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« Previous Page Table of Contents Next Page »meneo la cabeza en señal de desaprobacion, del mis– mo modo que, más tarde, condeno el sionismo la ca–
rrera de escritor no es una profesion propiamente dicha, concluyo el rabino manifestando su disconformidad En Viena empecé a cursar Derecho Tomaba parte en todas las travesuras estudiantiles, luciendo la gorra de mi asociacion, hasta que el día menos pensado, és– ta lesolvio cerrar las admisiones de nuevos socios ju– díos A los que ya estaban admitidos se les dijo, con mucha amabilidad, que no tenían que darse de baja Me despedí de aquellos jovenes generosos, y me puse a estudiar seriamente En 1884 me gradué de doctor en Derecho Bajo las ordenes de un juez me inicié en la práctica forense Actué, en calidad de empleado sin sueldo, en los Tribunales de Viena y de Salzburgo El trabajo me parecía más interesante en Salzburgo; como se sabe, esta ciudad se halla rodeada de un escenario particularmente hermoso. La oficina en que trabajaba estaba situada en un viejo torrean, precisamente por debajo del campanario, y tres veces al día sus vibra– ciones me herían los tímpanos
Se comprende que escribiera más para el teatro que para el tribunal En Salzburgo pasé algunas de las horas más felices de mi vida Deseaba poder fiiar mi residencia en esa hermosa ciudad; pero siendo ju– dío, nunca habría sido ascendido a juez Po¡¡. eso, me fuí de Salzburgo y abandoné, al mismo tiempo, la ju– risprudencia.
Causé otro gran disgusto al rabino de Budapest: en lugar de abrazar una profesion seria o de procurar– me un empleo, empecé a viajar y a escribir para perio– dicos, a la vez que a componer obras teatrales Mu– chas de mis piezas fueron estrenadas en varios teatros; unas alcanzaron éxitos ruidosos, otras no gustaron la diversidad de criterio con que mis piezas eran acogidas me enseño a no hacer caso ni de los aplausos ni de las silbas Tenemos que satisfacer a nuestros propios gus– tos: todo lo demás no importa Actualmente, desecho cuantas piezas tengo escritas, hasta las que todavía son aplaudidas en el Burgtheater de Viena; ya no me interesan
Me casé en 1889 Tengo tres hijos, un varan y dos mujeres Creo que mis hijos no son feos ni tontos Pero puede ser que esté equivocado
Durante mi viaje por España, en 1891, el diario
Neue Freíe Presse de Viena me ofrecio el puesto de co– rresponsal en París Acepté, si bien hasta entonces ha– bía menospreciado y detestado la política En París llegué a saber lo que generalmente se entiende por po– lítica, y manifesté mis pensamientos sobre el particular en mi librito intitulado Le PalClis Bourbon. En 1895 re– gresé a Viena
En el curso de los dos últimos meses de mi perma– nencia en París, escribí El Estado judío, libro al que de– bo el honor de habérseme pedido por parte de ustedes algunos datos biográficos de mi humilde persana No me acuerdo de haber escrito nada en un estado de tan solemne emocion Heine dice que al componer ciertos versos ayo un batir de alas de águila por encima de su cabeza. Yo también, cuando escribía aquel libro, creía sentir argo como un batir de alas por sobre mi cabeza. Trabajaba en él todos los días, hasta quedar exhausto; mi único recreo consistía en escuchar por las noches música de Wagner, particularmente su Tannhauser, ope-
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ra que acudía a oír cuantas veces era puesta en ejecu– don Sajo las noches que no había fundon, me sentía invadido de dudas sobre si mis ideas eran acertadas Al principio pensaba hacer circular mi opúsculo so– bre la solucion del problema judío exclusivamente en– tre mis amigos SOlo más tarde me vino la idea de dar a la publicidad mis opiniones; no tenía la intencion de iniciar una propaganda personal en pro de lo causo judía La mayoría de los lectores quedarán sorprendi– dos al enterarse de esta resistencia inicial Me parecía que aquella causa exigía acciones, y no disputas La propaganda en público no selÍa sino el último recurso, en el caso de no escucharse o de no seguir mi consejo amistoso.
Terminado el libro, rogué a uno de mis mejores amigos que leyese el manuscrito Durante la 'ectura rompio en sollozos, repentinamente La emocion me porecio muy natural en un judío; yo también había llo– rado algunas veces en el curso del trabajo. Pero me quedé consternado cuando mi amigo me diio que llora–
ba por otro motivo muy distinto Creía que yo me ha– bía vuelto loco, y como era amigo mío, se acongojo tanto por mi desventura Salio corriendo sin decir nada más Tras una noche pasada en desvelo, volvio y me insto a que desistiera de mis designios, puesto que to– do el mundo me calificaría de demente Estaba tan alarmado, que yo se lo prometí todo para calmarlo luego me aconsejo consultar a Max Nordau sobre si mi plan era el de un hombre en pleno goce de sus fa– cultades mentales "No consultaré a nadie -le con· testé-; dada la ímpresion que mis ideas producen a un amigo inteligente y fiel, desistiré de mi proposito" Hube de atravesar por una crisis muy grave, que solo es comparable a lo que ocurre al arrojar al agua fría un cuerpo puesto al rojo Pero si el cuerpo es de hierro se convierte en acero
El amigo de quien acabo de hablar tenía que su– mar mis gastos de telegramas. Al presentarme la cuenta, que constaba de largas columnas de sumandos, noté a primera vista que la operacion no era exacto Se ro advertí, y volvía a hacer la adicion; pero soro ha– biendo repetido la operacion tres o cuatro veces, obtu– vo las mismas sumas que yo Este hecho, en sí de po– ca importancia, me devolvio la confianza en mí mismo Puesto que sabía calcular mejor que él, no debía de haber perdido la razon
Aquel mismo día empecé a preocuparme por el Estado judío En el curso de los dos y más años si– guientes, pasé muchísimos días de gran tristeza, y te– mo que haya más días tristes En 1895 principié a confiar muchas cosas o mi diario, y van ya cuatro to– mos voluminosos Cuando los publique, si es que lo hago, el mundo quedará sorprendido al saber cuánto tuve que tragarme, quiénes se opusieron a mi plan y
quiénes me ayudaron
Pero lo cierto es -y no cabe lo menor duda– que el movimiento seguirá progresando. No sé cuán– do moriré, pero sí que nunca morirá el sionismo Des– de los días de Basilea, el pueblo judío ha vuelto a te– ner una representacion nacional; esto quiere decir que el Estado judío nacerá en su propio país. Actualmen– te, trato de conseguir la fundacion del Banco, y espero que éste será un triunfo igual al obtenido con el Con– greso
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