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la fuerza costarricense que ataco o Santa Rosa era la vanguardia de todo el eiército que venía marchando hacia la frontera del norte: Se componía de unos qui· nientos hombres y entre los oficiales figuraba el legiti– mista Manuel Argüello llevaban la cinto roja para en–
gañar a los americanos y ganarse a los democratas niCClragÜenses. Después de que el grueso del e¡ército, con el presidente Mora o lo cabezo, llego o Sonta Roso, los prisioneros nicaragüenses, muchos de 10$ cuales es–
taban heridos, fUeron sOlTletidos a un consejo de gue· rra y condenados a morir fusilados. La cruel sentencia se cumplio al pie de la letra 1
Después de haber andado errantes algún tiempo entre Santa Rosa y el lago de Nicaragua, los restos des– organizados de la fuerza de Schlessinger salieron o un fugar cercano a Tortugas, de donde se fueron a la Vir– gen A este últilTlo pueblo llegaron, no en cOlTlpañías, sino en escuadras, algunos de ellos sin sombrero y sin botas y hasta sin armas Muchos venían con las ropas desgorrados por fas espinares que habían tenido que pasar, y durante días y hasta semanas después estu– vieron /legando rezagados de la expedicion El desa– liento era grande y algunos de los soldad9S, para que fuese menor el bochornó de su retirada, se mostraban demasiado propensos a exagerar ante sus compañeros el aspecto de disciplina, el buen comportamiento mi– litar y las excelentes armas y equipos del enemigo al cual habían mirado con ton poco detenimiento en Son– ta Rosa
Entretanto Walker estaba concentrando los fuerzas americanas en Granada y preparándose para la guerra en que probablemente los otros tles Estados centroame· ricanos iban a unirse a Costa Rica El batallon de ri–
fleros se hizo venir de leon, y más o menos 0\ mismo tiempo que entro en Granada llego de San Juan del Norte una compañía de reclutas a los ordenes del ca–
pitán Masan Con esta compañía vinieron Turnbull y French; pero como ambos vieran que sus servicios es– taban por demás, pronto se largaron de lo República Cuando los rifleros iban entrando en Granada el gene– ral en jefe estaba en cama con un ataque de fiebre violento; pero gracias a la bueno asistencia m~dica y
o su fuerte constifuc;ion pudo sentarse a la mesa al día
siguiente, domíngo 23. Acababa de tomar asiento cuando le entregaron uno corta del mayor Brewster con las primeras noticias someros del descalabro de Santa Roso En lo mismo tarde consigu\Q Wolker ponerse o bordo del vapor, lIegondo a La Virgen por la mañana del 24 Las noticia~ que allí le dieron los desbanda– dos de Santa Rosa fueron meíor tonico para él que un baño frío la necesidad de la accion mental y moral obro de modo maravilloso sobre el cuerpo cuando éste se resiste a ejecutor lo que le ordena la voluntad. El desastre de GuanacClste hizo que Walker se re– solviese a trasladar el grueso de fa fUerza americana a Rivas Ignoraba el efecto que la derroto de Santa Ro– sa podí? causar a los nicaragüenses hijos del país, o hasta donde era capaz de hacer flaquear la confianza
1 Los prisionelos tomados en Santa Rosn se llevaron a
Libelia, donde estaba el grueso del ejército y allí se les fu–
siló contla el sentil' de muchos oficiales y soldados costarri. censes. N. del T.
que en los am(lricanos tenían poro la proteccion del Estado contra sus enemigos Se dieron ordenes de con– formidad y entretanto se tomaron medidas para tras– ladar el gobierno a Leon Rivas estaba ansioso de lle– nar las vacantes de su gabinete y Jerez había dicho que caso Os irse el presidente a Leon, volvería él a ocupar su puesto en el gobierno; pero al"\tes de salir de Granadq el presidente emitio un decreto poniendo en estado tle sitio los departamentos de Oriente y Meridio– nal y Se dieron 01 genero! en ¡efe facultades omnímo– dos en estas portes de lo República Ferrer, ministro de credito público, se quedo en Granada en calidad de comisionado para colaborar con el general, hdsta donde fuej"ci menester, en la tarea de suministrar recur– sos para llevar adelante la guerra y proveer a las neo cesidades del ejército
El día que Walker establecio su cuartel general en Rivas, llego Schlessinger para informar personalmente sobre su morcha y su retirada Hizo hincopié en que lo inexperjencia de la tropa y su falta de votar discipli– nado habían sido las C<:lusas de su desventura, y en el acto propuso la organizacion de una nueva fuerza po· ro oc;:upqr el Guonacaste; pero los oficiales de la expe· dicíon empezaron o llegar y todos estaban de acuerdo en lo incapacidad y cobardía mostradas por el que aca– baba de ser su jefe. Algunos hasta insinvaban que había vendido sU tropa; pero semejante conducta no cuadraba con su índole tímida Si la hubiese vendido, nunca habría vuelto a Nicaragua Sin enibargo, los caro gas formulados contra él pedían el nombramiento de
uno comision indagatoria El dictamen dado por és– ta motivo el arresto y enjuiciamiento de Schlessinger ante un consejo de guerra por negligencia en el cum· plimiento de su deber, ignorancia de sus obligaciones de coniandante y cobardía en presencia del enemigo.· A estos cargos se agrego más tarde el de desercion El traslado del ejército de Granada a Rivas, pasan· do por La Virgen, creo la necesidacl de desplegar ma· yor vigor en sus medios de transporte Por esta razon sé nombro a C J Macdonald quarlermoster-gerieral 1 con el grado de coronel; pero tan solo desempeñó este car– go durante algunos dios por los motivos que pronto se
verán Hasta el día 30 se estuvo haciendo la reorga· nizacion de los que regresaron de Costa Rica y se pro– curo aumentar en varios sentidos la eficiencia del eiér· cito; p~ro entle los oficiales y soldados parecía reinar
un abatimiento general Constantemente se recibíal solicitudes de licencia paro regresar a los ~stados Uni dos y el ónimo de la tropa decaía coda vez más, a
ver que los americanos que no pertenecían al eiércit< lIegabah en 'ropel al cuartel general pidiendo pasapor tes poro salir del país Dos o tres señoras-Mrs· Thomp son, esposa del ayudante general, y Mrs Kewen, mu;e
de Mr. E. J C Kewen, empleado civil del ~stado
ayudaron a mantener el valor de tos soldados, grade al buen humor con que soportaron toda clase de fat
gas y peligros; pero la orbita de estas influencias el necesariamente reducida y se hilO necesario infundir o gún entusiasmo al ejército o dejar que SI¡! disolviese impulsos de un pánico vergonzoso.
De modo que en la tarde del 30 se pqsO revista la fuerza en lo plaza mayor de Rivas, arengáridcla generol en jefe en la mejor forma que pudb, dad las circunstancias. Procuro hacer ver a aquellos hOI
1. Intendente de ejélcito. N. del T.
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