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-"¡ Lolo! ¡ Lolo!"

-¡Esh! -dijo él y se enderez6 un poco, espi6

y al rat,o la voz otra vez -"¡Lolo! ¡Lolo!"

Brinc6 de la tijera y busc6 algo, un palo que fue lo primero que hall6 y otra vez la voz -¡Lolo! ¡Lolo! ¡Casate!

-Vea -me dijo doña Paula, p_oniendo la cara seria Solo doña Carmela dormía en la otra pieza, y don Lolo piensa que era la voz del difunto Ramón, su Tata dé\, que ero muy católico y ha de e~tor pe-nando quién sobe -agregó pensativa -Quién sabe! -repetí yo

-¡Ajá! ¡Qué me dice pues! ¡Ay tiene una prueba !

-¡Quién sabe! -le repetí Lo vieja se levantó un momento

-Me vaya fumar otro cigarrillo -le dije Saqué el cigarrillo y lo encendí, tiré una bocana– da de humo y le pregunté

y don Lolo se casó, al fin?

-y con qué cura?

Pero en San Carlos

Ah ! -pensó un rato y volvió-- pero qué será que la gente se casa y entonces comienzan las dificultades?

-Tal vez a Dios no le gustan los ca~ados

-¡Cállese! ¡Qué cosas!

I diay Tal vez . !

-Vea, por eiemplo, el hondureño que vive en El Grillo es casado y la mujer ya lo sé, le rezo a Santa Brígida para que se muera, porque el hombre es un demonio, palo y palo eso es lo que le da

y Ud doña Paula No es Ud casada? -Pues, para decirle verdad, medio casada y me– dio soltero . A mí me ech6 la bendición mi madre cuando se moría y como Concho es muy fino, para que le vaya mentir yo no me quejo

-'Doña Paulo -le dije cambiando de conversa-ción- Ud es de aquí de El Castillo? Lo vieja se volvió a sentar -Le vaya contar -me dijo

-Yo no soy propiamente Castil\eño Vine hace años a los cortes de madera de Mr Laines con mi tío

y mi madi e Murieron los vieJos y yo me hallé a Concho y nos juntamos La vida, si me pregunta es todo eso Yo estoy conforme y quisiera algo más, pero no se puede ay vamos Concho, para que le vaya decir, él cree que eso es todo, pero uno se aflige a veces, verdad? Yo quisiera irme al interior, pero quien sabe Ai el otro día fuimos a la Barra

y las mismas cosas, y qué dije yo, nada de esto cam– bia, parece que cambia, pero siempre nos vamos y des– pués venimos La verdad que hasta que uno está en su coso, en su tierra, r,asta entonces uno es de ver-dad yo no sé, pero Ud me entiende, verdad? -Me voy a fUmar otro cigarrillo -le dije Y ella se rió con ganas

Se levant6 para ir a la puerta, divis6 un rato la calle y volvió

Y usted? -me pregunt6 y yo? -me repetí yo

Lancé una bocanada de humo, estiré los pies y me miré la punta de los zapatos, toqué un zapato con el otro moviendo los pies, nervioso

-Volvía a verme como cuando se inclina uno sobre el río cogiendo con las manos agua para beber y hubiera sentido de nuevo chorrearme el agua que se escapa de las manos sobre el pecho, remojarme la camisa y oír después a mi padre

-Venís todo empapado un catarro ondás buscando

-j Pasame los fósforos!

-¡L1evate esa silla para adentro! -¡Anda traeme el reloj!

-j Ve a ver si trajeron carta!

-j Cambiate esa camisa!

-jComprame una mecha para la lámpara!

-j No te andés metiendo en los charcos!

-j No vengas tarde a comer que se enfría la sopa! -¡Sé serio, Fernando sé serio! Que ya estás grande

Y el río culebreaba entre mis manos, y la lluvia me rozaba la espalda y me daba escalofríos, y el puer– to solo, largo, con el cielo nublado siempre, y yo chi– flando al perro y corriendo a esconderme detrás de unos barriles, mientras el perro lloraba buscándome y

moviendo la cola y la cabeza

PUERTO TRISTE

A

CABABA de llover y el sol salía apenitas El puerto dormía todavía y unos guises amarillos levolo– tebon y chillaban sobre el muelle

-Buenos días, don Chico! -salud6 el viejo Ju– lión que venía en la calle

-Buenos días, moitro! -le contest6 don Chico desde la puerta

El vieja Julián se paró donde estaba y quitándose la gorra de la cabeza se acercó

. Y al fin le vino la medicina para ros ner-

VIOS, que me ofreció? -le preguntó

25

-La estoy esperando, maitró Tal vez en esta semana y cómo ha seguido? -Pues viera que fregado, amigó -¡Ajá!

-Pues mucho me aflijo siempre; y ro peor es el desvelo

Y por qué no bebe la tizana de almendras? Se machacan y se les agrega miel.

-As;' me dijeron, pero me pone muy estítico

y lo peor es que toda la noche paso oyendo un grillero -le explicó el viejo Julián

-Tiene razón amig6, eso de no dormir es fre– gado Yo estuvo así cuando la guerra con Honduras

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