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I una memoria siquiera Traiga a mi olmo Mi infancia ton delicioso Con su colmo.

Pero tú no respondes, madre mío, Tú duermes ¡oy! en sempiterno sueño. Vano es mi afán i vano es el empeño de quererte, Señora, despertar. Tu oído está cegadó i más palabras Vigorosas se pierden en el viento: De tu voz cariñosa el dulcé acento

Ya nunca, nunca volveré a escuchar. No rr.ás, no más en el materno seno Reclinaré mi dolorida frente, Ni sentiré tu mano dulcemente Mi cabel/o amoroso acariciar.

I aquel corazón de quien yo fuera Un ídolo de amor y de ternura Helado ahora en esta sepultura No volverá jamás a palpitar.

Granada: 1858.

A BERNABELA B. DE IRIBARREN

Al remitirle un anillo de coyol guarnecido de oro, de los llamados en el país de memoria.

Te remito, mi Belita, Ese anillo de memoria,

En que puedes leer la historia

De un errante trovador.

En lo negro de su fondo La tristeza va pintado

En que su almo está abrumado

Con la ausencia de su amor.

Van también en el mismo aro, Dos manitos esculpidos Que simbolizan unidas:

Su constancia y mi lealtad.

1 el oro que luciente Se mira junto 01 coyol, Cual una franja de sol Bordando la oscuridad.

Emblema es, amado mía, De la plácido esperanzo Con que a veces él alcanzo Suavizar la ausencia impía.

La esperanza de tornar A vivir junto a su dueño: Esperanza, que su sueño Viene siempre a realizar.

Prendo sea, pues, de amor Ese anillo, mi Belita,

En que va lo historia escrita De tu ausente Trovador.

León, 18 de Julio de 1859.

A ROSA DELFINA LACAYO

Cuando escucho graciosa Delfina, De tu mágica voz el acento, Los pesares calmarse yo siento En mi triste, infeliz corazón, Que el torrente de grata armonía

Que en mí vierte tu plácido acento Mi dolor viene ahogar y mi llanto Tu cantar en mi mente desoierta La membria de un ángel querido,

1 mi pecho de júbilo henchido, Palpitando suspira de amor.

Canta, canta mi bien que los tonos Que modula tu voz apacible Hal/an eco en el alma sensible De tu pobre, infeliz trovador.

Granada, 1859.

A LA SEÑORITA MANUELA LACAYO SACASA,

EL DIA DE SU MUERTE

¡Dichosq que l/evas por sudario El manto virginal de la pureza, Sirviéndote de arreo funerario Una palma de célica belleza!

¡Feliz de tí que vuelves al Señor

Con aqu~ste magnífico ataví1o,

Más ¡jura que la gota de rocío

QUE? se oculta en el cóliz de una flor! (6)

Granado, 1859.

BRINDIS EN LA BODA

DE ROSA DELFINA LACAYO Y BENJAMIN BARILLAS

A una Rosa y a un Jazmín Los juntó el amor un día, Para mirar que efecto hada Lo blanco junto al carmín.

I tanto al rapaz gustó El matiz de sus colores, Que a mis dos preciosas flores Para siempre las unió.

Brindó, pues, con entusiasmo

Por esa unión tan feliz, Por ese lindo matiz De la Rosa y del Jazmín.

1 porque el Lago de amor Que dulcemente los liga, Propicio el cielo bendiga

Con bendiciones sin fin.

(6) En la página 28 de lá "Lira Nicaragüense", donde aparece también esta composición. este último verso dice así: "Más pura que el aro– ma de la flor".

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