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« Previous Page Table of Contents Next Page »sis:l:ible de los hechos, cuán peligroso es dar al man– da:tario un poder inconiras:l:able por el mandan:l:e. Parece que les decían: "mirad vues:l:ra obra y sufrid resignados las consecuencias".
Desgraciadamen:l:e no había en aquella conduc– :l:a mira alguna pa:trió:l:ica, sino la de aprovechar las ven:l:ajas del momen:l:o para sa:l:isfacer aspiraciones personales. De suerle que la lección no fue de nin– gún provecho para los conservadores quienes conti– nuaron en su mismo sis:l:ema de robus:l:ecer el poder, procurando ser más cau:l:os en la designación del Magis:l:rado Supremo.
El error del Parlido Conservador no es injus:l:ifi– cable: es:l:aba empeñada la lucha en:l:re los elemen– :l:os sanos de la sociedad, y los que propenden por des:l:ruirla. "Nada de principios, nada de ideas que sirviesen de es:l:ímulo a la lucha fra:l:ricida en que se des:l:ruían la vida, los in:l:ereses y las cos:l:umbres de es:l:os desgraciados pueblos", :l:odo era pasiones, de– seo inmoderado de lucro y predominio, y no :l:repi– .daban, para el logro de aquellos obje:l:os, an:l:e los hechos más escandalosos, an:l:e la deshonra y la de– vas±ación del país. áTendremos necesidad de recor– dar las escenas bárbaras en que fueron sacrificados Pineda, Ouadra y Camilo Meléndez en las cárceles de León, Anselmo Vado en Granada, Diego Ouadra en San Fernando de Masaya, Cerda en Rivas, las desgraciadas víc:l:imas de la Pelona. y José Zepeda, Balladares, Pascual Rivas y Berríos en el cuariel y . calles de León?
No, ese horroroso escenario puede descorrerse en un momen:l:o a cualquier espíri:l:u observador que se fome el trabajo de interrogar al pasado sobre el primi:l:ivo modo de ser de este pueblo, hoy rela:l:iva– mente feliz a esfuerzos y sacrificios de los conser– vadores; y esa anarquía constante, esas tendencias destructoras y criminales de los que se llamaban
liberal~sl justifican el perseveran:l:e conato de aqué– llos por cons±i:l:uir ante iodo y sobre iodo, un poder fuerle, capaz de mantener a raya los embates con– ±ra. la sociedad.
Pero hoy, felizmente, ha cesado aquel funesto modo de ser: el orden ha echado en nues:l:ra socie– dad profundas raíces; el amor al :l:rabajo se ha desa– rrollado al favor de las empresas acometidas duran– ie los largos períodos de paz que hemos disfru:l:ado; los hábitos de regularidad han constituido una se– gunda nafuraleza en nues:l:ras masas; han desapare– cido las hordas de vagabundos que servían de ali– cien:l:e y base a las revoluciones; y el liberalismo no existe ya como una agrupación polífica, dispu:l:an– do el derecho de dirigir los destinos de la sociedad, ni menos como la personificación de la anarquía armada de an:l:orchas y puñales y difundiendo el :l:e– rror en todas las clases de la sociedad. Hoy iodos
los hombres que profesan ideas liberales, es decir, iodos aquellos que tienen sus ideas fijas sobre los medios de promover la felicidad y los adelantos del país, es:l:án confundidos en los dis:l:inios círculos en que se ha dividido la sociedad, y parece ya llega– do el tiempo en que iodos los hombres probos, amantes del país, piensen seriamente en dar es±abi– lidad a nuestras ins:l:ifuciones, de modo que ellas no estén a merced de los emba:tes de los anarquis:l:as, ni de un golpe de mano del manda:tario del pueblo.
El País ofrece ya grandes garan:l:ías respecto de la cuestión de orden público, que es la que más ha preocupado hasta ahora a los hombres pensadores y a las gentes pacíficas. Es ya :l:iempo de que se :l:ra– ±e de armonizar las aspiraciones y hábi:l:os del país con sus leyes, y de que nuestro ac:l:ual modo de ser progresivo, que debemos a la rec±ifud de intenciones y a las miras elevadas de nues:l:ros gobernan:l:es, no dependa en manera alguna de la voluntad capricho– sa de los funcionarios.
El Parlido Conservador que ±an:l:o bien ha hecho al país es:l:ableciendo el orden, garantizando la paz, dando lecciones prácticas de buen gobierno e in– ±roduciendo el espíritu de las mejoras, debe :l:ra±ar de dar cima a la obra comenzada, iniciando la re– forma de nuestras ins±i:l:uci6nes. En esa empresa patriótica aparecerán indudablemenie los dos gran– des par:l:idos que rivalizarán en el deseo de levantar el país al más alfo grado de prosperidad. Cuando eso suceda, el acfual Parlido Conservador desapa– recerá, con honra, del escenario público, dejando en su lugar esos dos grandes parlidos, verdaderamen– ±e políficos y pa±rió:l:icos, sin los cuales no podrá concebirse en lo fu:l:uro, como sucede hoy en Ingla– ±erra, el progreso y respetabilidad de la Nación. En– ±onces, en Nicaragua a1±ernarán los parlidos en el poder, como en Chile y en otros países bien cons– ±iuídos, sin que la nación se alarme por el cambio; pues que el parlido que en:l:re al poder desplegará ioda su inteligencia y energía en aventajar a su ri– val en el desarrollo de todos los elementos de pros– peridad que el país encierra; que el parlido que es– ±é fuera del poder cons±i:l:uirá una oposición ilus:l:ra– da encargada de fiscalizar los actos del poder, no para enervarle su acción, como sucede en los países incons±ifuidos, sino para impedir que ella salga de la órbita de sus a:l:ribuciones y entorpezca la marcha bonancible de la sociedad.
Sentimos que las proporciones del presente ar– ±ículo no nos permitan especificar algunas de las principales reformas que, en nues:l:ro concepto, pue– den con:l:ribuir a dar estabilidad a nuestras ins±itu– ciones; y nos reservamos para hacerlo en o:l:ro arlícu– lo. Mien±ras tanto, hacemos un llamamiento a los hombres de luces y de buena fé para que se ocu– pen en pensar sobre tan interesante materia.
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