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a recuperar el poder en su país; pidio un cuerpo de americanos para volver a tomar su capital, de la que había sido expulsado hada poco Jerez insto para que se concediese a Cabañas lo que solicitabo, recordando los grandes servicios prestados por el expresidente o Castellon y 01 eiército democrático Sin embargo, Ri– vas no estaba dispuesto a poner oídos o los ruegos de Cabañas Veía claramente que si se daba auxilio al presidente proscripto y penetraba en Honduras una fuerza americana, esto sería la señal de una coalidon de los otros cuatro Estados contra Nicaragua.

Wa!ker miraba los planes de Cabañas del mismo modo que Rivas Era fádl ver que tarde o temprano ten· dría que surgir un conflicto armado entre la política americana del gabinete nicaragüense y la de los go– biernos vecinos; pero era conveniente y acertado hacer que los enemigos descargasen el primer golpe. El en– vío de tropas a Honduras, aun cuando fuese ton el ob– jeto de restablecer a Cabañas, hobría servido de pre– texto para declarar que los americanos de Nicaragua eran de carácter agresivo A éstos no les tocaba sino aguardar que sus enemigos se moviesen, y no habría sido sensato apresurar el conflicto procurando la restau– racion de un hombre que por muy meritorio que fUese acababa de ser expulsado de su país

Jerez convino en que el modo de pensqr de Rivas era muy racional; pero continuo insistiendo en que se le diese a Cabañas el auxilio pedido El ex presidente

era hombre de ideas estrechas, fuertes prevencionfils y

odios encarnizados, y parecía aferrado en lo idea de volver a Honduras antes del 31 de enero lo misma terquedad con que pedía ser restaurado antes de la expiracion de su período, era una prueba de la ten– dencia de su mente a fijarse en cosas sin importancia Incapaz de considerar los asuntos de Centro América desde un punto de visto general, parecía un federalis. ta de Morazán a quien la edad hubiese ~echo degene– rar en funcionario hondureño; pero a medida que sus ideas se habían ido encogiendo, se fueran también pe– trificando, y además de tener la melancolía propia de su edad avanzada, era testarudo y odiqba lo nuevo No wmprendiendo el movimiento americano, se inclinaba a considerarlo como un mal, a menos que pudiera con– vertírsele en un medio para expulsar a Guardiola y a Lopez de Honduras Sin embargo, la viejo reputacion de Cabañas, los largos servicios prestados por él en las filas del partido liberal, a la ve7. que el sentimiento de gratitud por la manera como fueron tratados los demo– cratas nicaragüenses en Honduras, obraban en el áni· mo de Jerez Los sentimientos generosos movían fácil– mente a éste y no era difícil llev<1rle por un camino erra– do poniendo en juego sus emociones

Como solía dec.ir un amigo suyo, tenía la cabeza llena de esas leyendas que Plutarco ha hecho tragar al mundo como si fuesen las vidas de sus héroes griegos

y romanos y estaba siempre imaginando que alguien conspiraba contra la República y que él ero el llamado a salvarla Poco después de organi7.ado el gabinete, Vega, uno de los principales legitimistas, envio a Wal– ker un papel impreso al margen del cual había un bo– ceto de cada uno de los ministros, y el viejo y agudo granadino pintaba a Jerez como un conspirador de na– cimiento Desde luego se puede imaginar en qué sen– tido iba Cabañas a influir en Jerez cuondo viese que Wa1ker estaba resuelto a no enviar amerícanos a Hon– duras

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Después de haber permanecido en Granod rJ únos veinte días, el ex presidente se fué a leon acompañoqo del ministro Jerez Dilo que deseaba aguardar allí la resolucion défínitiva del gobierno acerca de sus solicitu– des Cuando Jerez regreso, Rivas estaba determinado en sentido adverso a las proposiciones de Cabañas y eri– tonces renuncio Jerez su puesto en el gobinete Por el mismo tiempo D Buenaventura Selva hizo dimision del ministerio de la guerra, con motivo de habérsele dado un cargo público al legitimista Argüe((o Jerez se retiro a

~eon; Selva fué primero a Rivas y luego a San JIJan del Sur, de donde salio embarcado para Son ~alvador, con ánimo de quedarse al!í hasta que volviesen al poder los hombres de bien 1 en Nicaragua, según dijo Como Rí– vos había dado ernpleos públicos a muchos legitimistas antes de Arguel!o, es probable que la enemistad parti– cular de Selva contra éste fuese la cousa de su renuncia De modo que por la amistad de uno de los ministros con Cabañas y el odio de otro contra Argüe/lo, vino Ferrer a desempeñar durante qlgún tiempo el cargo de ministro general

Sin embargo, no bastaba con que Nicaragua hicie– se ver, mediante su conducta con Honduras, cuál era la política que quería seguir respecto de Centro América El

¡ 2 de enero de 1856 se envio una circular a las diversos repúblicas, manifestando fas intenciones pacíficas que abrigabq ,Nicaragua y pidiendo el nombramiento de co· misionados para discutir y concertar las condiciones de Id union de los cinco Estados, Esta última proposicion se hi7.9 porque los antiguos serviles, que siempre fueron contrarios al federqlismo, estaban entonces discutiendo con entusiasmo acerca de la union, con el fin de suminiS– trar prete,xtos para interVenir contra los aniericanos de Nicaragua Así se demostro que el gobierno de Rivds, convencido como estaba de la honorabilidad y rectitud de sus propositos, no temía entrar en relaciones más es– trechas con (os demás Estados de la antigua federacion

lo

la única respuesta que obtuvo ia circular fué la del comisionado de Honduras D. Manuel Colindres, quien no

paso de leon Habíalo enviado su gobierno para dar ó Nicaragua la seguridad de sus pqcífiCos propositos, ouñ· que bien pudiera ser que el secreto designio de Honduras fuese vigilar los movimientos de Cabañas Sea lo que fuere, el 24 de enero diio el señor Colindres, al acusar el recibo de un ejemplar impreso de la circular, que no dudqba de que su gobierno daría una respuesta favora– ble al de Nicaragua; pero nunca se recibio ninguna co– m'o. la que el comisionado se anticipo a anunciar Sin embargo, después de electo Guardiola presidente de Hon– duras, se mostro poco inclinado o intervenir en la políti– ca interna ele Nicaragua, y el prurito ele guerr~ar que le átribuíon sus enemjgos no se manifest9 en ltl conducta observada por él con respecto o la coalicion centroame– ricana.

las inventivas más violentas contra la político inter– na de Nicaragua se publicaron en el per;odico oficial de Costa Rica Además, numerosos legitimistas habían huí· do al Guanacaste y desde allí amenazaban la tranquili– dad del departamento Meridional Para protestar contra la presencia de los legitimistas en la frontera y ver de corregir al mismo tiempo algunos de los errores que ha bían nacido en Costa Rica, se acordo enviar un corni sionado a dicha república Así fué que el 4 de febrer< louis Schtessinger y Manuel Argüello, acompañados de

1. En C8stel1áno en el texto.

, o

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