de viajeros y piratas, los de exilados y so– ñadores Por eso lo Historio de Nicaragua es un libro de viajes viajes peregrinos de las razas indias primiti–
vas que vinieron, vivieron y pasaron, los del Norte ha–
cia el Sur y los del Sur hacia el Norte, viajes en canoas
de los antiquísimos Subtiavos, que se quedaron poro
siempre andados en la /lanura occidental, viajes de un pueblo entero, como la invasión de los nahuatles, que se apoderGlon del istmo de Rivas y de las islas del Gran Lago, viajes de los Mataga(pas, de (os Mosquitos
y de (os Chontales y luego viajes hispanos Cabo Gracias a Dios, punto Atlántica de la Patrio que acari–
ció y bendijo el más grand.e navegante de la Historia don Cristóbal Colón y donde probablemente antes de él, pereció U1ises según los v~rsos del Dante Y por
lo señal de Colón Gil González, Hernández de Córdo– ba, Machuca, Oviedo, Gómara, Gage Todos effos trazan rutas sobre nuestro maoa, todos ellos hacen de la misteriosa isla, 9resa entre aguas, un centro de na– vegaciones y los bergantines se meten por el Río de la
Historia para buscar estrechos dudosos, para unir los
dos mores Y siguen los viajes junto con las naves hispanas vienen las naves piratas siguiéndoles la estela
y después de {os Piratas o velas, vienen los Filibusteros
o vapor Y se abre e( Tránsito, y se proyecta e( Canal,
y siguen ./legando viajeros que escribén Squier lo mis–
mo que Thomas Belt y Mark Twain, lo mismo que este
~ász/ó Pataky que ahora nos do esté JibIa, ni el pri– mero ni el último en la inmenso red de rutos azules que cubren tl(Jestras tierras y mares
Potoky viene o sumar su interesante lib,o -libro de descubrimientos de Nicaragua- a lo gran bibliote– ca de viajeros que forma la Historia de nuestro país Porque historia no es solamente enhebrar sucesos po–
(íticos con el hilo del tiempo Historia es la pintura de NicDlagua que nos da Oviedo cuando nos cuenta de aquel hacendado de los costas rivenses del Menco que tenía una gran cría de cerdos y un feroz perro qu~
luchaba contra los tigres Historia es el cuadro de {a Ciudad de Granada que nos deja Gage Historia son los expresivos dibujos de un soldado filibustero que acompañó a Walker y que sirven más para rehacer lo vida del pueblo en esa trágica época que muchas pá– ginas de historiadores, incapaces de arrebatar a los archivos la poesía vital del pasado Historia es tam– bién descubrir Ja vida de los indios Rama y de la isla de Ramakey en nuestra edad engreída, deiar un docu– mento indirecto de San Juan del Norte en este tiempo, de I<arawala y su olvido en la era atómica, de San Carlos en el abandono del gran ríó histórico, de Solen– tiname todavía esperando su Odisea en Jo era moderna,
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INTRODUCCION
DE PABLO ANTONIO CUADRA
de ~o,!co surgiendo o ciudad de renombre De este
penultlmo viajero -de Lász(ó Pataky- tendrá maña– na que alimentarse el historiador, y otra vez constatará
que un destino viajero seguía todavía soplando sobre los que escriben de Nicaragua en los años del siglo
XX ,destino migratorio, peregrino, exódico, que ha escogIdo a este corpulento y simpótico escritor de san–
gle ,húngaro y que lo ha nacionalizado, lo que quiere deCir que le ha J1enado de sal la boca, empujándolo a
/r y ,vo!~er, a Jlevar el exilio y el patriotismo, sin COn–
tlad/cc/on, en un corazón que oscila en forma de brú– jula
Una noche en casa de Luciano Cuadra -cuya
biblioteca está nutrida de esos cuadernos de bitácora que forman nuestra bibliografía histól ica- platicába–
mos de sobremesa con Pataky, el poeta Ernesto Carde– nal, el pintor Armando Morales, Luciano y yo Al poco, ¡oto el acento pintoresco de un castellano pro– nunCIado con lobios magiares, hbciendo de la "h" jota, pero penetrando hasta muy adentro de nuestro habla y
de nuestros modi5mos, se imponía en la sala rodeado
d~ nuestro atento silencio Era el aventurero que fas– cmaba a los otroS aventureros con sus memorias de viaies por (os ¡incones más ignolOdos de lo Patria su
descubrimiento de la ciudad perdida en las márgenes deí alucinante /io Prinza,oolca, su visita o la hiia del Guerrillero Blanca Segovia, en la remota población de San Rafae( del Norte, su revelación patriÓtica de que el río eruta, reclamado Dar Honduras, está poblado
en sus márgeries por ciudadanos nicaragüenses, su es·
día entre los últimos indios Ramo y la descrioción de sus costumbres, restós finales de viejas forma~ de vida pieco/ombina que, con ellós, pasará a formar parte
muy pronto, dé wia arqueologia sepultada por la Ci–
vilización y su ingratitud ¡Mucho de esa conversa· ción y de sus amenas anécdotas ha sido recogido en
este liblor
Fuí testigo como director de "La Prensa", del interés pooular que despertaron sus escritos al apare– cer en ese diario A/¡e parece un anuncio del éxito que le espera, pues al nicaragüense le agradan los textos que tienen caminos y ríos en sus márgenes Y nos
gusta saber que Nicaragua todavía se puede descubrir
Pero aparte de ese éxito, este es un libro al que
será necesOl io acudir cuando se hable de la Nicaragua de 1950 a 1956 Sus datos auxilimán al historiador de nuestra vida actual, como nos vienen auxiliando para épocas posadas tantas otros viajeras descubrido– les, tantos aventurelos que le anteceden en su genea– (ogía libresca POI ello con el mayor gusto asisto de padrino a su feliz nacimiento
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