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ALBORES DE LA INDEPENDENCIA

IP'OSTRIMERIA5 DE LA GUERRA NACIONAL

celebraban

La conmemoraClan de este gron día de lo patria no ho sido como otros años ¡nsignifi– conte y fría, pues su aduol solemnidad llego al tan punto, que nuestra pluma no olcanza a describir todo el cortejo y aparato con que se le saludo en esta vez, ni menos demostror el remarcado entusiasmo del pueblo que partici– paba de la suntuosa fiesta nacional. Este di– verso modo de sentir del pueblo nicaragüense se explica muy fácilmente, con 5010 recordor de que hoy comprende mejor lo importoncia de la independencia, porque la ha rescCltodo con su sangre y sellado con caracteres que el tiem– po no borrorá, y porque en este mismo día ese mismo pueblo juro su obediciencia a la nueva Carta constitutiva que debe regir sus destinos en el risueño porvenir que se le espe– ra. Sin embargo, séanos permitido decir algo, aunque imperfectamente de los hechos más culminantes con que el Gobierno y el pueblo de esta ciudad han dado muestras positivas de la justa apreciacion de la Independencia de Centro América acaecida el 15 de Septiembre de 1821, Y de la reorganizadon política de Nicaragua, agitada desde esa época por la imperfeccion de sus instituciones y por lo ma– la inteligencia del régimen republicano

En la víspera del día 15 de Septiembre en la noche el Palacio Nocional se ilumino for– mando diversas figuros simétricas desde la pri– mera baranda hasta el mirador, conteniendo en todos los pisos un sinnúmero de concurren– tes en cuyos semblantes se reflejoban las emo– ciones del más vivo entusiasmo: los fuegos artificiales, la música marcial, las canciones patrioticas, las aclamaciones del pueblo, el constante resonar de la artilleríCl todo forma· ba un conjunto tan groto y tonfortable, que es mérs bien para sentirlo que para explicarlo, un baile improsivado en el mismo Palacio y

un paseo público precedido por el Sr. Subpre– fecto del Distrito, pusieron término a las di. versiones de la víspera.

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La aurora del propio día 15 fUe saluda– do con la artillería mayor acompañado de la música marcial y un solemne repique en todas las iglesias, y cuando el sol asomo en el orien– te; la ciudad entera se presenta engalanada de innumerables gallardetes vistosos y de va. riadas colores sobresaliente entre ellos el pa– bellon bicolor que ondeaba majestuoso en la cima del Palacio. A las 9 de la mañana, el honorable Cuerpo Municipal y demás emplea– dos civiles, militares y de hacienda, reunidos en la casa consistorial, se disponian a prestar el juramento de obediencia a la nueva Cons– fifucion de la República, mientra tanto una co– mision de su seno ocompañaba a tres joven– citas ricamente cdClviadas que se dirigian al Palacio a recibir de mano de S. E el Sr. Pre– sidente el nuevo Codigo que se le daba vida a la patria, en efecto las tres jovencitas, em– blemCls de la independencia, de la IibertCld y

de la ley, puestas delClnte de S. E. dijeron: Excmo. Sr. el Honorable Cuerpo Municipal nos envia a vos para recibir de vuestras manos el sagrado Codigo que hoy en adelante regirá los destinos de la portia, afianzando nuestra independencia y libertad, asegurando nuestra felicidad y ventura, y cerrando pClra siempre las puertas a nuestra desgracia y callaron. S. E tomando el Codigo en sus manos les dijo: ojalá que esta nueva Constitucion encuentre siempre manos tan puras e inocentes como las vuestras; y entonces quedarán cumplidos vues– tros deseos y los míos: y se la entrego. La co– mision volvio a su seno; y las tres jovencitas al poner en manos del Sr. Subprefecto la nueva Constitucion, dijeron: Sr., aquí os entregamos la Constitucion de la República que VClis a ju– ror en este momento, obedecedla, dijo una de ellas, y seréis siempre independientes dijo la otra, y siempre libres dijo la tercera. El Sr. Subprefecto al recibirla dijo: yo os prometo obedecerla, porque como vosotras amo la In· dependencia y la Libertod.

En seguida, se procedio a la lectura de

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